Cuando Pablo Chapa Bezanilla (ex fiscal para los casos Colosio, el Cardenal Jesús Posadas Ocampo y Francisco Ruiz Massieu) le comentó al presidente Ernesto Zedillo que tenía elementos suficientes para acusar a Raúl Salinas de Gortari de ser autor intelectual del asesinato del entonces Secretario General del PRI, y casi le pidió permiso para detenerlo, Zedillo lo consultó con sus asesores y todos se opusieron.
“Uy no. No se le olvide que Carlos Salinas sigue siendo un hombre poderoso porque tiene influencia sobre varios miembros de su gabinete y los gobernadores le deben la chamba. Tomando en cuenta los amigos que hizo en la SEDENA (casi todos generales), puede incluso que se geste un golpe de Estado lo que ocasionará revueltas en el país con la consecuente desestabilidad política y una brutal devaluación del peso. Uy no, ni pensarlo señor presidente”.
Zedillo meditó 24 horas, después tomó el teléfono y le dijo a Chapa Bezanilla: Va.
Raúl Salinas fue aprehendido… y no pasó nada. Por el contrario, hubo una especie de ambiente festivo por la detención del “Hermano Incómodo” al que la raza de bronce acusó, al igual que al expresidente, de ser causantes de todos los males nacionales.
La detención de Raúl, ha sido lo más cerca que un presidente en funciones ha estado de meter en la cárcel a su antecesor.
Si Luis Echeverría, José López Portillo, Carlos Salinas y Enrique Peña Nieto (por poner cuatro ejemplos) vivieron y han vivido sin sobresaltos a pesar de que hicieron méritos más que suficientes para ir a prisión, nada que no sea encubrimiento podemos esperar de un presidente en funciones con su inmediato antecesor por muy déspota, autoritario, sectario, corrupto y bandido que sea.
Este miércoles, sin duda por la detención del presidente de Perú, Pedro Castillo y otras calamidades que han sucedido a mandatarios sudamericanos, Andrés Manuel López Obrador tocó el tema sobre su hipotético encarcelamiento.
Cuando le preguntaron si no teme que le pase lo mismo que a la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández, a quien las autoridades le echaron 6 meses de prisión, o lo que pasó con Luiz Inacio Lula que estuvo preso en Brasil, contestó. “Acerca de lo que me pueda pasar no tengo nada de qué avergonzarme, estoy acostumbrado a enfrentar a mis adversarios. Si quieren meterme a la cárcel cuando termine (mi mandato) ya saben dónde voy a estar”.
¿López Obrador ha cometido delitos en el ejercicio de su presidencia? Futa, a pasto, docenas y docenas. Sobrado de soberbia muchos de esos delitos los ha perpetrado desde el púlpito de sus mañaneras.
Tiene señalamientos públicos de todos los colores; desde faltas administrativas hasta acusaciones por crímenes de lesa humanidad, pasando por abuso de poder, deforestación y daños a la ecología, protección a grupos criminales, difamación, encubrimiento, delitos electorales, uso de recursos con fines electorales y un rosario así de grande.
¿Qué pasará si su sucesor lo mete en prisión? Nada que no sea festinar su detención como se festinó la de Raúl Salinas, que aunque no fue presidente, es hermano de uno que sí lo fue.
Si a Raúl lo acusaron de robo, a Andrés Manuel lo acusarán de todo lo demás.
Pero el ego del presidente es tan dilatado que piensa que si lo encarcelan el pueblo se levantará como uno solo para exigir su liberación. Se equivoca. Así como hay millones que tienen algo que agradecerle, también hay los que tienen mucho que reclamarle y son más que los 30 millones que votaron por él en 2018.
En lo personal no creo que pise la cárcel, aunque debería por todo lo que ha destrozado. De lo que sí estoy seguro es que ocupará un nicho pero no a lado de Juárez o Madero, sino junto a Echeverría y López Portillo, sujetos que se sintieron más que indispensables y tocados por un halo divino, hasta que los mexicanos los tiraron en el basurero del olvido en lugar de echarlos al basurero de la historia.
Sabia decisión porque hasta donde sé lector, nadie se vuelve a acordar de la basura después de que la tira.
Pepe Yunes una vez más
Una vez más el diputado federal del PRI José Francisco Yunes Zorrilla actuó con la congruencia que lo ha caracterizado a lo largo de su carrera política. Y lo hizo patente en sus redes sociales al escribir: “La reforma en materia electoral enviada por el Ejecutivo Federal no alcanzó la votación calificada requerida para modificar la Constitución. Como lo adelanté, mi voto fue en contra”.
Cuando se trata de defender causas justas, la congruencia y sensatez del legislador peroteño se han hecho patentes en el recinto de San Lázaro. José Yunes es de una pieza, con él no hay medias tintas y menos cuando se trata de la democracia de nuestro país que ha zarandeado de muy fea manera desde Palacio Nacional, un sujeto que llegó a la presidencia presumiendo de demócrata.