“El silencio del envidioso está lleno de ruidos.” – Khalil Gibran.
Tras la aprobación de la Ley Nahle en Veracruz, que elimina el candado de la denominación de origen para poder concursar para la gubernatura por parte de cualquier ciudadano sin importar haber nacido en el estado.
Todo un debate se ha abierto entre los partidos de oposición, que ahora movilizan sus baterías para expulsar, al menos en el Partido Acción Nacional (PAN) a los legisladores que tuvieron la osadía de votar libremente sin pretender formar parte de un bloque que impidiera el eliminar un candado verdaderamente absurdo y ofensivo para cualquier ciudadano bien nacido.
Y es que sinceramente, el candado de la Constitución de Veracruz, no empata con lo prescrito en la Carta Magna de nuestro país, quien considera que todo mexicano puede votar y ser votado, siempre y cuando cumpla con el requisito de la vecindad o residencia –marcada por un periodo de al menos 5 años- para algunos cargos.
En toda esa red de entramadas componendas que se manejan al interior de los partidos políticos para beneficio de tirios o troyanos, resultó ser que el dirigente nacional del PAN, Marko Cortes Mendoza se disponía a viajar al estado de Veracruz, para hacer de la oposición a dicha reforma una especie de bandera en contra del actual régimen de la 4T.
Nos han confirmado que el líder nacional se trasladaba ya al territorio veracruzano, cuando le avisaron que la bancada del PAN no votaría en bloque, pues algunos de los legisladores, habían tomado la determinación de actuar con conciencia y razonamiento general del derecho, al observar que los candados de exclusión contenidos para determinados asuntos, limitan la posibilidad de que cualquier ciudadano participe de la vida política de su lugar de residencia o vecindad.
Tras la noticia el debate se convirtió en un álgido reclamo, pues una vez más el movimiento regenerador cooptaba todo intento por consolidar una aparente oposición, que en su momento, convalido con sus acciones, el tránsito político al que nos enfrentamos.
Así que ahora, no solo el PAN deberá expulsar a sus tres legisladores Othón Hernández Candanedo y Nora Lagunes Jauregui, y desconocer a Hugo González Saavedra como legislador de la fracción, debido a que él no milita en el instituto, sino que deberá comenzar con los procesos de expulsión de un número importante de presidentes municipales que aprobarán vías sus cabildos la reforma constitucional local.
De primera mano sabemos que deberán expulsar también al diputado federal panista Carlos Valenzuela, quien habría votado en contra de la determinación de no apoyar la votación en bloque en contra de la reforma al no respaldar con su voto la decisión en el máximo órgano permanente del PAN donde habían ya acordado el sentido del voto.
Así las cosas, con los panistas, que, en vez de cerrar filas en la construcción de una verdadera oposición, en la que se construya un proyecto a base de buenas propuestas, se siguen ellos mismos zancadilleando sin reparar en el daño que ellos mismos se están infringiendo.
Quizá por ello, no fue una casualidad, ni tampoco un capricho el haber reelegido a Juan Javier Goméz Cazarín como presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Veracruz, quien tomó la determinación de volverle a encomendar la máxima responsabilidad legislativa, sabía bien, que el oriundo de Hueyapan de Ocampo, pasaría a la historia por su habilidad para operar y tejer fino, pero sobre todo de su lealtad al proyecto transformador de la 4T, a su presidente Andrés Manuel López Obrador y a su gobernador Cuitláhuac García Jiménez.
En los anales de Veracruz, no se recuerda el nombre de algún legislador que repitiera en dicha posición, que, por su naturaleza, difícilmente puede tener continuidad entre periodos consecutivos, siendo la honrosa excepción a la regla.
Por lo pronto la extraña huida de Marko Cortés evidenció que en el PAN de Veracruz, no saben unificar criterios en favor de la entidad.
Al tiempo.
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