Uno de mis primeros reportajes hace como mil años fue sobre los altares del Día de Muertos. Recuerdo que mientras viajaba del entonces DF a la zona norte de Veracruz en compañía del fotógrafo Carlos Henze, me preguntaba qué me podrían decir unas flores de cempasúchil y unas hojas de palmilla atadas a unas varas. ¡Y qué no me dijeron!
Cada año de mi infancia en Tuxpan vi esos altares, me harté de tamales, piques con asientos de chicharrón, chocolate, pan de muerto, atole de calabaza, camote enmielado, higos en almíbar, dulces de jamoncillo y disfruté de la danza de La Malinche. Pero no conocía el origen de la festividad hasta que regresé a mi tierra como aprendiz de reportero (cosa que hasta la fecha sigo siendo).
Si en los altares de mi infancia dominaban fotos en blanco y negro de hombres y mujeres mayores que incluso anduvieron en la Revolución, casi veinte años después esas mismas fotos estaban acompañadas de graficas a color de personas que conocí, traté y con las que conviví en el barrio de la Fausto Vega.
Tengo muy presente que en cada sitio a donde llegamos a reportear nos ofrecieron lo que comento líneas arriba, aderezado con el infaltable chocolate que ya mencioné, atole, refrescos, cerveza o aguardiente del que te avientas un trago y ves al diablo sin calzones, lector.
En mis andanzas como reportero tuve el privilegio de cubrir la celebración de Todos Santos o de los Fieles Difuntos en casi todo Veracruz, Oaxaca, Michoacán, Chiapas, Yucatán y en algunas delegaciones del DF. Todas diferentes; todas únicas.
En Jiquilpan vi un enorme altar para conmemorar a un solo hombre: Lázaro Cárdenas del Río. Y la celebración en el lago de Pátzcuaro y en la isla de Janitzio. En Oaxaca vi platillos únicos como ofrendas a los muertos; en Yucatán vi cómo limpian los huesos de los difuntos. Y lo que vi en el panteón de Mixquic fue casi irreal por fascinante.
Los dos años de pandemia que nos encerraron a todos, le pelaron los dientes a los muertos que fieles a su costumbre llegaron a los altares a degustar lo que les pusieron en las ofrendas. Y ahora que andamos sueltos vendrán con más razón.
En el caso concreto de Xalapa, desde la semana anterior una enorme nube amarilla de cempasúchil cubrió mercados y plazas, lo mismo que los racimos de moco de pavo o garra de león (horribles nombres para esa bella y enigmática flor de terciopelo púrpura), además de la palmilla y las varas que, convertidas en altares, adornan casi todos los hogares xalapeños, sus barrios y sitios emblemáticos como el Parque Juárez y el Palacio de Gobierno.
Pero de los no sé cuántos altares que he visto en mi vida dedicados a familiares, hombres y mujeres ilustres, héroes nacionales, compositores, novelistas, cantantes, actores y un largo etcétera, hacía falta uno…
Invitado por el ingeniero Ramón Reyes Viveros, coordinador de comunicación social del PRI en Veracruz, asistí el pasado jueves a las oficinas de ese partido solo para llevarme una agradable sorpresa. En el despacho del ingeniero se instaló un fastuoso y bello altar dedicado a la memoria de los periodistas que ya partieron.
Están en el altar decenas de gráficas de compañeros tanto veracruzanos como algunos del resto del país, que se nos adelantaron de 20 años a la fecha y que no habían recibido un reconocimiento de esa naturaleza.
Me emocionó y llenó mi mente de recuerdos, ver a amigas y amigos con los que compartí espacios en los medios cuando llegué a estas tierras y con los que anduve codo a codo por esos caminos de Dios en busca de la noticia.
También me sorprendió el poder de convocatoria de Ramón Reyes ya que asistió un buen número de periodistas, reporteros, fotógrafos, columnistas y articulistas como pocas veces he visto juntos, a comer unos deliciosos tamales y admirar el altar.
“Un gran altar dedicado a recordar a quienes desde distintas trincheras contribuyeron a llevar la noticia, la foto, la crónica y toda su capacidad creativa para informar, criticar, difundir, resaltar y transmitir a la opinión pública todo lo que ahora vemos; la evolución de los medios de comunicación”.
Quizá alguien diga que cada año ponen un altar para periodistas en el Club de Periodistas y es verdad, pero faltaba el reconocimiento social y guste o no guste el tricolor es parte sustantiva de la sociedad.
El ingeniero Ramón Reyes y su equipo de trabajo, no sólo colocaron las fotos y ofrendas, sino una pantalla donde hacen referencia a la labor profesional de los periodistas tanto mexicanos como veracruzanos, que con su pluma han dado renombre a Veracruz.
Bienvenida nuevamente la magia de los altares. Y a título personal, gracias al tricolor por el merecido homenaje a los compañeros y amigos que se nos adelantaron.
El buen ojo de Dante en Tuxpan
Si algo hay que reconocerle a Dante Delgado es el buen ojo que tiene a la hora de escoger a políticos jóvenes para hacer crecer a su partido Movimiento Ciudadano. Tiene un gobernador en Jalisco (Enrique Alfaro), otro en Nuevo León (Samuel García) y un alcalde en Monterrey (Luis Donaldo Colosio Riojas) que es precandidato a la presidencia de la República.
Hace unos meses alguien le habló del joven político tuxpeño Luciano Folgueras que es regidor en la comuna de ese municipio. Y Luciano le llenó el ojo al grado que fue nombrado coordinador operativo municipal de Movimiento Ciudadano el pasado 26 de septiembre.
Luciano Folgueras es un joven emprendedor que se ha destacado por su trabajo en el cabildo tuxpeño. Gracias a su don de gentes se ha ganado el respeto de sus paisanos que en verdad lo aprecian y valoran su desempeño. Tan es así que cuando recibió el nombramiento de MC asistieron casi quinientas personas a un evento al que se esperaban cincuenta como máximo.
Lo que llamó la atención en los corrillos políticos tuxpeños, es que entre los asistentes estuvieron cinco ex alcaldes de Tuxpan y la región, ex candidatos a cargos de elección popular de diferentes partidos y corrientes políticas, empresarios, líderes populares y jóvenes, muchos jóvenes.
Al dar a conocer su mensaje, Luciano captó la atención de los presentes por la frescura y claridad de sus palabras. En esta época de confrontación y descalificaciones las palabras del joven político fueron de respeto, conciliación y propuestas para mejorar la calidad de vida de los tuxpeños.
Aunque aún falta para las elecciones municipales, apunta desde ahora lector a Luciano Folgueras como el más fuerte aspirante de Movimiento Ciudadano para la alcaldía de Tuxpan.
Habrá que seguirlo de cerca porque de él se hablará mucho y bien en los meses por venir.