Jamás creí en la supuesta solidaridad de Andrés Manuel López Obrador con Ciro Gómez Leyva. El tabasqueño no se solidariza con nadie que no sea con él mismo. Su solidaridad con las víctimas es para la foto, no le nace del corazón. Y así ha sido siempre, esa es su condición.
Horas después del atentado al periodista puso cara de circunstancia y manifestó: “Quiero enviarle mi apoyo a Ciro Gómez Leyva… Afortunadamente no hubo consecuencias fatales y lo celebramos porque es un periodista, un ser humano, pero además es un dirigente (sic) de la opinión pública. Y un daño a una personalidad como Ciro genera mucha inestabilidad política. Desde luego lo principal es que nadie debe ser molestado, afectado, dañado y a nadie se le debe de agredir y mucho menos quitarle la vida…”.
A nadie se le debe agredir, dijo el agresor por naturaleza… bueno.
Ciro agradeció la solidaridad presidencial pero no pasaron ni 72 horas para que (como lo comentó el propio periodista), recibiera un escupitajo en la cara.
Este lunes López Obrador lo acusó de ser “vocero del conservadurismo” y de pertenecer a un grupo de comunicadores (entre los que mencionó a Joaquín López Doriga, Denise Maerker y Carlos Loret) cuya “misión” es proteger los intereses de grupos de poder.
Y no le baja el señor.
Sabe que van 37 periodistas asesinados en su administración, 16 en este año; que México es por cuarto año consecutivo el país más letal para los comunicadores a nivel mundial, que en ese sentido estamos peor que en Ucrania y no le baja el señor.
Por el contrario, si se observa con atención, sus ataques contra los periodistas son cada vez más irreflexivos y viscerales. Son casi casi una invitación al linchamiento que no tarda.
No quiero imaginar a Denise Maerker o a Carmen Aristegui recibiendo denuestos de una turba mientras hacen sus compras en el súper. O a Raymundo Riva Palacio, López Doriga o Loret, soportando mentadas en la calle.
¿Eso quiere el presidente? No, quiere más. En su fuero interno quiere ver que los agredan físicamente, no al grado de lo que hicieron con Ciro sino a gritos, injurias y golpes. “Nos quiere ver humillados. Si por él fuera nos pintarrajearía el cuerpo y nos treparía sobre un burro para pasearnos del Ángel de la Independencia al Zócalo”, me dijo un colega.
Una de sus grandes frustraciones fue su fracaso al dar a conocer la lista de periodistas presuntamente chayoteros, porque lo que deseaba en el fondo era que la gente, mínimo los golpeara.
El teatro se le vino abajo cuando todos esos periodistas demostraron, con documentos en mano, que ese dinero que supuestamente recibieron como chayo, era producto de convenios con el gobierno federal y los gobiernos estatales; convenios que estaban debidamente registrados ante Hacienda y que pagaron impuestos.
Ayer, a propósito del artero ataque contra Ciro, escribí que López Obrador era casi tan responsable como el sicario que jaló el gatillo, pero un lector me corrigió: “El Estado es el responsable de la seguridad de los ciudadanos, por lo tanto, él se convierte en el responsable” y tiene razón.
Si bien no es culpable, sí es responsable de los periodistas asesinados en su gobierno, de los más de 145 mil asesinatos dolosos, de los feminicidios, los secuestros, las desapariciones y por supuesto del atentado contra Gómez Leyva.
Pero no lo culpemos de ser un hipócrita cuando habla de una solidaridad que no siente, ni de ser un mentiroso contumaz, un perverso, un malagradecido y un instigador a la violencia porque esa es su naturaleza. Tiene la condición de las víboras; nació para inyectar veneno.
Altotonga, un municipio para presumir
De mi última visita a Altotonga recuerdo las palabras de un amigo que cuando me tendió su mano me dijo medio amoscado: disculpa el basurero. Y es que eso era Altotonga, un gran basurero con desperdicios casi en cada esquina que se desparramaban desde las calles del centro hasta la periferia.
El pasado viernes regresé a Altotonga como invitado al Primer Informe del alcalde Ignacio Morales Guevara y la sorpresa no pudo ser más agradable: me recibió una ciudad pulcra y el mismo amigo que al tenderme la mano me dijo: deja que te presuma.
Y es que Altotonga está para presumirse.
En apenas un año el alcalde Morales Guevara logró el milagro de convertirla en una de las ciudades más limpias de Veracruz. ¿La fórmula? Se repararon y rehabilitaron las unidades de limpia pública con las que se recolectaron más de 35 mil toneladas de basura este año. Además, se duplicó el número de trabajadores de limpia que cuentan con uniformes y todos los implementos para ejercer su labor.
El Ayuntamiento hizo alianza con productores nacionales e internacionales para brindar asesoría a microempresarios. Y se construyeron dos nuevos mercados: el Panamá y el Colombia.
Nacho Morales y su comuna realizaron un macro proyecto de reforestación con más de 16 mil árboles y rehabilitaron el bosque de Zoatzingo que recobró su belleza natural.
En materia de salud Altotonga cuenta con la primera clínica “Un Nuevo Comienzo” donde se atienden más de 10 mil ciudadanos de manera gratuita y se equipó una ambulancia para brindar mejor servicio a la ciudadanía.
Si el primer paso de Ignacio Morales fue atacar el grave problema de la basura, el segundo fue atacar las graves carencias del municipio, por lo que rehabilitó los caminos que conducen a las comunidades más alejadas que ahora se comunican con la cabecera en menor tiempo.
Una de las demandas más urgentes de la población es en el rubro de la seguridad. Nacho Morales fortaleció la seguridad de su municipio con una corporación policiaca preparada en la Academia de Policía que además se ha coordinado con fuerzas estatales que han llevado la tranquilidad al municipio.
La última vez que estuve en Altotonga lector, observé un pueblo sumido en la indolencia que contrasta con el dinamismo que vi el pasado viernes por el gran movimiento comercial que tiene el municipio.
Apoyado en un video que vieron los más de 3 mil 500 invitados que abarrotaron el auditorio Antolín Torres Mendieta, Nacho Morales agradeció el apoyo de su cabildo, de sus padres, esposa y tuvo la sensibilidad de agradecer a un político que lo ha apoyado a lo largo de su carrera: el diputado José Francisco Yunes Zorrilla.
El Proyecto de Desarrollo Municipal que diseñó Nacho Morales para Altotonga le valió que en el mes de agosto, la comuna recibiera el premio “Modelo de Excelencia de Alineación Municipal a la Agenda 2030”, otorgado por la Organización de las Naciones Unidas con motivo del VI Foro Global de Ciudades Sostenibles, realizado en París, Francia.
Vale la pena visitar Altotonga lector, no sólo por la limpieza de sus calles, su majestuosa Catedral y por la amabilidad y calidez de su gente, sino por la exuberancia de sus paisajes naturales, su gastronomía y su riqueza cultural e histórica.
¿Qué viene para Altotonga? Tres años de buenas noticias y más progreso gracias a la excelente administración de su alcalde Ignacio Morales Guevara.