Inicio ColumnasPor la verdad y la confianza SE FUE UN VERACRUZANO DE NIVEL EN LA POLÍTICA Y SERVICIO PÚBLICO.

SE FUE UN VERACRUZANO DE NIVEL EN LA POLÍTICA Y SERVICIO PÚBLICO.

by Zaida Alicia Lladó Castillo

En estos tiempos, en que prevalecen en diferentes contextos, altos índices de desconfianza y sobre todo de credibilidad hacia los servidores públicos y políticos en general, el lamentable fallecimiento del distinguido jurista veracruzano, Mtro. Ignacio González Rebolledo, nos hace recordar lo importante que es en la vida trascender por la eficiencia y buenos resultados, la sapiencia profesional, la vocación de servicio  y sobre todo , por lo que inspiran los buenos servidores frente a los ciudadanos que representan. Y si hay un personaje que debe ser reconocido por ello, es sin duda, el Mtro. González Rebolledo.

Pero hay algo que distingue a los políticos de bien y de buena cepa, -independientemente de que todos podemos tener defectos, pues no somos perfectos-, y es el de que, en su actuación como servidores, se esmeraron por distinguirse como políticos o funcionarios que fomentaron siempre el respeto, la credibilidad y confianza mutua entre la sociedad y el servidor.  Nuestro amigo González Rebolledo, en todas sus encomiendas, siempre se esmeró en hacer valer esos principios.

Y vienen a mi mente el valor de estos conceptos que, ojalá los tuviéramos presentes siempre-especialmente los que estudiamos y practicamos la política-, y que hacen la diferencia entre unos y otros y es, el llevar a la acción cotidiana: la credibilidad y la confianza.

La credibilidad, porque alude al comportamiento del individuo basado en un principio que ubica, en lo más alto de la escala de valores, el amor a la verdad. El profesionista, político o funcionario que posee ese valor, que lo práctica y defiende, demanda lo mismo de los demás; por lo tanto, la credibilidad se fundamenta en el “hacer” y no solo en el “decir”.

Por otra parte, la confianza que es otro importante valor, en su connotación individual, alude a la presunción de poseer el ánimo, carácter y energía personal parta actuar e implica, que ese vigor, debe alimentarse positivamente dentro de sí en forma permanente. Cuando un político o servidor público, se preocupa por fortalecer la confianza en sí mismo, se convierte en fuerza motivadora a la acción, por lo tanto, le ayuda a enfrentar con valor las situaciones adversas y a tomar las mejores decisiones.  Por otra parte, dado que la confianza, como valor social, refiere a la seguridad que un individuo inspira a los miembros de una sociedad, implica que esa percepción e interacción mutua esté basada en el respeto y la esperanza. Cuando un individuo o político, “inspira confianza en otros”, es porque su actuar, pensar y hablar es congruente y ello genera certidumbre respecto a lo que las personas esperan de él.

Por eso, políticos que olvidan estos principios, son los que pasan sin ser vistos, o son sometidos al escrutinio severo de la sociedad una vez que concluyen sus cargos. Por el contrario, aquellos que se preocupan o preocuparon en su vida en fomentar y actuar con ética en el servicio, son los que dejan huella y trascienden. Y eso fue lo que caracterizó a nuestro amigo Ignacio González Rebolledo.

Lo recordaremos en sus muchas cualidades, pero principalmente como un excelente profesional del derecho, – particularmente de alguien que gustaba de leer y escribir sobre la filosofía del derecho-, y porque supo hacer de la política, por su finura, un arte.

Pero también en lo personal yo lo recordaré por su gran capacidad y calidad humana para compartir sus conocimientos y por ese hecho siempre le tendré gratitud.

Lo recuerdo el primer día cuando llegamos a la Cámara de Diputados en San Lázaro -a sabiendas que yo era novata en el ramo legislativo-, después de haber tomado la protesta de rigor, me dijo: “Zaida, tienes todo para hacer las cosas bien desde aquí. Es una gran responsabilidad. Cuenta con mi apoyo en todo lo que necesites”.  Y desde luego, siempre recurrí al jurista y al amigo de experiencia legislativa y política cuando en mi trabajo lo necesité y por sobre todo, pretendí aprenderle lo mejor que pude.

Como igualmente, cuando en 2008 recién egresada y titulada. su servidora, del Doctorado en Ciencia Política y Administración pública, y siendo él, Director de El Colegio de Veracruz, me llamo un día y me dijo: “Zaida, se abrirán en El COLVER, las líneas de investigación que tu manejas, (liderazgos políticos, género y política y psicología política), ¿te animas a hacer investigación en ellas?  Por supuesto que dicha invitación la acepte de inmediato. Y contando con la autorización de otro gran académico a quien mucho respeto y tengo gratitud, el Dr.  Raúl Arias Lovillo, Rector de la UV en el momento, se hizo realidad mi gran sueño dentro de la academia: hacer investigación. Gesto y oportunidad que mucho abre de agradecer, a ambos.

Hoy se nos adelantó un excelente veracruzano, miembro de la 56 legislatura federal. Dios lo llamó y pedimos le reciba y dé luz. Le tocará reunirse ahora con otros grandes amigos que se adelantaron, integrantes también de la misma: Guillermo Zúñiga Martínez, Pedro Rivera Pavón, Salvador Mikel Rivera, Enrique Ramos Rodríguez, Marco Falcón Quijano, Gladis Merlín Alor. Mismos a los que también extrañamos y pedimos por su descanso.

Finalmente hago una simple reflexión: Hoy, como nunca ¡cómo hacen falta cientos de copias de nuestro amigo Ignacio y de juristas y políticos de ese nivel en la política veracruzana y en el país!  De verdad, la sociedad esta ávida de buenos modelos, que resurjan nuevos tiempos y lleguen a la política, personas con valores y preparación suficiente, para que, de esta manera, cada uno cumpla con creces su misión y la sociedad recupere la confianza y la credibilidad perdidas. Creo que, si ponemos un granito de arena cada uno, lo lograremos.

Descanse en paz, Mtro. Ignacio, y ofrezco a las familias González Rebolledo y González Quirasco, mi más sentido pésame.

 

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