Por mi casa pasan de lunes a sábado no uno, sino dos camiones de Limpia Pública. Pero además, a dos cuadras hay un contenedor donde quienes por alguna razón no alcanzan a tirar sus desperdicios en los camiones, los depositan en ese contenedor. Es decir, no hay pretextos para no tirar la basura. Y menos para dejarla regada por ahí.
La limpieza de la ciudad fue una de las primeras medidas que tomó el alcalde Ricardo Ahued, medida que aplaudieron todos los xalapeños sin excepción porque, la verdad sea dicha, le dejaron la ciudad hecha un cochinero.
Vivo en la parte alta de un edificio de departamentos y a veces me ha tocado irme con la finta porque salgo con mi basura al escuchar la campana, y resulta que no es en mi calle sino en la calle de arriba. Cuando esto sucede voy al contenedor, deposito mis bolsas y sanseacabó.
En otras ocasiones cuando regreso de mi chamba y veo las bolsas en la esquina, doy por descontado que pasó el campanero. Así que subo hecho la raya por mis desperdicios, los dejo junto a los demás y listo.
Ayer fue una de esas ocasiones.
Antes, déjame decirte lector que ninguno de mis vecinos (lo he comprobado por años), saca su basura y la deja en la esquina así nomás por sus pistolas. Tienen el civismo de hacerlo sólo al escuchar la campana.
Bien, ayer poco después de las seis de la tarde y al ver bolsas en la esquina, subí por las mías, bajé con ellas, mis vecinos me vieron y me saludaron, me vieron las personas que esperaban el autobús… y me vio el inspector de Limpia Pública que esperó a que las dejara para torcerme.
Y si digo que me vio fue porque minutos después (que no fueron arriba de cinco), una vecina me entregó un oficio donde dice que cometí una infracción al reglamento de Limpia Pública y si supieron quién soy fue porque tras examinar el contenido de las bolsas, dieron con un recibo de Telmex a mi nombre.
Lo que no me parece justo, es que el inspector y dos más (porque de acuerdo con el oficio eran tres), no tuvieran la decencia de preguntarme al menos si había escuchado la campana, en cuyo caso les habría dicho que no, habría aceptado su amonestación verbal y me habría llevado mi basura al contenedor.
Pero actuaron con ventaja y dolo.
Hoy iré a hacer el trámite para pagar mi presunta infracción. Primero a la avenida Rebsamen 131 bis, colonia Mártires de Chicago, donde me darán mi multa. Y luego al Ayuntamiento donde tendré que pagar mil pesos, según me dijeron. Lo que se me hace muy injusto.
Tengas o no tengas recursos económicos lector, mil pesos duelen cuando te los quitan de fea manera. ¿Cuántas personas que carecen para un plato de frijoles estarán pasando por una situación similar?
No soy de los que aprovechan la oscuridad de la noche para tirar sus desperdicios en cualquier banqueta. A mi edad, no sólo me vería ridículo, patético y sucio, sino que sería un pésimo ejemplo para mis hijos, nietos y vecinos.
Ayer puse mis bolsas de basura en la esquina de siempre y a la vista de todo mundo e incluso de vecinos que pusieron ahí las suyas porque evidentemente escucharon al campanero.
Pero el inspector no lo vio así y es su palabra contra la mía.
Reitero, la multa que pagaré es a todas luces injusta. Y simplemente quería que lo supiera, señor alcalde Ricardo Ahued.