La marcha de ayer fue el principio del fin. Harán mal los gobernantes –Andrés Manuel López Obrador y Cuitláhuac García Jiménez–, los diputados federales y los dirigentes de Morena –Mario Delgado y Esteban Ramírez Zepeta– si no le dan la dimensión y el significado real que tienen las movilizaciones que hubo.
Un amplio sector de los mexicanos salió en defensa de que no se atente contra el Instituto Nacional Electoral como se ha hecho contra otras instituciones autónomas.
Las manifestaciones y protestas se dieron en medio de un clima de división interna de Morena y de franco y abierto enfrentamiento y desacato al presidente, principalmente por parte de uno de los actores políticos más relevantes de la vida política nacional en este momento, el senador Ricardo Monreal, todavía por ahora integrante del partido en el poder.
Miles de los que marcharon en muchas ciudades del país y del extranjero fueron los que votaron a favor de López Obrador el 1 de julio de 2018. Ayer fueron la expresión, el testimonio del desencanto de miles de mexicanos que esperaban el cambio, un cambio tantos años anhelado, y que de la esperanza han pasado a la desesperanza en apenas cuatro años.
Los oficialistas dirán con anticipación que serán más los que llenarán, para irle a aplaudir, el Zócalo de la Ciudad de México el próximo 1 de diciembre, cuando constitucionalmente arrancará el quinto y penúltimo año de gobierno de AMLO; sí, estarán en lo cierto, serán más, pero porque muchos irán de acarreados, forzados por presión y amenazas de despedirlos de sus trabajos si no lo hacen.
Los de ayer marcharon en forma espontánea, porque quisieron expresar su descontento. Lo hicieron con toda libertad, porque creen que es posible corregir y darle otro rumbo al país por medios pacíficos, dentro del orden legal, sin llegar ni recurrir a la violencia; porque actúan en función de los intereses del país por encima de la persona de Andrés Manuel; porque ponen por encima de todo la vida institucional.
Pero se engañarían los hombres y mujeres en el poder si creen que los únicos descontentos e inconformes son o fueron todos los que marcharon; se engañarían porque igual número o muchos más son los que hubieran querido hacerlo, aunque se abstuvieron por ahora para evitar represalias; inconformes, miles de burócratas entre ellos, en quienes se fermenta un brote de oposición y rebeldía, que cuando estalle va a desestabilizar al gobierno.
El rencor y el odio no son la solución: Monreal
Las expresiones de preocupación y en defensa de la vida democrática, de la legalidad, de las instituciones, no solo son de la sociedad civil, sino también de algunos integrantes de Morena como Ricardo Monreal, lo que debe reconocerse. En su cuenta de Twitter, el sábado fue muy claro: “Para vivir en una sociedad con armonía, tenemos que aprender a respetar la Constitución y la ley. Deseo que México prospere y cuente con un sistema jurídico que nadie pueda vulnerar. El rencor y el odio no son la solución”.
Un día antes, el viernes, en declaraciones, dijo que en caso de que la Cámara de Diputados apruebe la reforma electoral, el Senado revisará la minuta con responsabilidad y mesura; que se escuchará a todos, y recordó que casi todas las minutas que provienen de la colegisladora han sido modificadas por las y los senadores, “se mejoran, se enriquecen, se perfeccionan y en ese ánimo estamos”.
Se entiende, pues, que no van a actuar por consigna ni fast track y que el Senado puede frenar la intentona de la reforma. Hoy por hoy, Monreal polariza simpatías a favor por su actitud independiente y de respeto a la ley, por su no sometimiento a los dictados, cuando no a los caprichos, del presidente. El jueves de la semana pasado dio muestras de su fortaleza política cuando 90 de 128 senadores, de todos los partidos, le dieron su respaldo ante las agresiones en su contra por parte de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, quien obedece consignas de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
Entonces, el legislador zacatecano, doctor en Derecho y maestro de la UNAM, afirmó que al país le conviene un Poder Legislativo independiente, de contrapeso, “porque la existencia de un contrapeso real, la existencia del equilibrio de poderes, la existencia de la autonomía de los mismos, ayuda a construir mejores sociedades, que se respeten los derechos y las libertades y que no se cometan excesos”.
