ENMOLADAS

Los inquilinos del Palacio Nacional se ven cómodos. Tal como en una monarquía disponen de la riqueza que generan los contribuyentes, para vivir en la fastuosidad. Comparten con su numerosa corte -que suma miles- de sirvientes lacayos, serviles, incondicionales, viciosos, depredadores, cortesanas, traidores, corruptos. Es un reinado donde sus habitantes cada día intrigan para sus propios beneficio. Los reyes reciben mandatarios encumbrados. Sin ningún protocolo y sin guardar las formas, ríen a carcajadas, se tutean, abrazan, bromean con unos asombrados huéspedes que han sido tal vez advertidos de la forma silvestre de los transitorios dueños. Con algarabía y orgullo muestran su casa temporal y presumen su riqueza valuada en cientos de miles de millones. El país se incendia, arde. En estos 11 días de inicio de año suman miles de muertos, secuestrados, ultrajados. Accidentes del metro y el hampa empoderada. Mientras la pobreza duerme en espera de ser llamada al voto. Son sus seguidores buscando el apoyo económico. Es el empresario de la mendicidad conveniente a sus intereses. Se ven satisfechos presumiendo lo ajeno. Ni en sus sueños más húmedos imaginaron codearse- material- con esas encumbradas personalidades. Lo malo es que carecen de lo elemental: educación, moral, cultura, sapiencia y cordura. Nos volvieron a exhibir ante el mundo. La austeridad es solo propaganda. Los cacareados logros de la reunión Estados Unidos- Canadá -México habría que verlos antes de celebrarlos.

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