“La verdadera grandeza es la que no necesita de la humillación de los demás.” – Amado Nervo.
Para nadie es desconocido que los dos presidentes norteamericanos que más admira el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador son Abraham Lincon y Franklin Delano Roosevelt.
De Lincon suponemos que su admiración nace de la relación epistolar y de pensamiento que tuviera el presidente Benito Juárez, con quien hizo posible la conclusión de la Guerra de Secesión, pero, sobre todo, quien abolió la esclavitud en el vecino país del norte.
De Roosevelt, suponemos también su admiración provenga del hecho de que fue el artífice del gran milagro económico de tras la impresionante recesión de los 20’s que provocó una crisis económica brutal, aunado a ser también un prócer de la política de apertura a la migración –creando aquella política de “braceros” que permitió a miles de mexicanos adentrarse en el país del norte donde muchos echaron raíces, ante la falta de mano de obra producto de la incursión de EUA en la Segunda Guerra Mundial.
De vuelta a la realidad y alejado del romanticismo que estos datos históricos pudieran brindar, en los hechos, al presidente Andrés Manuel López Obrador le pagaron con la misma moneda, ese objeto de cambio que él mismo decidió emplear al no asistir a la Cumbre de las Américas, por salir de hermanito de la caridad con naciones donde las dictaduras son más que evidentes.
Así ni Cuba, Nicaragua, Venezuela, han salido a defender el desdén y el maltrato que desde la Casa Blanca le brindaron a la delegación mexicana, y es que de entrada le daremos algunos datos para que observe el ridículo que simplemente fue el presidente hacer en esta Gira.
- No fue recibido por el presidente y su esposa en la puerta de la Casa Blanca –acto que forma parte del protocolo para toda visita de estado-.
- No fue hospedado en la Casa Blanca –lo mandaron a un hotelito a cinco o seis cuadras del 1600 de Pennsylvania Avenue.
- No le ofrecieron una comida oficial, ni cena de gala con invitados especiales –parte del protocolo dicta una comida o cena de estado, a cargo de las primeras damas de los EUA, cosa que no pasó.
- Biden ofreció un picnic en los jardines de la Casa Blanca, pero no para la comitiva mexicana, estando el presidente de una nación en la misma Ciudad, algo no concebido y menos imaginado en otra circunstancia.
- Por la noche del mismo martes, Joe Biden salió de viaje a Israel, a donde llegó la mañana de este miércoles, dejando al presidente de México, como un simple turista en su país.
A pesar de estos hechos, el presidente López Obrador, tiene en su psique que habrá de pasar a la historia de México como el gran prócer del siglo XXI, el que venció al Sistema, al Hegemónico PRI que por 70 años gobernó la nación; como el primer integrante de la izquierda públicamente confirmada en lograrlo.
Pero eso no basta, él desea algo más. Y es lo que está cocinando.
Es por ello que anticipadamente lanzará la sucesión presidencial y sacará sus corcholatas a la vista de todos.
Pero el hecho en sí mismo no implicaría nada extraordinario, por eso se requiere algo que realmente lo coloque en los más altos pedestales de los hombres ilustres y héroes nacionales, y eso sería dejar como sucesora a la primera mujer presidente del país.
Así que por favor vayamos dejando a un lado la visión patriarcal –machista- dirían las más férreas defensoras del movimiento de los derechos de la mujer y comencemos a procesar que en el 2024, muy posiblemente, una mujer será la presidente de México.
Al tiempo.
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