Una cosa es que tengas que ir a los funerales de una Reina y otra que descuides tu campaña rumbo al 2024. Así debió pensar Marcelo Ebrard que desde que se subió al avión que lo llevaría a Londres tuvo a sus fans al corriente de su itinerario mediante las redes. “Ya en el avión que nos llevará a mi esposa Rosy (Rosalinda Bueso) y a un servidor a Londres para asistir a los funerales de S.M. la Reina Isabel II de Inglaterra”.
“Acabamos de llegar al aeropuerto de Heathrow para asistir, en representación del pueblo y gobierno de México, a los funerales de S.M. la Reina Isabel II de Inglaterra”. “Estamos en la embajada de México en Londres donde firmé el libro de condolencias por la muerte de S.M. la Reina Isabel II de Inglaterra. Me acompañan mi esposa Rosy y…”
Y en más de la embajada, los esposos Ebrard-Bueso posaron frente a un mural hecho en la representación diplomática, ambos de riguroso negro pero con una sonrisota de este tamaño: “Saludos desde nuestra embajada en Londres. Les comparto este lindo mural que nos llenó de alegría, una obra del artista mexicano ‘Remix uno’. Orgullo mexicano”.
Más adelante dijo: “Presenté los respetos de México a S.M. la Reina Isabel II en la capilla ardiente establecida en Westminster Hall. Me acompañó Rosy mi esposa así como…”.
Todavía se dio tiempo para declarar que “afinará” con sus homólogos de Rusia y Ucrania la (ridícula) propuesta de paz que presentó el presidente López Obrador para esos países.
Y tanto fue el cántaro al agua hasta que el señor canciller metió la pata.
Cometió un desliz que lo catapultó internacionalmente porque en pleno funeral, con el cuerpo inerte de la Reina a unos metros de distancia, compartió una enésima selfie donde está con su esposa: “En el Funeral de Estado de S.M. la Reina Isabel II”.
Y estallaron las redes.
“En serio, Marcelo, ¿selfies en un funeral?”, preguntó un usuario mientras otro agregó: “Que alguien le diga a este ignorante que es de pésimo gusto y una enorme falta de
respeto andar tomándose selfies en un funeral, y más en una ceremonia solemne siendo un
funeral de Estado”. Otra usuaria escribió: “Marcelo, pensaba que por lo menos eras una persona educada… qué bárbaro, puras vergüenzas…”.
Y en efecto lector, Marcelo se ha destacado de sus compas de la 4T por pulidito, atildadito y bien educado, pero le salió el chairo que lleva dentro y ahorita es la botana internacional.
De los más de 100 dignatarios que asistieron a las exequias de Isabel II (reyes, príncipes, primeros ministros, presidentes, cancilleres etc.), el único que salió con su babosada fue Marcelo y eso lo hace diferente.
¿Cometió un crimen? No, pero sí una grave falta de tacto diplomático y una majadería. Como canciller que es jamás debió actuar de manera tan corriente. Si lo que buscaba era estar en boca de todos lo logró, aunque vaya manera. Pero de ahí no va a pasar.
“Que le diga adiós a la presidencia de la República” me dijo un amigo. Pero no es por ahí el asunto. Marcelo nunca ha estado en el radar de López Obrador. La efectiva sigue siendo Claudia Sheinbaum a la que hasta Ken Salazar le dijo ayer “presidenta”. Y el plan B sigue siendo Adán Augusto López.
¿Y Marcelo?
A pesar de que ha sido el mejor elemento del gabinete obradorista su cuenta regresiva ya se echó a andar. Quizá a mediados del próximo año López Obrador le dé una patada y lo mande a su casa. O quizá lo mande antes; la selfie podría ser el pretexto.
Entonces ¿no hay un plan C?
Sí, es Andrés Manuel.
No sé a ti lector, pero a mi no me va a sorprender si el próximo año dice que el pueblo le está pidiendo que “alargue su mandato” y piensa tomarle la palabra.
Veremos.
- Por piedad, que todos los sacerdotes del país rieguen agua bendita los próximos 19 de septiembre en lugar de que se hagan simulacros antisísmicos. A ver si con eso se conjura la maldición de ese pinche día.