La globalización ha hecho posible que los eventos de otros países no nos parezcan tan aislados, e incluso nos brinda la oportunidad de aprender de otros errores para procurar no repetirlos. Al estar tan cerca de Estados Unidos, deberíamos considerar algunos puntos en su historia para que la situación que vivimos no sea semejante y me refiero a todo esto por el tiroteo presentado en Uvalde, Texas, ya que este evento puede traer consigo grandes lecciones para nuestros habitantes o también ser un referente para aquellos con una historia similar.
Detrás del desgarrador evento que cobró la vida de 19 menores de edad, hay dos grandes tópicos, el primero es una constante en el país vecino, la venta indiscriminada de armas y el segundo se refiere al perfil psicológico del atacante y va estrechamente ligado a la salud mental. Se presume que el joven que perpetuó la masacre mostró previamente en repetidas ocasiones un comportamiento violento.
Usuarios de la plataforma digital Yubo señalan que en distintas transmisiones el joven de nombre Salvador Ramos, mostraba comportamientos violentos, amenazando sexualmente a mujeres y mostrando las armas. Estos usuarios hicieron diversos reportes de lo ocurrido, sin embargo, no pensaron que las amenazas llegaran tan lejos.
Respecto a la investigación que se hizo del sujeto, las autoridades determinaron que el sujeto no tenía indicios de algún problema de salud mental. Sus padres hablaron de algunas señales de agresividad y previo al hecho notaron cambios en su comportamiento, mas no consideraron que fuera algo de gravedad. El joven que fue abatido por elementos de seguridad durante la masacre, también perpetuó un ataque contra su abuela, la persona con la que vivía, ex compañeros relatan que tenía problemas del habla y que era molestado con frecuencia por esto.
Lo anterior nos habla del impacto que tiene el entorno en la salud mental de una persona y que por salud mental no nos referimos únicamente a trastornos psiquiátricos o psicológicos, sino a cualquier situación que pueda generar un desequilibrio en la psique de la persona.
Existen infinidad de situaciones que pueden alterar el buen funcionamiento de cualquier ser humano, por lo general nos avocamos a los padecimientos físicos, desde temprana edad en el sector de salud pública se promueven cuidados básicos de los infantes con vacunas y vitaminas, pero especialmente en nuestro país pocas veces se habla de la importancia del cuidado mental, del desarrollo de las personas en entornos seguros que permitan que al crecer sean personas funcionales, que busquen el bien común.
En nuestro país sólo un 2% del presupuesto de salud está destinado a la salud mental, de ese porcentaje un 80% es utilizado para el mantenimiento y funcionamiento de los hospitales psiquiátricos los cuales por cierto están próximos a desaparecer. Además de acuerdo al INEGI en nuestro país 1 de cada 4 personas requiere atención a la salud mental, sin embargo, sólo 2 de cada 10 puede tener acceso a la misma.
Sin duda este es un tema cargado de estigmas y tabús, en el que gana el privilegio pues son muy pocos los que pueden costear una terapia o acceder a medicamentos antisicóticos en caso de ser requeridos. Hablar de salud mental en las familias de nuestro país sigue siendo un tabú y no nos percatamos de cuán importante es para evitar que se presenten situaciones como la del país vecino.
La violencia en Texas no es desconocida para nuestra población, México también ha tenido incidentes semejantes de niños que adquieren el arma y atentan contra sus compañeros, ni hablar de otros episodios de violencia que han marcado el desarrollo de diversas generaciones. Pero para poder erradicar estos comportamientos hemos de comenzar partiendo de los núcleos familiares, ¿qué papel tenemos como sociedad si no ayudamos a integrar a cada uno de sus miembros? ¿qué clase de contenido están consumiendo los más pequeños que les incita a actuar violentamente al crecer?
Desde las escuelas hemos de procurar la participación igualitaria y equitativa, evitando resentimientos o rezagos particulares entre los asistentes, hemos de fomentar el respeto entre cada uno de los participantes y escuchar con especial atención a quienes se sientan relegados, pues esos mismos son los que en un futuro pueden encender todo tipo de alarmas.
Las instituciones en general también pueden sumarse a la prevención de estos actos prestando especial atención a la salud mental de todos sus integrantes, pues, así como nos cercioramos de los cuidados básicos al cuerpo, también hemos de considerar que la mente necesita descansos e instantes de esparcimiento. De alguna forma todas y todos somos partícipes de la realidad en la que vivimos, procuremos aportar lo mejor para que historias como las de Estados Unidos no se repitan.