Sobre el resultado de la elección de ayer no se dio nada que no se esperara incluyendo la debacle del PRI, que ahora sí parece definitiva, y el cero repunte de Movimiento Ciudadano.
Mientras que Morena y el PAN sostenían una guerra mediática postelección sobre el número de triunfos, el dirigente nacional del PRI no proclamaba ninguno y se concretaba a quejarse de lo que ya no era ninguna novedad: la injerencia del gobierno en los procesos. Anoche todo indicaba que se dio lo previsto: Morena ganó Tamaulipas, Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo, y el PAN Aguascalientes y Durango
No que la intromisión del gobierno esté bien y debamos mostrarnos indiferentes, pero ese fue un recurso del PRI en toda su existencia mientras estuvo en el poder, que ahora lo denuncia porque ya no lo puede hacer.
En resumen: se confirma el poderío de Morena, el segundo lugar al que parece ya condenado por mucho tiempo el PAN y la casi extinción del PRI, que no del priismo, que este se ha transmutado en Morena.
La elección de ayer ya no deja ninguna duda, por si es que la había, de que Morena aprendió bien cómo usar y abusar del poder para ganar las elecciones, al mismísimo estilo del PRI, y que el reto de la oposición para 2024 es cómo neutralizar toda esa marrullería si es que quiere recobrar el poder político.
Y no se debe perder de vista, para nada, el fracaso que ha resultado el ofrecimiento de quienes hoy gobiernan, quienes en campaña dijeron que viviríamos una verdadera democracia, por la que tanto lucharon, para terminar cayendo en lo mismo que siempre condenaron.
De cara al 2024 el panorama quedó totalmente despejado: la oposición, o el remedo de oposición que queda, tiene que navegar contra la corriente, con un partido en el gobierno hegemónico, autoritario, en muchos casos sectario, en otros vengativo o represivo, con una estructura vertical, fortalecido además por los propios adversarios, como el impresentable dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, quien aparte de que ha puesto al borde de la tumba al otrora partidazo, se aferra al cargo en lugar de renunciar de inmediato e irse con la mayor vergüenza además porque es el peor obstáculo para la oposición.
El gigantesco laboratorio humano del Salsa Fest
Una visita el fin de semana a la zona conurbada Veracruz-Boca del Río me dejó una pregunta: ¿ya estamos listos para la otra?
Por todo lo que vi y viví, pareciera que ya quedó atrás, sin ninguna objeción, la crisis por la pandemia de Covid-19 (¿es qué acaso alguien se acuerda de esta palabra todavía?).
Los municipios mencionados son el mejor laboratorio para que sepamos y comprobemos que ya no hay riesgo alguno de andar sin cubrebocas y de que los contagios son cosa del pasado.
Estuve en el festival de salsa, que congregó a miles y miles los tres días que se celebró, y lo que noté, al menos en la parte que a mí me tocó, fue que no hubo filtros sanitarios para entrar.
Tengo curiosidad por saber en los días que corren y en los que vienen si habrá nuevos casos de contagio y qué tantos, al menos en la zona a la que me refiero, y espero que si se confirman las autoridades de salud no los oculten.
A riesgo de cada quién de los asistentes, veo oportuno el laboratorio, porque servirá de termómetro para que sepamos en qué etapa postpandemia estamos y para actuar en consecuencia.
Estoy seguro que si la prueba hubiera sido preparada, anunciada y convocada con el propósito expreso de poner en riesgo a todos para tener una medición de la realidad pospandémica, difícilmente muchos, la mayoría o todos no hubieran aceptado participar.
Pero no hubo necesidad de ello. Ir a ver, a escuchar, a cantar y a bailar con artistas salseros famosos y con orquestas de lo mejor del género se prestó para que miles acudieran a la prueba en forma voluntaria y gustosos, que ya lo que venga después aiseverá.
