“Cuando el dolor es insoportable, nos destruye; cuando no nos destruye, es que es soportable.” – Marco Aurelio.
Duele el amor, duele el desprecio, pero debe doler más tener el poder y no recibir del pueblo el afecto o cariño que pensabas tener.
Se hace evidente que tras la movilización del pasado domingo en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE), caló hondo en el corazón ya de por sí apachurrado del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Y ahora anuncia que no habrá informe de Gobierno este próximo 1 de diciembre, mejor vamos desde su monstruosa capacidad a medir fuerzas, vamos a medir músculo, y claro que la movilización con cargo al erario estará puesta y a la orden del día el próximo 27 de noviembre.
Cuántas unidades habrá de enviar Veracruz para la megamarcha que ahora quiere el oriundo de Macuspana encabezar, solo porque sus 10 mil o 12 mil –según los cálculos del Secretario de Gobierno, Martí Batres Guadarrama- si le pudo.
Pero constreñir la política nacional a la medición de fuerzas y concentración masiva de personas es por mucho un constructo que puede generar consecuencias peligrosas, pues a la primera provocación, las cosas se pudieran salir de control y después ya ni le platico.
La realidad es otra, es la de valorar una política constante que durante los últimos cuatro años el gobierno federal ha provocado, dividir y provocar enconó entre mexicanos, por el simple placer de hacer del discurso el arma perfecta de división.
Que nos queda, la lógica indicaría que la prudencia impere, pero teniendo en cuenta que de aquel lado existe un azuzador profesional, lo más seguro es que el encono y el rencor prolifere.
Por el bien de México, alto ya a la violencia provocada por el propio mandatario federal, que, con su llamada a marchar por las calles, es una insinuación a la misma violencia.
Si en solo 4 años una pequeña muestra en defensa del INE, lo puso tan nervioso, que será el día que se llegue la verdadera elección.
Al tiempo.
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