A Michael Jackson y Cuitláhuac les gustan las “palomitas”

Por fin, le encontramos ese gusto escondido, esos tres pies al gato, esa afortunada coincidencia que solo se da entre las estrellas:

Al “Rey del Pop”, Michael Jackson y al Virrey jarocho, Cuitláhuac García, les gustan les palomitas.

Bueno, al primero, al cantante, le gustaban porque ya se peló.

En realidad, descubrir tal acontecimiento no fue fácil. Hubo que investigar y esperar que el gobernador de 8 millones de veracruzanos manifestara sus gustos, pero finalmente se dio.

Fue de manera inesperada, acaso digna de un mandatario dueño y señor de tierras y destinos, a quien finalmente lo entendemos en sus afanes y apetitos, no por el gusto en favor de la educación, tampoco por la salud de los pobres, ni el empleo para los profesionales, menos por su lucha contra la corrupción.

No, no…

Su gusto, lo que verdaderamente lo mata, son ¡Las palomitas! -creo que de maíz-.

Igualito que el Rey del Pop, que santa gloria esté después de su pasado pederasta, de luchar toda una vida contra su color de piel oscuro y ser adicto a las drogas y no precisamente de dinero, al Cuic le gusta ver el cine con palomitas en ristre.

Un secreto por años guardado, su gusto por las palomitas, finalmente es del dominio público.

Y eso no fue nada fácil.

De hecho resulta menos complicado saber que en breve la gasolina bajará a 10 pesos cuando se inaugure Dos Bocas o cuando se vaya, por qué dijo tantas mentiras el Peje.

Cuitláhuac, en ese afán de ironizar los pleitos internos del PAN, seguro que se le salió ese: “…y yo, como Michael Jackson comiendo palomitas”.

¿Una revelación que todos aplaudieron?

¡Creo que no! Más bien fue una confesión de la cual todos se rieron como cada vez que abre la boca y habla con ese cantadito modo costeño, típico de la marisquería “La Ilusión” de la Villahermosa, en Xalapa.

Hay quien dice incluso, que por fin Cuitláhuac encontró una feliz coincidencia con una celebridad, el gusto por las palomitas.

Hurgando en la historia del cantante, en efecto, gustaba de esa golosina en la misma proporción que degustaba de los niños que llevaba a su casa; hacía más ligera su tormentosa vida a pesar de ser el elegido de los dioses desde temprana edad por sus dotes de cantor, que le permitió amasar una inmensa fortuna que dio, en parte a sus tutores y a su familia.

Al nuestro, a nuestro héroe, de quien habría que insistir que no dice más tonterías porque no tiene más horas el día, en los hechos y comprobado, es más que Michael Jackson, es un hombre de acero.

Le han puesto todos los calificativos, insultado, impuesto sangrientos apodos, ironizado, ridiculizado, exhibido ante su patrón López Obrador, señalado por Morena como el “Patito Feo”, cuestionada su homosexualidad y censurado por su nula habilidad política amén de arrastrar una imagen por suelos, pero… ¡magia!

¡No pasa nada!

Dicen que cuando el llamado Rey del Pop murió encontraron en su mansión decenas de maniquíes por toda su casa, que algunos dicen ponía para no sentirse solo.

Siempre fue objeto de maltrato por su padre cuando niño y adolescente y ya de adulto lleno de fama, simplemente dejó de verlo y ayudarle.

Bailaba como los verdaderos ángeles.

Y sus complejos lo llevaron a las cirugías para poner su piel blanca y fina, sin dejar sus caprichos por las palomitas de maíz.

El cantante era frágil, sensible, emotivo y vulnerable… y muy solitario, describen sus familiares y amigos, pero le gustaban las palomitas.

Igual que Cuitláhuac vidas son paralelas.

¡Qué suerte tenemos los veracruzanos!

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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