Esta semana comenzó calientita en el Congreso de la Unión con el tema de la Guardia Nacional y su incorporación a las Fuerzas Armadas, un tema en el que los priistas (a excepción de uno) salieron muy raspados entre otras cosas porque su matrimonio por conveniencia con el PAN y el PRD está en proceso de divorcio. Se acabó la alianza para el 2024.
La propuesta por supuesto, vino del presidente López Obrador que con esto mandó al diablo su promesa de que la Guardia Nacional estaría siempre bajo el mando de una autoridad civil, aunque solo sea en el papel.
El primero en pegar de gritos fue el líder del PRI, Alejandro “Alito” Moreno que dijo que su partido jamás apoyaría una aberración de esa naturaleza por anticonstitucional y antidemocrática. Pero mientras Alito pegaba de berridos, la diputada priista Yolanda de la Torre presentó una iniciativa para ampliar del 2024 al 2028 la presencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad, y nadie le quita de la cabeza a panistas y perredistas que el PRI se vendió a Morena.
Más tardó doña Yola en presentar su iniciativa, que en desatarse el rumor de que el coordinador de Morena, Ignacio Mier, habría ofrecido a los priistas “acomodar” los cargos en la Sección Instructora y evitar con ello el desafuero de Alito. Y algo de cierto ha de haber donde Layda Sansores anunció que retiraba los cargos contra el líder del tricolor (es decir, ya no habrá desafuero), después de que Yolanda presentara la iniciativa.
Tras esto vino el numerito de la “unidad partidista”. Los priistas emitieron un comunicado que dice en su parte medular: “Los legisladores priistas Yolanda de la Torre, Ildefonso Guajardo, Carlos Iriarte, Frinné Azuara, Melissa Vargas, José Francisco Yunes y Adriana Campos refrendaron su propuesta de ampliar hasta 2028 el periodo en que el Presidente de la República podrá disponer de las Fuerzas Armadas para tareas de seguridad pública, al argumentar que la iniciativa es una medida enfocada en resolver los problemas de inseguridad que se enfrentan en el país”.
Aunque unidad unidad, lo que se dice unidad, pues como que no la hubo. Quien se desmarcó de inmediato fue diputado José Francisco Yunes Zorrilla al hacerle ver al coordinador de su bancada, Rubén Moreira, que nunca respaldó esa iniciativa. Y tan no la respaldó que escribió en sus redes: “El debate respecto a la propuesta de extender la presencia de las Fuerzas Armadas en la Guardia Nacional debe realizarse a finales de la Legislatura, ante la desastrosa gestión en seguridad del gobierno y el incumplimiento en la formación de nuevos policías. Éste no es el momento para votar modificaciones”.
Más adelante dijo a sus compañeros legisladores, pero para que lo oyeran los veracruzanos: “Si se somete a votación en estos momentos la reforma al transitorio para prolongar la presencia de las fuerzas armadas hasta el 2028, yo votaré en contra”.
Y los veracruzanos debieron aplaudirle cuando agregó: “Si al final de este gobierno se hace evidente que no se hizo lo necesario para conformar una policía totalmente civil, entonces sí discutiremos la posibilidad de ampliar el plazo, pero una vez que haya quedado en evidencia el fracaso del proyecto de seguridad de este gobierno, y sólo para no dejar al país en manos de la delincuencia”.
Ojo lector, es bueno subrayar que nadie está en contra de que el Ejército y la Marina, que son las instituciones mejor calificadas por los mexicanos, se sigan encargando de su seguridad y protección, sobre todo en municipios flagelados por la violencia. Ese no es el punto.
Lo que está a discusión es el cisma político y social que está provocando la decisión de Andrés Manuel de fusionar a la Guardia Nacional con las Fuerzas Armadas y que ocasionó (porque ya sucedió), la separación entre el PAN y el PRI y su inevitable divorcio.
Marko Cortés fue muy ácido: “Yo espero que (los priistas) corrijan, que retiren la iniciativa o que la voten en contra. Porque de no hacerlo, el PRI cargaría con la responsabilidad y tendría que explicar el porqué de que no pueda continuar la coalición Va por México ni en lo legislativo, ni mucho menos en lo electoral”.
Un engallado Alito Moreno le contestó mediante un tuit con la soberbia de quien piensa que su partido aún es hegemónico: “El PRI no recibe ultimátum ni acepta órdenes de aliados o de adversarios”.
Hoy miércoles, Alito ofrecerá una conferencia donde sacará de la chistera las razones de su apoyo a la iniciativa de Yolanda de la Torre, (en realidad su apoyo es para López Obrador que lo tiene bien apergollado de los… de ahí, lector), con lo que le dará el tiro de gracia a la alianza y (ahora sí) terminará de fragmentar a su partido.
¿Quién pierde con este embrollo? Pierden los mexicanos que deseaban ver liquidado a Morena en el 24 lo que no será posible sin la alianza opositora. Pierde el PRI porque lo vendieron por la libertad de Alito; pierde el PAN porque no hará mucho en solitario y pierde el PRD (quizá hasta el registro) porque depende de esos dos partidos para respirar.
¿Quién gana? Gana Andrés Manuel que pulverizó la alianza PAN, PRI, PRD lo que despeja el camino a su candidato o candidata para el 24. Gana porque se salió con suya y la GN pasará a manos del Ejército. Gana Alito porque ya no lo metieron al bote (al menos por ahora). Gana Morena que ya se está frotando las manos con los estados de Coahuila y el Estado de México que serán suyos el próximo año. Pero además…
Gana José Francisco Yunes Zorrilla porque al mantener la firmeza de sus convicciones, salió de este diferendo con su dignidad y su reputación sin mácula. Y más fuerte, políticamente hablando.