Contrario al Gobernador, AMLO no arremete contra el juez

Más que pregunta, un reportero de hecho denunció ayer ante el presidente López Obrador que un juez le otorgó ya un amparo a José Manuel del Río Virgen, por lo que debería estar en libertad, “pero todavía las autoridades de Veracruz lo mantienen en prisión”.

“Es una sinrazón, presidente, estar utilizando la justicia precisamente para actuar con dolo, para que la justicia sirva al mejor postor, presidente”. Que se lo hayan recordado debió haberlo reventado por dentro. “Pues es un asunto del estado y ellos van a resolver, y ojalá y sea con apego a la ley, es lo que puedo decir”, fue su respuesta.

Apasionado del verbo, su parquedad denotó molestia por el tema. Pudiéndolo hacer, pudo haber salido en defensa del gobernador Cuitláhuac García, y si no darle la razón sí justificarlo, pero no hizo ni una cosa ni la otra, menos le echó porras como hasta enero pasado.

Su declaración fue un claro mensaje de que se respete la ley, y contrario al gobernador, quien el pasado 10 de marzo estalló contra el juez Jesús Arturo Cuéllar Díaz, cuya resolución calificó de “deplorable”, señaló que se excedía “grotescamente”, que la corrupción “lamentablemente aún prevalece en algunos pocos jueces del Poder Judicial de la federación” y que la justicia, “ahora en manos del juez Cuéllar Díaz… solo aplica para los amigos de los influyentes”, contrario a todo ello, el presidente no arremetió contra el juzgador federal.

Su corta respuesta de ayer estuvo en línea con lo que declaró el 2 de marzo cuando se puso de lado de los detenidos. Entonces fue contundente y como si adivinara lo que iba a pasar días después, manifestó: “Cuando no se respeta a una autoridad, se le insulta y se cometen excesos, el que lo hace se descalifica”. Dijo en aquella ocasión que siempre había “que poner por encima las libertades”, y sentenció: “Yo soy partidario de que se mantengan las libertades. Prohibido prohibir. Libertades”.

Pero en el palacio de gobierno de Xalapa, como Carlos Salinas contra perredistas que protestaban en 1994, a AMLO ni lo ven ni lo oyen.

Pierden por paliza; solo buscan la del honor

En los deportes, cuando un equipo va perdiendo por blanqueada y por paliza, si se trata de béisbol, o por goliza, si se trata de futbol, si la novena o la oncena perdedora, en su caso, anotan una carrera o un gol (en lugar de 10-0, 10-1), se dice que fue la carrera o el gol del honor, solo para lavar la cara, porque la paliza o la goliza, la derrota, no se las quita nadie.

Por lo que se maneja en el mundo de los fiscales, de los jueces, de los magistrados, estatales y federales, quienes han tenido la curiosidad, el interés y el tiempo de revisar la resolución del juez federal Cuéllar Díaz a la demanda de amparo 49/2022 de Del Río Virgen, exonerándolo y prácticamente ordenando su libertad, la fiscal general del Estado, Verónica Hernández Giadáns, impugnó, pero solo para salvar el honor como parte acusadora porque su derrota legal está cantada.

Quienes lo conocen hablan muy bien del juez federal, dicen que es un hombre conocedor y de principios, con por lo menos veinte años de experiencia desde que se inició como escribiente, luego como secretario hasta que por sus méritos se ganó un lugar como juez primero en Córdoba, luego en Villa Aldama y ahora en Xalapa.

Al fijar su postura, el jueves pasado, hace una semana, la fiscal no dejó de mostrarse sorprendida por la rapidez con la que resolvió, “ya que el juicio de amparo se admitió el 20 de enero de 2022 y se resolvió en menos de dos meses”, lo que equivale a una confesión de que los tomó desprevenidos, chiflando en la loma, porque, en efecto, tenía hasta seis meses para dictaminar, pero también nada le impedía resolver en un día o en un mes.

Me atrevo a pensar que eso habla de la eficacia y dedicación del juez en su trabajo, pues de acuerdo a quienes conocen los recovecos de la judicatura, se debió haber dedicado todas las tardes (después de cubrir en las mañanas su trabajo normal) entre quince días y un mes a analizar los datos de pruebas aportadas tanto por la Fiscalía como por la defensa para sacar su conclusión.

