A tres años de gobierno y luego del desmantelamiento del voto moreno tras el desdén ciudadano de llevar a juicio a ex presidentes, la fracasada consulta por “Revocación del Mandato” y el rechazo del Poder Legislativo a la Reforma Eléctrica, México está listo para la alternancia en 2024.
El gobierno de López Obrador se vino a pique luego del cisma provocado por sus venganzas personales, dar paso al crimen organizado, partir en dos a la república –fifís y chairos-, desparecer los programas sociales, regalar dinero y permitir la escalada asesina contra la prensa crítica.
Hoy el “bendito pueblo” dice no más al abuso de poder, al desacierto gubernamental y al suicidio colectivo.
El de ayer en el Congreso de la Unión fue, en efecto, en más claro golpe legislativo al Presidente López Obrador y a la mayoría legislativa morena, al echar abajo la reforma eléctrica que pretendía fortalecer el monopolio de la CFE.
El bloque de Morena no obtuvo los 50 votos adicionales a los 275 para alcanzar la mayoría calificada y luego de 12 horas de gritos e insultos chairos no tuvieron más que doblar las rodillas.
La iniciativa, conocida como Ley Bartlett, se convirtió así en la primera reforma constitucional rechazada a un presidente.
Que si a la par, a fin de atemperar la masacre de ayer, se envía otra iniciativa para resguardar la soberanía sobre el Litio, ello no atempera el severo madrazo que pone en la lona a López Obrador y deja en serio riesgo para la causa morena la sucesión presidencial.
Hoy la fuerza legislativa opositora PRI-PAN-PRD-MC organizados bajo el signo de “Va por México”, se suma al rechazo ciudadano.
Es el mismo malestar del pueblo que hace un par de años mandó ¡Al carajo! -diría el Peje- la consulta de llevar a juicio a ex presidentes, que fue cuando la reserva de 30 millones de votos morenos del 2018 se redujo a 7 millones.
Es el mismo severo juicio registrado hace unos días cuando de esa reserva de 30 millones –que ya no existe al perder AMLO el 52% de popularidad- solo 15 millones acudieron a la consulta por la Revocación del Mandato, que requería del voto ciudadano de 37 millones para hacerla vinculatoria.
El punto es que de los 92 millones de mexicanos inscritos en un padrón electoral creciente, el 82% ya no están dispuestos a seguir la causa pejista.
Ya no bastó que se les regalara dinero a los viejitos, tampoco que se dieran becas a los jóvenes chairos, ni que la burocracia fuera amenazada en ser despedida si no vota, ni los chantajes y amenazas de cárcel a políticos opositores.
Tampoco el embarazo de urnas, ni el voto del ejército y la Guardia Nacional, ni la compra del sufragio a pie de casillas, ni las alianzas oscuras de los gobiernos federales y los estatales con autoridades electorales, ni el acarreo, ni las despensas con 50 pesos al lado de una bolsa de frijoles con gorgojo.
¡Ya no!
La de ayer fue una muestra más de la insurgencia ciudadana, del cobro de agravios.
Del ya basta de cara a la escalada de mentiras -nada más 52 mil 800 mentiras en las “Mañaneras” en tres años-, la no venta del avión, un aeropuerto, el Felipe Ángeles, que sirve para maldita la cosa, una refinería, “Dos Bocas”, que deja escapar corrupción por todos lados y esas abusivas consultas a mano alzada.
No hay perdón ni olvido a quien prohijó Ley de Extinción de Dominio en donde dejas de ser dueño de tu casa y esa escalada de ataques a los aspiracionistas, empresarios conservadores y a quienes tenemos más allá de “un par de zapatitos”.
O a quienes no estamos de acuerdo con la “Casa Gris” en Houston, del huevonazo de su hijo José Ramón, quien “creo tiene una esposa que tiene dinero”, ni con los moches a sus hermanos Pio y Martín, así como primos, sobrinas “no la he visto en cinco años” y toda la fauna familiar.
Tampoco aceptamos el saludo presidencial a la mamá de El Chapo.
No hay aplausos ni los habrá para quien corrompió al ejército, para quien creó una Guardia Nacional a espaldas del pueblo, ni Bancos Populares inservibles y se gastó el dinero destinado a las medicinas.
A eso se suma una lista interminable de pasivos y desaciertos como la quiebra de las finanzas públicas y familiares, la destrucción ambiental al paso del Tren Maya y la necia intención de desaparecer al Instituto Nacional Electoral.
Y como no va a aprender la lección –ya lo veíamos en la mañanera de hoy riéndose de sus fracasos- el paso siguiente de la sociedad civil será seguir construyendo con la oposición partidaria, el camino a la alternancia.
Ya no otro loco, como el apestoso de Fernández Noroña, apuntadísimo para el relevo 2024-2030.
Tiempo al tiempo.
(Comparte)
*Premio Nacional de Periodismo