Los medios de comunicación son un referente del entorno para la sociedad, a través de reportajes, entrevistas, artículos y fotografías podemos tener una noción de lo que ocurre en el mundo. Identificar a los personajes más importantes, crear una opinión de ellos e incluso crear distintas posturas sobre sus acciones. Hoy en día los recursos de comunicación se han incrementado, ya no basta con la televisión para determinar el rumbo, también los medios digitales en conjunto con las audiencias, se han vuelto productores de contenido.
Ante el panorama anterior cada palabra tiene un peso importante en la opinión general del público, por ende, la responsabilidad al comunicar debería ser mayor. Productos del entretenimiento como series de televisión sí influyen en el ideario colectivo. Los perfiles de figuras públicas tienen más impacto del que anteriormente tenían los protagonistas de historias en la gran pantalla y sus acciones pueden ser el ejemplo para nuevas generaciones, de ahí el interés en repensar las narrativas que ponen en el centro a figuras del narcotráfico, donde se les describe como modelos a seguir.
Tampoco es casualidad que las series o películas con estafadores tengan un mayor impacto y se posicionen entre las más vistas, pues en un mundo donde las complicaciones crecen, la facilidad con la que otros engañan y prosperan a costa de actos cuestionables, se vuelve para muchos una cualidad admirable. ¿Pero qué hay detrás de todo lo anterior? intenciones colectivas de captar la atención del espectador a costa de lo que sea, de distraer la mente, de generar ganancias sin analizar el impacto social y aún más aberrante es cuando la intención principal es manipular.
Nos hemos vuelto seres manejables, que, aun expresando la inconformidad en marchas, gritando o luchando intentando resolver problemáticas de desigualdad, nos movemos bajo ideologías de masas, la diferencia es que estas ideologías ahora se presentan en distintas polaridades, basta con revisar cualquier día las discusiones generadas en redes sociales, donde los medios de comunicación siguen jugando un papel importante para tal polarización.
Podemos vislumbrar el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania como algo superior al de otras regiones debido a que cuenta con mayor cobertura, nos atrevemos a señalar un fin de semana fuera del DIF como una supuesta adopción porque así lo manejaron en múltiples medios, sin siquiera corroborar el uso adecuado de los términos. Respecto al mismo personaje en mención, Mariana Rodríguez, puede ver afectada su imagen por un video donde algunos ven maltrato y otros, educación básica.
Una serie de televisión que pinta con facilidad un robo a la casa de la moneda, puede ser referente de acción para otros un tanto más descabellados. El estilo de las mafias y rufianes se vuelve deseable y hasta admirable. ¿El contenido está mal o el error está en nosotros como personas? A lo largo de la historia siempre se han creado producciones para entretenimiento masivo, pero también existen propuestas con mensajes actualizados para nuestra época.
Las grandes compañías se han visto obligadas a modificar sus narrativas con mayor apego a derechos humanos, respetando identidades de género e incluso empoderando nuevos roles. En espacios donde la comunicación aún es libre tenemos la oportunidad de buscar más allá de las primeras opciones, para así aprender a generar un verdadero criterio. Dejemos de seguir polaridades y formemos de manera real una opinión que se base en investigación y análisis.
Así al igual que se ha logrado la transformación de contenidos, quizás un día podremos lograr la transformación de nuestros gobiernos, de lo contrario seguiremos limitados a votar entre un sí y un no porque no existe otra opinión que pueda ser digna de masificarse.