Mientras el gobierno de la CDMX calculó en 90 mil almas la concentración de este domingo en el Zócalo (lo que hace suponer que mandaron otra vez a Martí Batres a hacer el conteo), los organizadores dijeron que fueron 500 mil. Pero tan mentirosa es la primera cifra como exagerada la segunda.
Un cálculo más serio indicó que tomando en cuenta que varias de las arterias que desembocan al Zócalo estuvieron repletas, la asistencia fue de entre 350 mil y 400 mil personas, lo que es más apegado a la verdad.
Para quienes estábamos a la espera de emociones más fuertes (como una declaración presidencial), fue una decepción que ayer el presidente simplemente desapareciera, pero ya vomitará hoy el odio que lo carcome.
Lo que debió sacarlo de onda fue el grito de “Fuera López” que corearon los asistentes frente Palacio Nacional; grito que se replicó en más de un centenar de ciudades del país y en varias del extranjero.
Ni Díaz Ordaz recibió tan multitudinario agravio.
La marcha también debió acalambrarlo porque la gente descubrió el valor de tomar las calles y le está gustando; porque el Zócalo dejó de ser de su exclusividad, porque los mexicanos le perdieron el miedo y porque no sólo están defendiendo al INE sino a la democracia. Y la van a defender con todo.
Lo de ayer fue una bofetada en la jeta del soberbio que debió aturdirlo y hacerle ver que no es tan admirado e idolatrado como pensaba. Al menos no para un importante sector de la población que incluso votó por él en 2018, pero que no lo volverá a hacer por su candidato o candidata en el 2024 y eso debe preocuparlo.
Quizá la de hoy sea una de sus mañaneras más concurridas, pero donde no dirá nada nuevo. “Quienes salieron a la calle fueron los reaccionarios, los conservadores que no quieren perder sus privilegios, los que quieren ver en libertad a Genaro García Luna; los corruptos, los vividores, los ladrones, los fifís. El plan B es para quitarle dinero a los consejeros que ganan un dineral y dárselo a los pobres, eso es todo. No veo el motivo del argüende que están armando los neoliberales”.
Si sale con esa jalada (que de seguro lo hará) el número de seguidores de la 4T comenzará a disminuir de manera lenta pero sistemática, a la par que se multiplicará el número de inconformes que empezarán a cuestionarlo.
De los dos oradores que hubo en la concentración, la periodista Beatriz Pagés Rebollar fue la más encendida y apasionada. “Vengo aquí para decir que el INE no se toca, que nuestro voto no se roba y para decir a quien nos quiera escuchar: estamos listos para impedir un golpe a la Constitución y a nuestras libertades.
“Aquí hay hombres y mujeres de conciencia libre, no tenemos miedo a los desplantes autoritarios que intentan acallarnos. No querían que viniéramos, pero aquí estamos… Callar nos haría cómplices de un crimen de Estado en contra de la democracia… Quieren mutilar al INE porque les estorba el voto libre, quieren desmembrarlo porque a la intolerancia le estorba una institución autónoma, fuerte y capaz. Ante el fracaso y la falta de resultados ya huelen su derrota y preparan la estafa. Buscan desaparecer al árbitro para torcer la decisión ciudadana en el 24”.
Menos apasionado pero más directo, fue el ministro en retiro de la Suprema Corte, José Ramón Cossio a quien días atrás López Obrador llamó corruptazo, hipócrita y conservador.
“El presidente ha dicho que los ministros serán hipócritas si declaran la invalidez de sus reformas legales, (pero) los ministros serían hipócritas si ocultan sus argumentos, si se apartan de sus precedentes o si distorsionan las votaciones en las que participen. El presidente ha dicho que si los ministros declaran la inconstitucionalidad de las reformas, serán aliados de los más privilegiados de nuestra población, y esto no es así. Los ministros podrían ser tenidos como defensores de los privilegios solo si debilitan a las instituciones electorales para que los poderes fácticos, la delincuencia organizada incluida, puedan determinar el rumbo de las elecciones y la conformación de nuestros representantes populares.
“En las próximas semanas, los señores y las señoras ministras, tendrán la oportunidad de demostrarse y de demostrarnos si los calificativos presidenciales tienen o no fundamento. Tengo la confianza de que todos ellos evidenciarán que no son ciertas las expresiones del presidente y de sus colaboradores. Estoy seguro de que los ministros considerarán que las irregularidades en los procesos legislativos tienen un serio potencial invalidatorio”.
Casi puedo apostar lector, a que el presidente tundirá nuevamente a los ministros y si lo hace estará cavando su tumba política porque, reitero, cada día son menos los que creen en sus mentiras.
Quiero pensar que la marcha de ayer despertó a los mexicanos de esa modorra infinita que los ha tenido aletargados por generaciones. Si la marcha del 13 de noviembre los desperezó, quiero pensar que la de ayer les abrió los ojos.
La pelota está en el campo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y los ministros tienen de dos sopas; o se cubren de gloria mandando al diablo el Plan B de López Obrador o de ignominia si lo aprueban.
Si esto último sucede, que nadie se llame sorprendido si se despierta el México bronco con sus furiosas y funestas consecuencias.