Diciembre es el mes que marca el cierre de ciclos y el comienzo de nuevas oportunidades, es la temporada en la que la mayoría de personas suele acompañarse de familiares y amigos para celebrar logros, agradecer la presencia de quienes estén presentes y recordar con cariño a quienes ya no están, al menos así ocurre utópicamente, sin embargo hay muchos hogares donde no se puede celebrar, no sólo por carencias económicas, sino por la duda de no saber si las personas que aman viven o mueren o por pérdidas cuya causa fue la violencia y la inseguridad que llena al país.
Estas fechas pueden ser para dar gracias y disfrutar el presente, pero también son de empatía y solidaridad, son para valorar cuando podemos disfrutar de nuestros seres queridos y recordar con cariño a quienes por diversas circunstancias hoy ya no están. No obstante, hay familias donde pesa más el dolor, donde la esperanza por conocer el destino de los suyos es el único motor que prevalece.
De eso habla “Ruido”, el más reciente largometraje de Natalia Beristáin, que se estrenará próximamente a través de Netflix. El guion de este filme es la historia de todas las familias que han sufrido desapariciones, donde entendemos que no sólo se trata de cifras, se trata de sueños cortados, de dolores por rupturas en lazos familiares que muchas veces no se pueden explicar. Aunado a lo anterior los recursos de quienes intentan encontrar a sus seres queridos se van volviendo limitados, porque no se puede buscar a las personas y un sustento al mismo tiempo.
Cuando hablamos de más de 100,000 personas desaparecidas en México, no se trata únicamente de una estadística alarmante, se trata de seres que dejaron tras de sí una familia, de madres y padres angustiados tratando de encontrar respuestas y de hijos o hijas que no conocerán a sus padres. Gran parte de las desapariciones en el país se incrementaron con el comienzo de la guerra contra el narcotráfico, sin embargo aunque cada nuevo sexenio una de las propuestas más repetidas es ir tras la impunidad que ha protegido al crimen organizado, lo cierto es que desde hace 10 años las estadísticas solo han seguido aumentando.
Estas fechas deberían ser también la oportunidad de exigir a nuestras autoridades un registro claro de fosas y perfiles genéticos de personas desaparecidas, pues si diciembre se trata de solidaridad, hemos de sumarnos a todas las familias que siguen sin respuesta, nuestra obligación social sería dar eco a los gritos de madres cuya angustia no cesa porque no tienen ni un cuerpo para llorar la pérdida de sus hijos o hijas.
En “Ruido” conoceremos a través de Julia el dolor de una madre, veremos cómo su historia va tejiendo redes de apoyo, buscando incansablemente las respuestas que no han encontrado en el gobierno, ver en la pantalla grande la narración de tantas familias del país, busca despertar la empatía que durante más de una década ha estado dormida en la sociedad, porque hasta que no pasa algo semejante en el entorno cercano, no podemos dimensionar cuán lacerante puede ser esta realidad.
Este filme es la prueba de cómo todo se puede vincular para alzar la voz y construir en conjunto nuevos proyectos que den un beneficio a la sociedad. Si bien esta época hemos comenzado a identificarla con festividades y regalos, también puede ser la oportunidad de aprender nuevas estrategias, cultivar nuestro conocimiento del entorno y desarrollar espacios donde el diálogo sea una puerta para el cambio que desde hace tanto anhelamos, pero seguimos sin alcanzar.
El crecimiento económico no tiene que estar peleado con las causas sociales, no se trata sólo de crear productos que llenen vacíos, si no de identificar dónde están verdaderamente esos vacíos y comenzar a trabajar desde las causas para poderlos erradicar. Estas fechas son también para tener muy presentes a todas las personas que no están y que por causas naturales no tenían motivos para faltar. Hagamos ruido para que nadie los olvide y no los dejemos de contar.