Cuando Miguel Alemán se deja ganar la partida por Fidel Herrera, jamás imaginó el giro que –para mal- daría Veracruz hoy en manos de Morena.
Vendrían tiempos difíciles para el PRI tras sucesivas derrotas.
De ser la tercera reserva electoral de la república a la vuelta de dos lustros, se convierte en un partido en extinción y ya mismo, su aval en votos que apenas rebasa el 1.5% -375 mil votos alcanzó en las pasadas elecciones intermedias- lo pone en serio riesgo su registro.
El PRI, sin embargo, va por la resurrección para el 2024.
La inminente renovación de las dirigencias estatal, municipal y hasta de jefes de manzana, el regreso de la base priista que migró al Verde y Morena por el incumplimiento de éstos y el desterramiento de viejos quistes y rémoras que, cual aves de rapiña, se dedicaron del 2018 a la fecha, al saqueo del partido, avizoran el cambio.
Nuevas propuestas fincadas en la honestidad y el cambio en la forma de gobernar sin moches ni corruptelas, el regreso de los programas sociales y de salud, así como el compromiso de un verdadero desarrollo en la obra pública, avizoran el cambio.
Que si Nahle ya repuntó; que si el oscuro de Palacio, va en caballo –o motocicleta- de hacienda, que si Gutierritos o Ahued están en la antesala o que el “tan esperado regreso de los Yunes del Estero” es un hecho, son cuentos, acaso nuevos intentos de manipuleo ciudadano.
La realidad en Veracruz es otra.
Las encuestas podrán decir lo que quieran al dejar de ser creíbles por estar cuchareadas, por estar hechas sobre pedido, porque responden a quien las paga y porque son la fotografía del momento.
Hoy en Veracruz y el resto del país, los sondeos estadísticos solo confunden.
Buscan crear escenarios irreales y solo sirven para dar cuerda efímera a quienes los patrocinan. Son colocados en la preferencia ciudadana hasta que llega otra aproximación ciudadana, igual de falsa que las anteriores, para colocarse en un falso liderazgo.
El caso de Pepe Yunes, con casi un cuarto de siglo en la actividad política –nunca ha sido empleado de gobierno más que cuando fue alcalde de Perote por elección- no deja de llamar la atención.
Derrotado de manera extraña cuando jugó la senaduría en la época de Fidel ya que los resultados electorales a la mera hora –y al estilo del de Nopaltepec- fueron manipulados para apartarlo de la victoria.
En una nueva oportunidad luego de ser diputado llega a la senaduría y ya para el 2018, una nueva derrota asomaría cuando un inesperado “Efecto Peje”, que no fue más que la migración del priismo al Partido Verde, dio lugar a que un desconocido se llevara la votación nunca vista en Veracruz con más de 1.6 millones de sufragios.
Por aquel momento, ninguna encuesta mencionaba a Cuitláhuac García, quien más tenía fama de ujier del Peje y payaso que animaba los mítines, que aspirante a gobernador de 8.3 millones de veracruzanos.
Jamás encuesta alguna alertó que el “Juanito” veracruzano estaba a la cabeza.
Es más, nunca se le vio de gira, acaso en uno que otro mitin pedorro en donde más provocaba la hilaridad por su forma cantinflesca de hablar, que por su liderazgo.
¿Dónde estuvieron las casas encuestadoras en ese momento?.. Pues con el gobernador el turno.
Miguel Angel Yunes Linares ya le tenía integrado el gabinete a su chavo, del mismo nombre, listo para la sucesión, escogido el traje que vestiría y con las encuestas en mano que citaba una ventaja de 22 puntos arriba en los sondeos.
¡Valió madre!
La gente salió a votar y las encuestadoras salieron chiflando con las maletas llenas de dinero.
Ese es el secreto. La fórmula ganadora no está en las encuestas, está en la gente. Así ha sido la historia de las elecciones en donde la ciudadanía es la que decide y que hoy, más que nunca, está presta a votar más que por el partido por la persona.
Y es en ese escenario donde se ve a Pepe.
Respetuoso, ortodoxo e institucional este político guarda tiempos y formas.
No se acelera cada vez que lo entrevistan. Tampoco se autodestapa. Guarda tiempos y prudencia. Cree en las alianzas, pero más en las propuestas.
Sabe que el imaginario colectivo veracruzano lo recuerda por el beneficio que llevó a más de 80 municipios, con derramas superiores a los 3 mil 500 millones de pesos gracias a su gestión como Senador de la república.
Los veracruzanos saben que Pepe ha sido el aspirante más votado.
En la sumatoria de las elecciones en las que ha participado como legislador más de 22 millones de veracruzanos han votado por él en alguna ocasión.
La ciudadanía sabe quién es y cuál es su misión. Sabe que su capital más importante es su honestidad, un valor que en tiempos en que las raterías están peor que cuando reinaba el PRI, pocos pueden ostentar.
Y es que de Nahle poco se puede decir cuando su gestión se ha caracterizado por la malversación y enriquecimiento ilícito de su familia y los compadres. Menos se puede abonar de quien le sigue en apetito, el Bola #8, afamado, no por ser negro, sino por el abuso de poder, sus ligas criminales y negocios más oscuros que él –le vende al gobierno desde un alfiler hasta un avión-.
Y así nos podríamos ir hasta el infinito con la mayoría de los aspirantes.
Obligada entonces, la pregunta:
¿Por qué Pepe sí?
La respuesta es simple: porque es la esperanza del cambio… “¡Si lo dejan!
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo