Morena y su satélite el Partido Cardenista perdieron la elección extraordinaria en los municipios de Tlacotepec de Mejía y de Chiconamel, en el primer caso según actas del comité municipal del OPLE y en el segundo de acuerdo a fuentes del PRD estatal, que aseguraban tener actas confirmatorias.
En Tlacotepec ganó el candidato de Podemos al del Partido Cardenista que estuvo respaldado por el gobierno del estado. La cifra final preliminar era de 1325 votos contra 1109. En el caso del PRD aseguraban haber ganado a Morena, con actas en la mano, aunque temían alguna maniobra del gobierno para tratar de revertir su derrota.
Si se confirman esos triunfos y derrotas, entonces Morena, el gobierno del estado y uno de sus satélites habrían perdido el 50 por ciento de la elección, pues eran cuatro los municipios en disputa. Anoche traté de contactar al dirigente estatal de Movimiento Ciudadano, Sergio Gil Rullán, que llevaba candidato ganador en Amatitlán, pero no lo pude localizar.
El poder es real, pero su pérdida también; un ejemplo
El sábado se publicó en el diario El Universal el contenido de lo que el periodista-columnista Juan Pablo Becerra-Acosta M. llamó “Dos charlas con Julio Scherer (y otras imputaciones contra él)”.
Ese diálogo entre dos hijos de grandes periodistas mexicanos, uno de Manuel Becerra Acosta Ramírez otro de Julio Scherer García, subdirector el primero director el segundo de Excelsior cuando el presidente Echeverría de hecho lo tomó por asalto a través de esbirros suyos que trabajan en ese diario; ese diálogo es el más vivo, reciente e ilustrativo ejemplo de cómo el poder político cuando se tiene es real, llega a ser inconmesurable, pero también se acaba, tarde o temprano, y de que el hombre en el poder hoy perseguidor mañana puede convertirse en perseguido. Nada es para siempre. Polvo político eres y en polvo te convertirás.
Las charlas que tuvieron los actores de este tema, las preguntas directas de Becerra-Acosta y las respuestas de Scherer, el tono que usó el primero, solo pudo ser por la vieja amistad que tuvieron desde niños, cuando sus padres eran los directivos de Excelsior, relación que el primero describe como familiar y que se rompió en agosto de 1977 tras el golpe de Echeverría, cuando Juan Pablo tenía 14 años y Julio 20, según narra el entrevistador.
Desde el subtítulo de la publicación Becerra-Acosta dimensiona el poder, el inmenso poder que tuvo Scherer: “… fungía como una especie de vicepresidente. Era, tal como su puesto lo indicaba, el consejero presidencial. El Consejero. Así, con mayúsculas”.
En el primer párrafo de su largo texto, el entrevistador apunta: “Nadie lo duda entre los cercanos al Presidente de la República. Nadie lo duda en el gabinete presidencial, según le comentan a este columnista: Scherer Ibarra era el hombre más poderoso en Palacio Nacional, luego de Andrés Manuel López Obrador. Fungía como una especie de vicepresidente. Era, tal como su puesto lo indicaba, el consejero presidencial. No solo jurídico: era El Consejero. Así, con mayúsculas. El que expresaba una opinión para orientar un acto, cualquier decisión del Presidente en la que él considerara pertinente intervenir. Era el que lo asistía en la administración -jurídica, política e incluso fiscal del gobierno”.
Más adelante vuelve a remarcar: “Era un verdadero consejero de capa y espada: cualquier tema, el que fuera, de la índole que se tratara, podía pasar por su puerta, por su oficina, por su escritorio. Por su mirada, por sus oídos, por sus decisiones. Y él lo gozaba: era el hombre que podía llamarle duramente la atención a un miembro del gabinete, generar enconos y prevalecer”.
Juan Pablo lo atosiga con sus preguntas y hay un momento en que Julio estalla: “-¡Diez veces le dije que no quería estar en el gobierno! ¡Diez veces le dije a Andrés Manuel, Juan Pablo! ¡Diez veces! ¡Y diecisiete veces me insistió!”. Becerra-Acosta le pregunta siempre y le pide respuestas “Viéndome a los ojos, Julio” y Julio le responde siempre “Viéndote a los ojos”.
Para efectos de este comentario, aparte del largo contenido de las “charlas”, el entrevistador cierra así su texto: “Scherer Ibarra, aquel poderoso Consejero Jurídico Presidencial, se ha difuminado en estos días. Ya no existe…”.
La posesión del poder tiene fecha de caducidad
Ese es el poder. Un día se está arriba, otro abajo. Todo lo que sube, cae. El poder no es para siempre, tiene fecha de caducidad, no más de seis años, a menos que se trate de una dictadura, de una tiranía. El poder es prestado, aunque los que llegan a él enloquecen, se obnubilan, se emborrachan de él, se engolosinan, pierden toda dimensión y de repente se sienten dueños de él y piensan, creen que nunca se les va a acabar.
