Hoy 9 diciembre la ONU lo estableció como el Día Internacional contra la Corrupción, testimonio fiel de que algo no funciona ni anda bien. Resulta aún más alarmante que se tenga una fecha para recordar esta lucha que no debería de existir.
Hasta pareciera poco lógico el querer acabar con la corrupción, pero además no sólo aquí en México sino en muchas partes quienes miden con herramientas confiables la conducta humana en este rubro,- sea en el contexto de gobierno en todos sus niveles como en el sector privado,- apuntan a qué muy poco han avanzado y resulta peor saber que se ha incrementado este fenómeno.
Las simples mentiras por incumplir los compromisos de la persona -gobierno o no – hablan de poca transparencia en el terreno de lo que se comunica o dice y el dar buenos resultados.
En el sector gobierno es común oír decir que no les alcanzan los recursos para cumplir con obras, servicios y acciones, pero piden mayor presupuesto y a veces caen en subejercicio o peor aún, al ser revisados por control y evaluación les resultan observaciones, más allá de que sean o no sancionados.
Mientras que en la iniciativa privada hay quienes se quejan que el sector oficial no les brinda apoyo para promover la inversión con esquemas fiscales y de ahorro, pero no cierran o merman sus plantas productivas -que además es de agradecer conserven empleos- lo que igualmente es muestra de que mienten.
Dicho de otra forma, mentir y engañar con lo que se comunica y hace, también significa corrupción y no sólo por querer sobornar o entrampar acciones, obras o servicios desde la actividad humana en el giro o esfera que sea.
La anticorrupción debe ser tratada desde los planes escolares, desde el hogar, la casa, y no porque la persona en lo físico o institucional lo decida. Es más, sostengo que la corrupción no es una cuestión que esté en el ADN de las personas o sólo porque algún familiar o ascendiente haya incluso procesado por actos de esa naturaleza. El combate a la corrupción debiese atenderse a través de los programas de educación y cultura, así como la protección civil.
La corrupción es una moneda de dos caras, una de ellas es la de descubrir y remediar los actos realizados en contra de las reglas establecidas. Este aspecto se cierra definiendo a los culpables y su castigo. Y la otra cara, se refiere a las acciones preventivas encaminadas y tienden a evitar la simulación y la apropiación ilegítima de los bienes de la sociedad.
En ambos sentidos, sin duda, hay muy poco cumpliendo a cabalidad con las dos caras aún en los actuales tiempos en muchos pisos de la sociedad.
Es simple: luchar contra la corrupción tiene la finalidad de evitar que los que están en el poder lo usen para su propio y exclusivo beneficio, y por ahora la comunidad organizada como contraloría ciudadana y social, los órganos internos de control, las instancias como el Orfis, la ASF, entre otras, tienen la palabra.
UN CAFÉ CON DOBLE CARGA
Vaya reconocimiento que hizo la diputada federal priista Lorena Piñón, al trabajo del director del Centro Veracruz de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) Ramón Álvarez Fontán durante la comparecencia del titular de la SICT, Jorge Nuño Lara, como parte de la Glosa del 4º Informe de Gobierno ante las Comisiones Unidas de Comunicaciones y Transportes y de Infraestructura. Y es que es una realidad que el boqueño se ha caracterizado por la política de puertas abiertas que impera en la dependencia que encabeza. Los propios alcaldes y diputados de todos los colores son quienes han destacado el actuar de Álvarez Fontán, siempre diciendo lo que sí se puede cumplir y lo que de plano está en chino. Sin dar largas ni falsas esperanzas.
¡ ES CUANTO !