El domingo el diario Reforma publicó una encuesta que no reveló nada nuevo al registrar que el presidente Andrés Manuel López Obrador recuperó el nivel de aprobación que tenía hace un año: 62%, pero lo interesante es que ese porcentaje corresponde a quienes avalan su trabajo social, concretamente por los programas sociales.
La encuesta se levantó entre el 26 de abril y el 2 de mayo. Sale mal evaluado en materia de seguridad, con 29% de aprobación, lo que tampoco a nadie sorprende porque vemos cómo el país cayó en una espiral de violencia e inseguridad que tiene al país bañado de sangre.
En abril pasado, la encuestadora Mitofsky registró en promedio nacional un porcentaje similar de aprobación de 62%, pero en el caso de Veracruz su registro es muy alto, de 67.3%, que lo ubica entre las primeras 13 entidades del país con mayor aprobación.
Llama la atención la aprobación que tiene por segmentos. Quienes más lo aprueban son los campesinos, en 76.5%, seguidos de la población informal, 73.2%; jóvenes de entre 18 a 29 años, 68.8%; con estudios de preparatoria y menos, 68.3%; y amas de casa, 67.8, es decir, los que más se ven beneficiados con los apoyos que entregan.
Todo cuadra. No hay ninguna sorpresa. Es lo que se podía esperar. Se reconfirma que el éxito que tiene es por los programas sociales, por los apoyos económicos, que lo apuntalan muy bien pese a todos los tropiezos que ha tenido. Sus porcentajes de aprobación no bajarán, menos cuando tiene programado aumentar el monto de los apoyos para el próximo año.
Reunión de trabajo, con trasfondo político
Quise hacer este breve repaso para dar un contexto de la fuerza con la que llegará mañana sábado al estado para presidir una reunión de trabajo con los asesores técnicos de los programas federales de todo el sureste del país, en el World Trade Center de Boca del Río, que será cerrada. El tema central es su plan para contener la alta inflación.
No se necesita ser un politólogo para darse cuenta que en el fondo será una reunión para alentar a su poderoso ejército político de “servidores de la nación” de cara al proceso electoral de 2024; para reforzar sus líneas de ataque y de defensa, para aceitar su maquinaria política, para dar línea sobre la ruta a seguir a fin de mantener cautiva a esa masa de 62% de mexicanos que lo aprueba, de 67% de veracruzanos que lo respaldan.
Veracruz será la sede regional de la reunión de los estados del sureste del país, lo que resulta significativo. Sin duda se toma en cuenta su ubicación geográfica, que López Obrador lleva también sangre veracruzana por parte de su padre, pero indudablemente también porque tiene el cuarto padrón electoral más grande de entre todos los estados y, a qué dudarlo, por los buenos resultados de sus programas, tarea en la que se ha aplicado a fondo el delegado de Bienestar Manuel Huerta, su hombre de confianza en Veracruz, su amigo personal.
La cruzada ahora de Andrés Manuel, su interés y posible preocupación tiene sentido: la inflación, el alza de precios se está comiendo lo que entrega en apoyos. Busca, quiere que se produzca más para tratar que se pulverice menos el dinero de la gente, de los más necesitados, para tenerlos contentos y que sigan votando por Morena.
Cada vez más estamos cerca de 2024, y aunque López Obrador no va a estar en las boletas, empujará hacia arriba a los candidatos de Morena la inercia de la herencia de sus programas sociales, de su reparto de dinero en efectivo, constante y sonante, una mejor aplicación de los recursos públicos para efectos políticos si se compara con las despensas que repartieron priistas y panistas en su momento.
¿Cómo? ¿Con qué le va a competir la oposición al partido del presidente, si tiene una bandera social, unas siglas y un color si bien no muy llamativos por su forma y su tono, sí muy atractiva porque resalta el signo de pesos que tiene estampada en medio?
Manuel, un delegado que pareciera en campaña
Manuel Huerta será el delegado anfitrión, respaldado por un padrón de más de 2 millones de beneficiarios de los programas sociales, que no se conformó porque sí ni de la noche a la mañana, sino que ha implicado un trabajo voluntarioso, de tiempo completo, de compromiso político con su jefe y amigo, que lo coloca, ¡ay!, en un escaparate y en una plataforma de lanzamiento para lo que viene en 2024.
No he tenido manera de comprobarlo, pero recientemente, en una comida con servidores públicos de Morena, escuché decir que bajó ya 20 kilos de peso, yo mismo he visto en sus cuentas de las redes sociales cómo va cambiando su imagen, cómo tiene ya mucha presencia, además porque es muy trabajador, cómo se vincula con los veracruzanos en situación en desventaja, que hasta se podría decir que ya anda en campaña en busca de la candidatura de su partido a la gubernatura.
La del sábado será una reunión de trabajo, sí, pero también con muchos efectos colaterales políticos futuristas.
AMLO fuerte en su aprobación, un delegado que ha sido la base para forjar un porcentaje arriba de la media nacional, un aspirante como Sergio Gutiérrez Luna que no para y que este fin de semana estará en la zona centro del estado empezando en Córdoba este mismo viernes, un alcalde todo un éxito por su trabajo y sus resultados como Ricardo Ahued, toda una gama de aspirantes a la gubernatura o al senado convertidos por lo mismo en activistas de su partido y de su causa hacen ver difícil que pierdan el poder.
¿Quién de la oposición, para quitarle las banderas a AMLO?
El miércoles me llamó la atención lo que comentó en su columna “Coordinadas” el director de El Financiero, Enrique Quintana, un hombre muy centrado, que buscar guardar el equilibrio, que analiza con mucha serenidad. Comentó la alta popularidad del presidente.
A su parecer, dijo, el principal problema de los opositores es que no han logrado quitarle las banderas con las que López Obrador llegó a la presidencia. Apuntó que un observador internacional le dijo hace poco que si la oposición pretende hacer un frente, este tendrá que ser orientado hacia propuestas de centro-izquierda, que ahora monopoliza AMLO.
Pero, ¿quién o quiénes?, y la pregunta tiene validez para los aspirantes de la oposición en el estado. Volver a repartir despensas ya no les dará resultado, ni láminas, ni cobijas, ni colchonetas, ni tinacos, menos paliacates y gorras. ¿Quién tiene dinero suficiente y además está dispuesto a regalarlo para tratar de contrarrestar la efectividad de los programas sociales de Bienestar?
Críticas al presidente, que es decir a la 4T, no le han faltado ni le faltan. Caricaturas, memes hirientes, tampoco, y entonces me intriga saber que mantiene muy alto su nivel de aprobación, esto es, me lleva a tener que aceptar que no le impactan esas manifestaciones de rechazo y a considerar que la oposición tendrá que encontrar o inventar una fórmula que dé con su talón de Aquiles. Pero no se ve por ahora que lo pueda lograr, ni cómo.