En diversas ocasiones he publicado que por esas cuestiones de la vida, del destino, de Dios, aunque ese no era mi propósito ni mi intención, ni me lo propuse, siendo reportero un día me vi adentro del sistema político y de gobierno, entonces en manos del PRI, y allá adentro, aunque siempre en áreas de prensa pero muy cercano a los gobernadores, vi, viví, constaté, algunas veces padecí la transformación de los hombres ya en el poder, de que quienes eran unas personas sencillas en su vida común una vez en un sillón de alguna oficina del palacio de gobierno se transformaron hasta la locura y de pronto se sintieron dueños de Veracruz y del destino de los veracruzanos.
A algunos los llegué a encarar en reuniones, de frente, por sus actitudes, porque ya habían perdido el piso; a otros, los propios gobernadores los pusieron en su lugar por mí; hubo quienes pidieron que me echaran del gobierno porque siempre actué con independencia, nunca la perdí ni me perdí con ellos en sus locuras o en sus sueños guajiros; algún día, cuando lo considere oportuno narraré esas vivencias con nombres y apellidos, aunque hace años publiqué ya la vivida con Roberto López Delfín, quien se llegó a creer semidios, se llenó de soberbia y prepotencia, secretario particular del gobernador Miguel Alemán Velasco, quien cuando supo en quién había confiado y todas las atrocidades que había cometido ordenó a sus ayudantes que nunca más lo dejaran acercarse a él.
Desde muy joven asistí al primer cambio de gobierno ya como reportero, el de Rafael Murillo Vidal al de Rafael Hernández Ochoa, luego no solo asistí sino que desde mi área adentro fui actor de relevos sexenales, de vivir el inicio de una administración pero también su fin, de la llegada de otra y otra, de saber que el poder se acaba y de vivir la estrepitosa caída de los hombres poderosos hasta terminar algunos en la cárcel como Javier Duarte.
Pero ya en la era de Morena, si bien han ocurrido renuncias de secretarios porque cayeron de la gracia del presidente o porque no estuvieron de acuerdo cómo está haciendo las cosas, la de Scherer es la primera caída, antes de tiempo porque no ha terminado el sexenio, de un hombre muy poderoso, casi el vicepresidente, y, por lo que narra Juan Pablo Becerra-Acosta y por las respuestas que le dio Julio, ahora está a la defensiva, con la imagen de un hombre acosado, derrotado, acusado de graves delitos y que seguramente sabe, está consciente, que un día puede sufrir las consecuencias del poder del que formó parte y del que usó y abusó, de acuerdo a los señalamientos que se le hacen.
La caída de Scherer, un ejemplo para el cuitlahuismo
Aterrizo, uso en el plano local el ejemplo de Scherer porque, por lo que se va viendo y por lo que en mi caso voy sabiendo, en el cuitlahuismo –sería injusto si generalizara– los más ambiciosos no aterrizan, están totalmente embriagados de poder, piensan que lo tendrán para siempre, no les cae el veinte que se les va a acabar en relativamente poco tiempo y tan se sienten y se creen dueños de él que han llegado a la locura de estarse disputando cuando no distribuyendo ya cargos o representaciones legislativas para el próximo sexenio.
Por ejemplo, el secretario Eric Cisneros claro que anda en campaña utilizando la fachada de que trabaja para Rocío Nahle, pero a sus cercanos no oculta su intención de ser el candidato de su partido a suceder a Cuitláhuac García y/o, en última instancia, ser el próximo senador por Veracruz, mientras que el subsecretario de Finanzas Eleazar Guerrero Pérez también ha formado su minipartido “Unidos Todos” porque igual desea ser el próximo senador por el estado (quienes han declinado a unirse a su grupo me han platicado su intención), y el grupo cercano que rodea al gobernador ya tiene el nombre de la próxima senadora veracruzana, según ellos: Dorheny García Cayetano, quien ni siquiera pudo ser candidata a la alcaldía de Xalapa como pretendían porque no tiene nada, con qué ganar alguna elección.
Y así, en lugar de dedicarse a la tarea de gobernar, de tratar de resolver los graves problemas del estado, están despilfarrando recursos públicos sin ningún límite ni control y uno por aquí otro por allá presumen lonas, gorras y todo tipo de propaganda personal, celebran convivencias celebratorias adelantadas, con la creencia de que tienen asegurado su botín político.
Tan embriagados de poder están que ninguno se para a reparar que el poder se les acabará en una treintena de meses más, constitucionalmente en 2024, aunque doce meses antes, en los hechos a finales de 2023, en solo una veintena de meses se les acabará el poder político una vez que se defina el candidato presidencial de su partido, quien será el qué decida quiénes serán los próximos candidatos a la gubernatura, al senado y a las diputaciones federales, él y ya no el presidente López Obrador menos alguien en el palacio de gobierno de Xalapa.
El caso de Julio Scherer es el ejemplo más ilustrativo no solo de que el poder se acaba, sino que algunos salen con cuentas pendientes y tienen que pagar las consecuencias. Pero, bien dice el sabio refrán, nadie escarmienta en cabeza ajena.