Absolutismo cuatrotero

“La obra política más difícil es obtener la confianza antes que el éxito.” – Napoleón Bonaparte.

 

Es grave que en nuestro país la máxima autoridad del Poder Ejecutivo actúe bajo una visión absolutista de las cosas, evidenciando que la incapacidad argumentativa obnubila la razón, llevando el discurso oficial a la polarización social.

Dos hechos evidencian dicha afirmación.

La primera, la respuesta de un presidente tras la manifestación social pacífica más conglomerada de la historia del país, en el que el argumento de quienes salieron a la calle fue defender el derecho de todas y todos los mexicanos a elegir a su próxima autoridad federal, sin menoscabo de las instituciones garantes de la democracia en el país.

El atentado que pretende infligir el presidente Andrés Manuel López Obrador a través del famoso Plan B, al Instituto Nacional Electoral (INE), al recortar costos de operación para dejar al organismo con tan solo el 20% de su capacidad operativa, constriñe contra la misma institución que le ha reconocido todos sus triunfos desde 2018.

La falaz y demagógica fundamentación basada en que detrás de las expresiones ciudadanas está el PRIAN resulta verdaderamente absurda e ilógica, pues en el fondo el presidente y sus secuaces no han comprendido que el mensaje de fondo fue el despertar de la sociedad cansada de la políticos falsarios y demagógicos, que confrontan a la sociedad entre dos bandos, los que están conmigo o los que están contra mí.

La concentración masiva de más de 500 mil almas en el zócalo capitalino y más de dos millones y medio en las 102 ciudades donde se manifestaron en defensa del INE, evidencia, que aquella clase media, -calificada de aspiracionista, por el propio presidente- esa misma que le llevó al poder desencantada por el actuar corruptor del anterior régimen, hoy esa misma clase media, alza la voz, ante la evidente falta de cumplimiento de sus promesas de campaña.

Ese segmento población harto de mentiras y de falsas verdades, la cual repite sin reparo todas las mañanas y que le envían un mensaje fortísimo ante su negativa a reconocer que el poder desgasta y que el mismo no es eterno.

Otra evidencia de esa monocromía visionaria para atender los temas nacionales, la vemos con la oportunidad de instalar en Monterrey, Nuevo León a la fábrica de automóviles eléctricos empresa Tesla, la cual se podría ir por el caño, ante la cerrazón de ofrecer los permisos federales para su instalación.

Y es que el presidente absolutista cual emperador o monarca, pretende hacer que todos –incluidos empresarios- inclinen la cabeza cuales lacayos, no señor presidente, así no es la cosa, pues los empresarios quienes son los generadores de la riqueza y los empleos lo único que demandan de su gobierno –como de cualquier gobierno- es certeza jurídica y seguridad para sus inversiones.

A ver si el empresario sudafricano, Elon Musk no termina por mandar la posible inversión a otra nación bananera de Centroamérica o de Asía.

 

Al tiempo.

 

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Twitter: @LuisBaqueiro_mx

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