“Cometer un error y no corregirlo es otro error.” – Confucio.
Vaya que todos los días nos sorprenden los políticos mexicanos, casta de personajes que, encaramados en un ladrillo, se convierten en gigantes de barro, en donde aparentemente, hasta los sesos se les hacen lodo, por simple ósmosis.
La muy lamentable infidencia dada a conocer por la gobernadora de Campeche, Layla Sansores, respecto a la declaración del dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, exhibe de cuerpo completo a esa clase política. https://twitter.com/LaydaSansores/status/1529305549711589376
Beneficiarios de los favores y beneficios que en su momento el poder les pudo dar, Alejandro Moreno, pertenece a esa clase política, que más que por identificarse por sus méritos académicos, o logros en la administración pública, o talentos en la vida cultural, social o económica, se identificó por ser un liderzuelo que más por gritos y actitudes porriles alcanzó el liderazgo del Frente Juvenil Revolucionario (FJR).
Así, identificado con ese estilo, el menos pragmático y sí el más corriente y vulgar del PRI, se hizo de un cierto nombre para ir trepando en la estructura priista.
Enrique Peña Nieto, su gran protector, vio en él, al esquirol que sepultará al partido que lo habría llevado a la presidencia, para así pasar a la historia como el último presidente de México emanado del partido de la Revolución.
Muy lejos quedaron los años en el que los generales sonorenses decidieron la vida política del país, de lado paso, para la actual dirigencia, que personajes como Lázaro Cárdenas, intentará dar un rumbo socialista –de izquierda- a la vida política nacional, amalgamando en este instituto político a todas las fuerzas políticas emanadas de la lucha armada.
Su decisión por dejar a Manuel Ávila Camacho, quien, a su vez, desmilitarizar la política, siendo el militar y general de carrera, poco importaron para que el actual líder priista termine por exterminar al partido tricolor.
Y ni hablar de los políticos como Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos, quienes mostraron el culmen del ejercicio político del priismo avasallador y totalitario, pues con ellos, llegó la caída del régimen, al permitir desde territorio nacional la construcción de la izquierda castrista que hoy por hoy pretende dominar al continente, tras el rescate Chavista desde Venezuela.
Así con un poder político internacional disminuido, el PRI, de Alito Moreno exhibe las deficiencias deformación que toda organización que ahora se comporta como una mafia, inundada de pequeños bandiditos en las entidades federativas, que lo hacen ver, como una caricatura del otrora poderoso y hegemónico instituto político.
Sus declaraciones en contra de los periodistas, reporteros y todos lo que ejercen el oficio de comunicar, son el claro ejemplo de la manera en que los patanes y delincuentes se expresan de quienes les señalan en su intento por mantener su efímero poder.
Frases como esta: “A los periodistas no hay que matarlos a balazos (…); hay que matarlos de hambre” son la evidencia irrefutable de las inteligencias de involucionadas, que, como integrantes del reino animal, se comportan como los primates.
Para explicarle al mismo Alito Moreno que en su partido existieron personajes de la talla de Jesús Reyes Heroles, mentes como Daniel Cosío Villegas, o inclusive personajes como Emilio Uranga.
Discutir o intentar dialogar con políticos que como los Australopithecus ni ha señas se les podrá explicar, es la evidencia de que con Alito Moreno al PRI lo terminarán de sepultar.
Al tiempo.
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