La resolución, ¡prácticamente un libro de 422 páginas!

En efecto, opino, es admirable el trabajo de Cuéllar Díaz porque prácticamente escribió un libro, ya que su resolución no consta de 302 páginas como publicó el diario Reforma sino de ¡422! (el  pasado fin de semana les eché una ojeada). En realidad, bien pudo haber concedido el amparo “liso y llano”, como lo llaman los jueces federales, y el jueves pasado haber dejado en libertad a Del Río, pero seguramente lo frenó un detalle.

A partir de que el presidente López Obrador inició desde marzo de 2019 lo que el 15 de junio de 2021 la Asociación Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito (JUFED) denunció como una campaña de descrédito acusándolos de actos de corrupción, aunque sepan que están ciertos de sus resoluciones optan por los amparos “para efectos”, como sucedió con el que se concedió a Del Río, es decir, que se dejó en manos del juez de control Francisco Reyes Contreras, en caso de que no se interpusiera un recurso de revisión, dictarle auto de no vinculación a proceso, esto es, dejarlo de inmediato en libertad.

La fiscal Hernández Giadáns anunció que iba a impugnar y lo hizo. Está en su derecho, pero si ya leyó y analizó con detenimiento las fojas de la resolución del juez y si no tiene pruebas contundentes contra Del Río debe saber que el Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal le va a dar palo, que va a confirmar la sentencia absolutoria.

Pero la funcionaria decidió, a botepronto, apenas se pronunció el juez, sin haber leído su resolución, que iba a continuar el pleito. Qué necedad. Qué necesidad. Lo único que va a hacer es prolongar su agonía y el desangrado legal del gobierno, porque a partir de que impugnó el martes, al Tribunal Colegiado le va a llevar, estiman los expertos, no dos sino entre tres y cuatro meses para dar su fallo, que nadie duda que será a favor de Del Río.

La señora, al menos eso creo, se hubiera visto bien, mejor, si hubiera decidido no impugnar, si hubiera dejado para otra ocasión el honor y dedicarse mejor a tantos y tantos problemas pendientes de solución y de resolución en Veracruz. Ya se vio que dio la pelea. Debe aprender también a perder y a ser buena perdedora.

Juez saca mucha ventaja de experiencia a la Fiscal

Merece todos mis respetos doña Verónica, pero es indudable que el juez federal le saca mucha ventaja en cuanto a experiencia. Por lo menos los últimos veinte años se los ha pasado en el mundo de la judicatura, y la señora Hernández Giadáns de hecho apenas lleva dos años y seis meses en la fiscalía aprendiendo (es la fiscal más cara que ha tenido Veracruz, pues le dan un estratosférico sueldo por haber llegado a aprender, muchas veces echando a perder, prácticamente una beca).

Notaria adscrita en 2002, notaria titular en 2010, tesorera de notarios de 2015 a 2016, secretaria del Ayuntamiento de Xalapa de 1998 a 2000 (con Rafael Hernández Villalpando) y solo Directora Jurídica pero de Responsabilidad Patrimonial y Atención Ciudadana de la Contraloría Interna del Ayuntamiento de Xalapa de 2001 a 2004 (con Reynaldo Escobar Pérez) no son los mejores galardones de los que puede presumir para un litigio. Como se advierte, es posible que hasta cuando llegó a la Fiscalía nunca se hubiera parado por una fiscalía o por un juzgado de ninguna instancia, ni federal ni del fuero común. A su actual cargo llegó por dedazo, sin mayores méritos. No es mi intención demeritarla, solo poner en la balanza los grados de experiencia en juego y en manos de quién puso el cuitlahuismo la procuración de justicia.

Pero ha decidido continuar el pleito. Muy de su gusto. Es cierto, no está dicha la última palabra hasta que se diga. Pero algo que pueden dar por terminado ya, lo prolongan. Dentro de tres o cuatro meses, si les dan palo, volverán a tener a los medios encima, cuando se les agota el tiempo y debieran estar preparando ya su salida, lo menos golpeados que se pueda. Pero se ve que les gusta sufrir, que tienen vocación de mártires por tantos palos legales recibidos. A esperar, hasta entonces.

 

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