Ayer domingo, sobre las cinco de la tarde, tuiteó: “Las expresiones ciudadanas que hoy se manifestaron nos deben llamar a la reflexión serena. A nadie deben extrañar ni menos ofender; es la democracia y es la libertad. Es el México vivo”. Pregunto: ¿acaso es el México bronco del que advertía don Jesús Reyes Heroles? A los morenistas aplica ahora la advertencia que hizo el hijo ilustre de Tuxpan hace 44 años: “Pensemos precavida y precautoriamente que el México bronco, violento, mal llamado bárbaro, no está en el sepulcro; únicamente duerme. No lo despertemos (porque) todos seríamos derrotados.”
En Xalapa, muchas eran mujeres
Se supone que cuatro años después, el presidente –y en Veracruz el gobernador– deberían ya haber convencido a la mayoría de los mexicanos y tener su respaldo, haber convencido incluso a quienes no votaron por ellos, pero las manifestaciones de ayer mostraron que no lo lograron y difícilmente lo van a lograr en los dos años que le restan al sexenio.
En Xalapa, en donde se manifestaron unas cinco mil personas por lo menos, pude advertir que muchas eran mujeres, jóvenes, adultas y adultas mayores, y las mujeres son activistas consumadas cuando se lo proponen, multiplicadoras de apoyos y simpatías, que seguramente trabajarán en sus hogares, entre sus vecinos, en sus colonias, para consolidar su inconformidad y, en forma indirecta, restar votos a Morena en 2024.
Uno de los efectos y riesgos para el morenismo en el poder es que el hecho de que miles se decidieran a tomar calles, avenidas y sitios públicos para hacer escuchar su voz animará a quienes han tenido temor a expresarse y engrosarán las filas públicas de los manifestantes e inconformes.
La sociedad civil hizo su parte ayer. Cumplió sin temor alguno. La responsabilidad queda ahora en manos de los diputados de la oposición y de los de Morena que quieren sumarse.
Pero hay que ver más allá. Creo que fue la primera gran señal del deterioro y de la pérdida de poder del actual gobierno, que va a morir de muerte natural porque ya va rumbo al final de su mandato constitucional; al presidente le restan solo 22 meses y 15 días (termina el 30 de septiembre de 2024) para que se congracie con quienes ayer manifestaron su desacuerdo, pero se ve muy difícil que lo quiera hacer porque está empeñado en actuar por capricho personal. Los dos últimos años no serán un día de campo para el morenismo.
Inició campaña Sheinbaum en el Totonacapam y en la Huasteca
Tal y como se había anunciado, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México y candidata presidencial del presidente Andrés Manuel López Obrador y del gobernador Cuitláhuac García Jiménez, Claudia Sheinbaum, inició ayer su campaña proselitista en el estado visitando el Totonacapam y la Huasteca. Para hacer lo mismo, con ella llegó la zacatecana Rocío Nahle García.
Los recibió Cuitláhuac, jefe de la campaña de ambas. Aparte de la “conferencia magistral” de la funcionaria de la CDMX en Tuxpan por la tarde, antes se reunieron en Papantla con los alcaldes y las alcaldesas del norte del estado, además de que asistieron a presenciar una actuación de los Voladores de Papantla y comieron comida típica totonaca después de ver una demostración de las “Mujeres del Humo”, cocineras que les prepararon sus alimentos.
Según la señora Sheinbaum, recibieron “las enseñanzas” del Consejo de Abuelos Totonacos, del Consejo de los Abuelos del Kanituán y del Consejo Supremo Totonaca. Según el gobernador, todo se trató de un “intercambio cultural”.
Lo que no dijeron fue que asistieron a un nicho de medicina tradicional y sanación totonaca, un poco la versión de los brujos de Catemaco, un ritual con el que, según, es posible mejorar el bienestar y la salud, así como renovar energías, una “limpia”, pues, a lo totonaco. A ver si así la hacen.
Sobre el acto en Tuxpan, que llenaron con acarreados del todo el norte, no fue nada del otro mundo y menos en comparación con los miles que salieron a protestar en todo el estado contra una reforma promovida por su partido, lo que reflejó que ni la Sheinbaum ni la Nahle prenden entre los veracruzanos.