A reserva de lo anterior, por otro lado se vio que al margen de lo que hagan o no las autoridades de salud sobre el tema, una buena parte de la población ya cobró conciencia de la necesidad de establecer su propio protocolo de autocuidado, que es lo deseable.
Porque si bien nadie exigía que para ingresar se llevara cubreboca, nadie tomaba la temperatura y nadie ponía gel en las manos de los salseros de corazón, muchos sí lo llevaban puesto y sí llevaban su propio gel o alcohol antiséptico.
Que de todos modos, el cubreboca se lo quitaban para el aullido eufórico obligado al ver la aparición de la figurada esperada, o para cantar en coro motivado o para hacer cada quien su solo con la canción en boca de todos, o bien para tomar un respiro de aire de mar con el que la suave y fresca brisa golpeaba el rostro de la multitud.
Pero no fue solo en el festival de salsa. La visita a otros centros de diversión del puerto seguía el mismo patrón. Nadie tomaba la temperatura, nadie ponía gel o indicaba que había que ponérselo, y el cubreboca que cada quien llevaba, llegando a la mesa respectiva de lo quitaba.
El puerto, la zona conurbada parece haber recobrado su vitalidad
Me llamó mucho la atención, observé que la zona conurbada parece mostrarse ya muy segura de que el peligro ha pasado y que ha recobrado la vitalidad que le conocemos. Ni siquiera en la tradicional tarde de danzón en el zócalo, al que acude un buen número de adultos mayores, había ninguna medida de rigor.
Como tampoco en el Mercado Hidalgo, el mejor lugar para comer los más sabrosos cocteles de mariscos del puerto, los más deliciosos de los que se tengan noticia, con un sabor adicional además a puerto histórico, a muelle de carga y descarga, a palmeras borrachas de sol, a La Bamba, a son montuno, a volovanes de jaiba…
Este laboratorio debe servir mucho, ha sido oportuno además porque en un mes o en poco menos de un mes la zona conurbada, pero sobre todo el puerto jarocho, tendrá ahora el tradicional Carnaval, cuya celebración se retrasó cinco meses precisamente como consecuencia todavía de la pandemia.
Para entonces serán más los asistentes y si el registro, la medición que se haga ahora en todos los centros de salud y hospitalarios sobre los casos que se presenten o no luego del Salsa Fest, deberá servir para que las autoridades actúen en forma consecuente y responsable.
Por otro lado, no puedo dejar de comentar que en cambio el festival ha sido positivo para la salud, pero económica de toda la zona conurbada, por toda la derrama que dejaron los asistentes y que seguramente revitalizará la industria turística que incluye a hoteleros, restaurantes y todo tipo de prestadores de servicios, así como la de los vendedores de artesanías.
Como tampoco puedo dejar de lado lo positivo de que las autoridades estatales y municipales trabajen en forma coordinada, por encima de sus diferencias ideológicas, de siglas y colores, de intereses de grupos, como se vio esta vez porque el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez jaló bien lo mismo con la alcaldesa de Veracruz Patricia Lobeira como con el de Boca del Río Juan Manuel Unánue, los dos panistas.
Y con un detalle más: no quise dejar pasar la oportunidad de platicar con el taxista que me llevó a escuchar a grupos soneros tradicionales del puerto, quien me dijo con toda seguridad que la gente ha vuelto a las andadas, que ya nadie se guarda temprano por miedo a la inseguridad y que la vida nocturna ha recobrado su normalidad, que Veracruz de nuevo no duerme de noche, como además lo comprobé cuando desde mi hotel escuché hasta altas horas de la madrugada el ruido de los antros al que acuden sobre todo jóvenes.
Por supuesto, a la gente de este ambiente no se le escucha hablar ni de Morena ni de “alito” ni de nada que tenga con ver con la política, que lo único que le interesa, al menos esa impresión me dejó, es divertirse, lo que de paso me sirvió para desintoxicarme de tanta política y politiquería, que buena falta me hacía.