Ignoro cómo esté el fondo de la olla, pero estoy casi seguro que a Araly Rodríguez Vez alguien la agarró de bajada y se la llevó al baile al proponerle: “¿Puedo poner el domicilio de su casa y dar su nombre para recibir correspondencia? Le voy a dar una feria como agradecimiento”. Exactamente como se hacía en tiempos de Duarte, y la mujer debió morder el anzuelo.
Si le tocó una parte proporcional de los 100 millones de pesos por proveer de insumos a las Secretarías de Salud, Seguridad Pública y Educación, estaría en la comisión de un delito. Pero en caso contrario, es víctima de sujetos sin escrúpulos que se están hinchando de dinero público.
Cuando en diciembre pasado el diputado del PRI, Marlon Ramírez Marín, denunció ante el Congreso local el caso de Araly, nadie lo tomó en cuenta y menos en Palacio de Gobierno. “Ya vámonos de vacaciones, sirve que se enfría el asunto y para enero se olvidó”.
Pero ni se enfrió ni se olvidó, por el contrario, le subió el calor a pesar de que dejaron pasar todo enero y los primeros días de febrero para dar una respuesta.
Convertido en investigador el gobernador Cuitláhuac García dijo: “Nosotros pensamos que (Araly) es prestanombres de otra empresa… Pero eso sería lo de menos, nosotros queremos ver si no están evadiendo impuestos. Ya se le llamó, se le dijo ‘a ver, ¿qué pasó ahí?’ Y confesó ‘yo soy sólo representante de esa empresa, no soy la dueña’”.
En su afán por hablar de más, Cuitláhuac cometió un error garrafal al aceptar de manera implícita que su gobierno contrató a una trabajadora de la SEV llamada Araly Rodríguez Vez, para entregarle contratos por más de 100 millones de pesos de forma directa y sin licitar.
Como el bombazo llegó hasta la SEV, su titular Zenyazen Escobar, dijo que Araly Rodríguez no labora en las oficinas centrales de la dependencia, sino que desempeña un interinato en una plaza administrativa de un plantel educativo, pero “ya no se le va a recontratar”.
El funcionario deslindó a la SEV de adjudicar contratos a la mujer y calificó de burdo y ridículo que Araly perciba casi 9 mil pesos de salario y represente a empresas por millones de pesos.
¿Zenyazen está metido en el ajo? No lo creo. “Mi dependencia ve el tema educativo, ¿qué tendría que ver? Que la trabajadora falte más de 3 días, nos interesa que los maestros estén dando clases, estén en las aulas. ¿Qué tiene qué ver la Secretaría?” dijo.
Pero es evidente que en otras dependencias existe una cadena de succionadores del erario cuyo único eslabón visible (hasta ahora) es Araly Rodríguez.
La onda expansiva alcanzó de lleno a las secretarías de Salud y Seguridad Pública cuyos responsables, seguramente siguen aturdidos y por eso no han dicho nada.
Una duda que estaba por aclararse era saber si Araly es trabajadora de base. De acuerdo con la Secretaría de Educación Pública (SEP) sí lo es y tiene un sueldo de 8 mil 438 pesos con 46 centavos.
Reitero lector, ni la defiendo ni la juzgo. Si la mujer es “representante” de empresas hechas al vapor que tienen contratos multimillonarios por asignaciones directas del gobierno estatal, entonces estaría cometiendo más de un delito. Pero ella no sería la única responsable. Arriba están los eslabones más gruesos de la cadena y deben responder.
Otra cosa que dijo Marlon en diciembre es que Araly es sólo un caso ya que hay decenas de transas por salir a la luz. Es decir, los bombazos van a seguir y terminarán zarandeando muy feo al de por sí zarandeado gobierno estatal.
Desde el principio de esta administración Marlon Ramírez ha sido un puntual crítico del manejo de los recursos públicos en el gobierno de Cuitláhuac.
Con datos obtenidos de las oficinas del propio gobierno, el también líder del PRI ha sacado al sol los trapos sucios por desvíos de recursos, asignaciones directas, empresas fantasma, corrupción, nepotismo y hasta el momento no lo han desmentido ni una sola vez y no porque no quieran, sino porque carecen de argumentos con qué rebatirle.
Una de dos, o en la 4T piensan que van a durar toda la vida y no los alcanzará el brazo de la Ley, o son tan torpes que ni siquiera saben robar sin dejar al descubierto las visibles huellas de sus tropelías.