Sergio Gutiérrez Luna, tras la balconeada presidencial y el fuego graneado de Cuitláhuac García, da tumbos.
Dejaron de funcionar sus payasadas.
La bolsa de cien millones mensuales que dispone desde octubre pasado, sus asesores de cien mil pesos, los banquetes gratis a simpatizantes de temporal y ese discurso viejo lleno de promesas y más promesas, dejaron de funcionar.
A 20 meses del inicio del llamado “Año Electoral” rumbo a la sucesión presidencial y la renovación de la gubernatura en Veracruz, el diputado federal, quien por cierto deja la Presidencia del Congreso el próximo septiembre y con él las candilejas, pasará a formar parte de la anécdota, de las ocurrencias de la política.
De ese afán puesto de moda por López Obrador de imponer –como lo hizo en la Ciudad de México cuando fue Jefe de Gobierno, a su “Juanito”- que era el más tonto del equipo, el imbécil del barrio, el que acata sin permitirle tomar decisiones.
Gutiérrez Luna de raíz panista, quien dudosamente asume que nació en Minatitlán, en los hechos vivió toda su vida en Sonora y su carrera política la fincó en el Estado de México ¿Cuál es, por tanto, su derecho en una entidad de 8 millones 300 mil habitantes, en donde seguramente hay gente mejor y que, de verdad, ama a Veracruz?
El aspirante se suma a la lista de otra que muere por Veracruz, Rocío Nahle, quien nació en Zacatecas y su corazón está puesto en el dinero. La dama va en pos de la gubernatura obligando a Cuitláhuac a modificar la Constitución para poder aspirar.
Y de otro más.
Eric Cisneros, el llamado “Bola #8”, un porro quesque de Otatitlán, que toda su vida transcurrió en Baja California donde fincó su sospechosa fortuna y poder, también quiere… por la mala y a la fuerza.
A Gutiérrez Luna poco mérito le asiste para gobernar Veracruz de cara a un ansia ciudadana por atajar en el 2024 a una pretendida transformación que solo ha servido para albergar a ladrones y abusadores del poder.
Ex colaborador del gobernador panista, Guillermo Padrés Elías del Estado de Sonora, con una mediocre trayectoria en el sector público en el legislativo y ejecutivo, representante de Morena ante el INE, en el rebote político fue ungido como diputado plurinominal y presidente de la cámara de diputados de la LXV legislatura federal.
No bien acomodado en su confortable silla de poder, se le ocurrió que la curul sería el mejor trampolín para alcanzar la gubernatura de un estado por el cual nunca hizo nada.
Y sin más, atropellando a los de casa, despreciando la cultura política, las tradiciones de la esencia veracruzana en donde la política es todo un rito, minimizando hasta ignorar a la oposición de la cual él provenía y haciendo uso del recurso público, inició la conquista.
En el camino se encontró, sin embargo, que los de casa ya no usaban taparrabos, ni compraban espejitos; que no les llamaba la atención que se sentara a comer con ellos frente a un comal, ni que pusiera en bikini a su esmirriada esposa, menos que trajera un costal de promesas que por más casi un siglo trajo el PRI como partido en el poder.
Disfrazarse de Año Viejo; hacerse una limpia; ponerse una máscara de madera; bailar salsa de manera grotesca; decir chistes; caer en lugares comunes y vacíos en su discurso; brincar charcos y presentarse a cada evento echándose un bocado, comiendo una gorda, luciendo el chile que devora, degustando un taco de canasta más que a la simpatía popular, movió a la burla, al desprecio.
Al paso de los días y semanas solo quedará el rastro deslavado de los espectaculares de 12 meses en avenidas y carreteras mostrando al campeón que quiso y no pudo.
Del que poco, muy poco, hizo en el Congreso de la Unión al convertirlo, por diversión, en cancha de futbol. Menos por el cabildeo por la Reforma Eléctrica al igual que sus lances oratorios desde tan alta tribuna, que mucho dejaron de desear.
Por ahí quedará el olote desgranado de su última foto luego del balconeo presidencial.
“Voy a hablar aquí de algo que me contó Sergio (Gutiérrez Luna). Llegó un legislador… Esto me lo platicaste, pero como yo siempre digo lo que pienso, mi pecho no es bodega, me dijo que antes de ir a votar lo del litio, llegó un alto dirigente del PRI y le dijo: ‘Vamos a ir a favor’, y cambió de parecer”, aseguró el presidente López Obrador.
Enseguida, los diputados del bloque oficialista le pidieron que revelara el nombre del “alto dirigente del PRI”, que había anunciado su aval a la reforma a la Ley Minera.
“El diputado (Rubén) Moreira”, dijo el mandatario.
La respuesta del diputado Moreira no se hizo esperar. Tras descalificar a Gutiérrez Luna por decir informaciones falsas “sandeces” recomendó: “Lo mejor que puede hacer el presidente de la Mesa es recoger su balón e irse a Veracruz?
Y aquí los veracruzanos nos preguntamos:
¿Y con nosotros por qué?
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo