La putrefacta clase política nacional apesta. La de la mayoría se distingue pues es el presidente de México quien les marca el paso. Sea el legislativo o el judicial el control viene del látigo del secretario de la SEDENA. La incredulidad rebasa los sentidos. No es posible ver y escuchar tantas aberraciones de un mandatario claramente desquiciado. Burlón de la nación e irrespetuoso de las leyes. Cada acción presidencial lleva un desprecio. Actitudes de gran soberbia en el conocimiento de que nadie de sus siervos puede refutar algo. Cantinflas era genial y creó un lenguaje muy propio que le hizo famoso. Aplicarlo en cuestiones serias y de trascendencia para el país por un pésimo imitador es preocupante. Nos hundimos y no se quiere ver. Los senadores y diputados afines a MORENA nos avergüenzan con sus vulgaridades, ineptitud e ignorancia. Nos llevan al límite y llegará la hora del cobro. Hay una extensa lista de nombres que recibirán un juicio político severo. Lo encabezan el Peje, el adusto Adán Augusto, Crescencio Sandoval y las corcholatas de las cuales no se hace una que brille con luz propia. La desesperación de todos es visible y difícil de ocultar. Saben que esto no va nada bien y que el tener tanto poder no es sinónimo de garantía para la perpetuidad.