“En un espíritu corrompido no cabe el honor.” – Tácito.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a lo largo de los años de formación del Estado mexicano había sido un garante fiel de los equilibrios del poder.
Procurando siempre la impartición de la justicia, fiel a la imagen de la balanza, en donde la venda que cubre sus ojos, es signo de no observancia, de quien es a quien se le imparte justicia –a manera de expresar igualdad- lo mismo que a ricos, que, a pobres, quedará a partir de este jueves 7 de abril, como una hermosa imagen nada más.
Y es que, desde ese momento, se ha evidenciado a quién sirve la Justicia en México.
Los hoy ministros que votaron por la resolución que declara legal la Reforma Eléctrica propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, tiraron al cesto de la basura años de prestigio jurídico del Derecho Mexicano.
Violentar la Constitución y los Tratados Internacionales que jerárquicamente están por encima de la misma, es tanto o más que una verdadera afrenta al pueblo de México, pues con esto, el mismo Gobierno Federal ha logrado burlarse de la Carta Magna que protestó defender.
El Estado de Derecho literalmente violado por los responsables de impartir justicia, y por consecuencia, la hondonada de amparos y habeas corpus que interpondrán todos los afectados por dicha acción se vendrán en cascada.
Elementos suficientes para que los Gobiernos firmantes del TMEC comiencen a sancionar a México con impuestos, aranceles y demás condicionantes que nos aíslen del mundo libre económicamente hablando y nos inscriban en ese selecto grupo al que la 4T nos ha pretendido llevar.
Ese en el que naciones como Cuba, Nicaragua, Rusia, Venezuela, ostentan la vergüenza de pisotear a sus pueblos bajo el argumento falaz de ser defensores del Pueblo, al mismo que violentan al no respetar los más elementales derechos.
Pero regresando a México, los ministros que votaron por la validez de la Ley Eléctrica deberán ser recordados como lo que son unos serviles y arrastrados, a los que el pueblo jamás deberá olvidar: Yasmín Esquivel, Loretta Ortiz, Alfredo Gutiérrez y por supuesto el más patético Arturo Zaldívar Lelo de la Rea.
Mención aparte deberán recibir los verdaderos amantes de las Leyes y de la Constitución, a la que juraron defender y respetar como lo son Margarita Rios-Farjat, Javier Laynez, Luis María Aguilar, Jorge Pardo Rebolledo, Norma Pina, Alberto Pérez Dayan y Juan Luis González Alcántara, porque demostraron que, a pesar de las presiones y caprichos del Ejecutivo, antepusieron sus intereses al bien común.
Hoy lamentablemente 4 togados han provocado que la siempre bien respetada y afamada Suprema Corte de Justicia de la Nación sea un organismo sin honra.
Seguramente si Juárez observa lo que estos personajes hicieron, se volvería a morir de la vergüenza.
Al tiempo.
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