El gobernador Cuitláhuac García está entrampado en dos problemas graves. El primero es el asunto de las 884 mil 822 piezas de medicamentos oncológicos que están en riesgo de caducar. Llevan meses guardados en bodegas y esto por donde se le mire es una acción criminal.
Mientras Roberto Ramos Alor fue titular de la Secretaría de Salud, como que nadie le hizo caso al asunto que estuvo entre guardado y soterrado, pero apenas se fue explotó. Y la explosión cimbró al gobernador.
Este sábado la Secretaría de Salud emitió un comunicado donde asegura que hay abasto completo de claves vigentes y los medicamentos se distribuyen “de manera permanente mediante un plan estratégico”, por lo que es totalmente falso que estén caducando en los almacenes. Pero el INSABI echó abajo el teatro al denunciar ineficacia en su resguardo y distribución.
En lugar de llamar a Ramos Alor para que explique el embrollo, Eric Cisneros y Cuitláhuac García agarraron el asunto por su cuenta con lamentables consecuencias. Eric descalificó al INSABI al decir que “le faltó información”, pero Cuitláhuac como siempre, desbarró
En conferencia de prensa dijo que no es que no se estén entregando los medicamentos, sino que “nos llegaron muchos, esa es la razón… hará falta una distribución eficiente”. Con lo que implícitamente reconoció que la distribución es un desastre.
“Llegaron más porque el presidente instruyó a que se compraran más y ya los estamos distribuyendo” arguyó y otra vez se tropezó con la lengua. En qué quedamos, ¿ya los están distribuyendo o aún no porque hay una distribución deficiente?
Provoca impotencia e indignación que Cuitláhuac y su pandilla no sean capaces de hacer una chamba que podría salvar miles de vidas, principalmente infantiles. Mientras ven la manera de distribuir más de 800 mil piezas, éstas languidecen en bodegas con riesgo de caducar y la vida de los menores con cáncer se extingue.
¿Y el presunto criminal por negligencia? ¿Quién? ¿Ramos Alor? Ese mero. Descansa por ahora en Coatzacoalcos a la espera de que su amiga Rocío Nahle lo impulse a una diputación local o federal, en premio a sus desvelos por cuidar la salud de los veracruzanos.
El otro problema se llama Viridiana Moreno Vázquez, desaparecida el pasado miércoles en Ciudad Cardel.
Si Cuitláhuac no hubiera abierto la boca Viridiana sería, como infelizmente son las demás desaparecidas, un número más en la larga lista. Pero al decir: “Ah sí, yo la atendí. No está desaparecida, está resguardada” el caso dio un vuelco porque se involucró.
Ahora tiene el agua hasta el cuello.
Y es que a partir de ese dislate nadie le quita de la cabeza a familiares y amigos de Viridiana que el gobernador sabe dónde está y que no sólo se fue de la lengua.
El caso es que el problema se agranda, se distorsiona, se embrolla y al parecer está lejos de resolverse.
Eric Cisneros declaró el domingo: “Yo creo que el día de mañana se estarán dando ya algunos avances importantes… vamos a ser muy cautelosos, muy responsables y yo estimo que el día de mañana podamos tener un avance importante”.
Pero llegó el lunes y nada; lo que enardeció a más de 100 manifestantes que bloquearon calles del primer cuadro de Xalapa y exigieron a gritos la presencia del gobernador. Pero Cuitláhuac no estaba ahí sino en El Lencero y desde ahí les envió un mensaje: “Estamos redoblando esfuerzos para dar con la joven”.
¿Nada más? Sí, nada más.
¿Qué hay hasta ahorita en concreto? Puro bla bla bla porque ni hay medicinas en los hospitales y Viridiana no aparece.
Si la joven madre de 31 años no es encontrada pronto y viva, o si muere otro menor por falta de medicamentos, toda la responsabilidad, toda la culpa y todos los señalamientos, caerán sobre el gobernador por inepto, incapaz y boquiflojo.
De hecho lector, ya están cayendo.