Las reformas administrativas un fracaso, “YolandaO”

Poco, muy poco se puede abonar en favor de la democracia cuando se tiene una dictadura enfrente.

En México, ni aun dando pasos firmes hacia la democracia, hemos logrado el verdadero espíritu de Administración Pública, donde se supone que el Estado sólo debe canalizar las demandas de la sociedad.

Por ello llama la atención el análisis de la abogada, doctoranda y con experiencia de casi tres décadas en la administración pública estatal y federal, Yolanda Orduña, cuando analiza el discurso demagógico de que se hacen las cosas por el bien del pueblo.

“La perspectiva general, sin embargo, es puesta en entredicho por gobiernos populistas, que asignan al Estado el liderazgo sin inclusión social”.

Recordemos que muchas administraciones públicas en el mundo, están tomadas por personajes dispuestos a como dé lugar a mantenerse en el poder.

Por lo serio del análisis retomo el texto de la abogada en esa búsqueda de encontrar caminos del rescate de la administración pública en nuestro atribulado México.

Dice al calce la especialista que “el origen de la Administración Pública se encuentra en la Ciencia Política (Policy), desde los sumerios, hititas, asirios, persas, egipcios, chinos, griegos, romanos, bizantinos y los estudios de política alemanes de los siglos XVI al XVIII”.

Contribuyeron todos, añade, de manera notable, con sus tratados y experiencias administrativas a forjar el concepto de “La Ciencia de la Administración”.

Pero ¿Qué es la Administración Pública?

Es un derecho fundamental de los ciudadanos a exigir determinados patrones o estándares en el funcionamiento del gobierno; por lo que, toda democracia está obligada a servir al interés general.

La buena Administración Pública, por tanto, tiene mucho que ver con la adecuada preparación de las personas que dirigen los organismos públicos.

Habrá que tener presente, retoma la especialista, que las instituciones públicas en la democracia no son propiedad de sus dirigentes, sino del pueblo que es el titular de la soberanía.

“El responsable tiene que saber que se deben de rendir cuentas continuamente a la ciudadanía; así como ofrecer calidad en el servicio público”.

Hoy en día existe un modelo de administración pública apegado a los ideales, con servicios públicos de gran calidad, crecimiento económico estable, y un sistema educativo excelente. De hecho, fue bautizado como “Modelo de Bienestar Nórdico” y parece una utopía.

Eso sí, no son superpotencias económicas y tampoco militares, incluso dentro de su contexto regional tampoco son pilares básicos; pero son considerados excelentes lugares para vivir y son: Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia.

El sistema de bienestar de estos países se articula en base a dos hechos principalmente:

  1. la intervención político-económica del Estado y
  2. una notable concienciación y participación política de la sociedad.

Esto, a lo largo de los años, ha creado un circuito que se retroalimenta constantemente y que favorece tanto la correcta actuación de los actores públicos como los niveles de exigencia de la sociedad respecto a las políticas públicas y la marcha del país en su conjunto.

¿Qué pasa en México?

En la historia moderna, desde el sexenio de Plutarco Elías Calles 1929; el PRI controló durante 71 años los tres poderes: el Congreso de la Unión, la Presidencia de la República e incluso el Poder Judicial; sin importar el mejor interés del pueblo, sino la contención social para establecer un gobierno.

Fue hasta 1988 que en México se comienza a hablar de la transición a la democracia y el Estado realizó una reestructuración en áreas de la Administración que con anterioridad no permitían la participación de un importante sector de la población, el privado.

Ya para el año 2000, con el triunfo electoral de Vicente Fox Quesada, existió un paso formal a la transición. Mediante un proceso de radical transformación de las reglas, de los mecanismos de la participación y de la competencia política.

Pero, aunque el pueblo ganó en las urnas, a la fecha, no se ha logrado un gobierno en favor del mismo. No ha existido una mejora en el nivel de vida, o un estado de bienestar como el mencionado anteriormente.

Aún peor, sostiene la licenciada Yolanda Orduña, hoy en día se considera que ese modelo aplicado en los 90s conocido como “Nueva Gobernanza” o Libre mercado, va en contra de lo que muchos consideran parte de una estrategia, donde la principal misión del Estado no es generar un clima propicio para el mercado, ni canalizar las demandas ya instaladas por la sociedad.

Demagogia y Dictadores

En México, ni aun dando pasos cada vez más firmes hacia la democracia, hemos logrado el verdadero espíritu de Administración Pública, donde se supone que el Estado sólo debe canalizar las demandas de la sociedad.

Nos quedamos en el discurso demagógico de “se hacen las cosas por el bien del pueblo”; pero la perspectiva general es puesta en entredicho por gobiernos populistas, que asignan al Estado el liderazgo sin inclusión social.

Recordemos que muchas administraciones públicas, en el mundo, están tomadas por personajes dispuestos a mantenerse en el poder a cualquier precio.

En conclusión:

Las reformas administrativas fallidas suceden por el sistemático olvido de la opinión de los ciudadanos en relación con el enfoque y orientación de las mismas.

Es la toma de decisiones, la que no puede quedarse bajo el coto de un actor omnipresente, único y con la decisión total. Retomemos el “espíritu real” de la Administración Pública como el derecho fundamental de los ciudadanos a exigir y atender al interés general; rindiendo cuentas continuamente a la ciudadanía; ofreciendo calidad en el servicio público, por el bien común.

El modelo nórdico es un gran ejemplo de que “lo que parce utópico pero existe”, remata su notable análisis.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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