“La vergüenza tiene mala memoria.” – Gabriel García Márquez.
Dice el refrán popular “se puede ser cochino, pero no trompudo” al referirse que no se debe ir por la vida siendo un aventajado, un abusivo, aunque algunos simplemente, sin desparpajo no lo entienden.
Y esto se lo comentó amable lector y lectora, porque existen personajes que sabedores de actuar de mala fe, continúan por la vida pretendiendo timar a los veracruzanos.
Un caso del que recientemente nos enteramos sería el que involucra al ex secretario de Turismo y Notario Público No. 10 con sede en el puerto de Veracruz, Leopoldo Domínguez Armengual, quien con la mano en la puerta y con los dedos literalmente amputados por instrucciones del mismo Sistema de Administración Tributaria (SAT) estuvo a punto de perder su notaría por asuntos de evasión fiscal.
Y es que el pasado 14 de febrero del 2020 la Administración Central de Asuntos Jurídicos del SAT, dictaminó la cancelación de su notaría tras haber realizado una minuciosa investigación a las actividades que en esa representación del estado se venían realizando, aplicándole la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita.
El resolutivo dejaba sin efecto la patente que desde el 24 de septiembre de 1992 se le concedió a Domínguez Armengual, además, se ordenó el cierre de la Notaría y se declaró su vacancia.
Ante la posibilidad casi inminente de perder su fuente principal de ingreso, el mañoso ex funcionario buscó bajo promesa de reconocido despacho jurídico avecindado en Xalapa el Juicio de Garantías, mismo que se tramitó con numeral 253/2020-III promovido ante el Juzgado Quinto de Distrito, logrando el amparo de la Justicia Federal, con el que se le restituyó su función notarial con el pleno goce de su derecho perpetrado y se restablezcan las cosas al estado que guardaban.
Dicha medida hizo factible que el cochino fedatario público continuará cobrando por su actividad notarial, como resultado de un hierro procesal de parte del SAT, en la que se detectó que la dependencia federal no presentó avisos por actividades vulnerables.
La medida dejó sin efecto el pago de una multa de nueve millones, doscientos setenta mil, setecientos veintiséis pesos, por la presunta realización de actividades que involucran una operación en efectivo con un cliente por un monto igual o superior o equivalente a mil 605 veces el salario mínimo vigente en el Distrito Federal.
Estas acciones emprendidas por su defensa, generaron que un juez federal ordenara a la Secretaría de Gobierno, a cargo de Eric Patrocinio Cisneros Burgos la restitución inmediata de la patente Notarial a cargo del mañoso Polo Domínguez –quien, al verse rescatado del naufragio, comenzó a planear su siguiente fechoría-, misma que se cumplió en el tiempo y forma dictados por la autoridad federal.
Fue la Dirección General del Registro Público de la Propiedad y de Inspección y Archivo General de Notarías quienes deberán realizar la entrega-recepción del archivo y protocolo de dicha Notaría, la cual tenían bajo su resguardo. Y fue el Juez Quinto de Distrito, con residencia en Boca del Río, quien ordenó dejar insubsistente el acuerdo por el que se daba por terminado de manera definitiva el ejercicio de la función notarial del trompudo personaje.
El resultado de la acción legal emprendida por el Despacho Jurídico que lo representó tuvo la consecuencia favorable de dejar sin efecto el pago de la multa por el monto de 9 millones de pesos –la cual le había sido impuesta por la autoridad hacendaria- librándole de eso y de perder la patente notarial, por lo que lógico era, que él retribuyera la contraprestación acordada con sus abogados por tan buen servicio, cosa que no ocurrió, negándose a pagarles.
El cinismo con el que se afirma actuó el cochino y trompudo ex funcionario estatal, nos invita a pensar si sentirse amigo del ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, le daba derecho a pretender quererse pasar de vivo.
Pues lo único que terminó exhibiendo fue que como señala el refrán popular en la vida no se puede ser cochino y trompudo, y en su caso, los dos calificativos le quedan como anillo al dedo, dirían “ya saben quién”.
Al tiempo.
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