Asombroso sigue siendo que personas con profesión, a quienes se les ha atacado desde mero arriba de fifís, de acomodaticios, que estudian para robar, etc., sigan admirando a quien les prometió acabar con el crimen organizado, con el huachicol, con volver a los cuarteles a los militares, con tener servicios de salud como en Dinamarca, etc., pero solamente les ha visto la cara.
Y me refiero a los que tienen profesión, porque se supone que llevan más instrucción que los que no la tienen y que son considerados como solovinos. Y buscando que es lo que ha sucedido con médicos, con personas con licenciaturas, que en forma tozuda siguen refrendando su apoyo, no obstante las marcadas evidencias negativas, fallidas y hasta anormales cometidas, continúan con sus tendencias de adhesión, llegando a considerar que es debido a un fenómeno psicológico, el que llega apoderase de ellos conocido como “sesgo de confirmación”, que es la tendencia de la mente de esas personas a buscar información que respalde los puntos de vista que ya tienen. Por ejemplo, si saben que a Calderón es a quien hay que culpar, a él le han de encontrar todo lo malo que se haya hecho, aunque nunca lo comprueben.
Con el sesgo de confirmación, las personas fácilmente aceptan las informaciones que lleguen con sus creencias y son completamente escépticos ante la información que contradiga sus credos no obstante las evidencias que se les presenten.
Los estudiosos de este fenómeno, ponían como ejemplo a los racistas quienes señalaban a las personas de raza negra como maleantes de nacimiento, y si se llegaba a cometer algún ilícito, a los primeros que se inculpaba era a los de raza negra.
El sesgo de confirmación nos conduce a conclusiones inexactas, e incluso poco éticas y viene a ser parte de las personas que se les ha llamado “cegados a la realidad”.
Pero también se puede tratar de lo que el psicólogo Leon Festinger propuso como la teoría de la “disonancia cognitiva”, que explica cómo las personas intentan mantener sus creencias y las ideas que han interiorizado.
Se informa que esta teoría ha sido considerablemente estudiada en el campo de la psicología y puede definirse como la incomodidad, tensión o ansiedad que experimentan los individuos cuando sus creencias o actitudes entran en conflicto con lo que hacen, apareciendo un desagrado que puede llevar a un intento de cambio de la conducta o a defender sus creencias o actitudes, incluso llegando al autoengaño, para reducir el malestar que producen.
La relación entre la mentira y la disonancia cognitiva es uno de los temas que más ha llamado la atención de los investigadores. El propio Leon Festinger, junto a su colega James Merrill Carlsmith, realizó un estudio que demostró que la mente de quienes se autoengañan resuelve la disonancia cognitiva “aceptando la mentira como una verdad”.
Puede ser sumamente grande el apego hacia sus creencias o hacia su líder que, algunos sí lleguen a creer que, con los abrazos, o con darles el chisme a los padres o abuelos de los maleantes, se esté concluyendo la criminalidad; o bien que a Muñoz Ledo le pida pruebas, cuando nunca ha presentado pruebas él y solo han sido chismes los que cotidianamente señala, además de insultos a personas que dignamente trabajan dando información.
El autoengaño es mentirse a sí mismo y es una evasión a la verdad, la falta de congruencia hacia lo evidente despersonaliza, pero si la soberbia aún le impide dar la espalda a la disonancia cognitiva, se seguirá viviendo en el error atrayendo contradicciones, indisciplinas, desorden, que no puede ser nada positivo y se continuará viviendo en la falsedad.