CUANTO MAYOR ES LA INCOMPETENCIA, MENOS CONSCIENTE SE ES DE ELLA. III.

Tercera Parte.

 

Con relación a mi artículo del sábado pasado, no he recibido comentario desafortunado alguno, sino por el contrario, sabiamente descubrieron, desde el primer artículo de esta serie, quien era el personaje que comparaba con McArthur Wheeler, que por sus creencias manifiestas e incongruentes pueden igualarse a la actitud de, de utilizar el zumo de limón para aparecer invisible.

Habíamos dejado pendiente que, ya saben quién, canceló el un Consejo de Turismo, cuando en el sexenio anterior generó 192,000 millones de dólares; canceló los proyectos de energía eólica para transmitir energía eléctrica, que es mucho más económica que la que desea producir con el combustóleo y con carbón, y que también se cancelen 20,000 millones de dólares de inversión en La Ventosa.

Como niño caprichoso y a la voz de “me canso ganso” quiso jugar al trenecito y sin estudios de viabilidad y competencia, ordenó alevosamente la construcción del Tren Maya y una refinería como sus máximas obras del sexenio, de las que se duda pueda existir alguna recuperación de su inversión.

El día primero de diciembre de 2018, en su discurso, solicitó se le tuviera confianza y paciencia, y además de las promesas que hizo en campaña, ofreció un sinfín de cosas como: mantener las estancias infantiles; proporcionar atención médica a todos los mexicanos y medicamentos gratuitos; se comprometió a bajar los precios de los combustibles; prometió acabar con la corrupción, sin amiguismos, nepotismos, ni influyentismos; que las compras del gobierno se harían en forma consolidada, mediante convocatoria y con observación ciudadana; prometió un auténtico estado de Derecho y que a nadie se le permitirá violar la constitución; que se acabaría la impunidad y ya no habría moches; prometió impulsar las fuentes de energía  limpia y de menor costo, como la eólica y la solar; que en tres años se solucionaría el problema de la saturación del actual aeropuerto de la Ciudad de México y funcionarían las vialidades y dos pistas nuevas, así como la terminal de pasajeros de en la base aérea de Santa lucia, ahorrándose 100 mil millones de pesos; que se respetaría la libertad de expresión; que nunca el gobierno aplicaría a ningún periodista o medio de comunicación censura alguna; la autonomía de la fiscalía, sin recibir consigna del presidente; además de haber ofrecido en otras ocasiones, tener un servicio de salud como en Dinamarca; quizás con buena fe de parte de él, pero todo lo que ofreció no lo ha cumplido, lo que quiere decir que pensó igual que Wheeler, que el zumo de limón lo haría invisible, no ha sido como él lo inventaba en su mente y todo ahora está improvisando y no desea reconocer lo que prometió y no ha cumplido, no es otra cosa que “Efecto Dunning-Kruger” del que mencionamos en la primera parte de este grupo de artículos.

En la actualidad, gozando ampliamente del “síndrome de hubris”, que es la enfermedad del poder, desea perpetuarse declarando la guerra al INE, para manejar a su antojo elecciones y eliminar a quien le pueda estorbar para ello, regalando dinero a sus mascotas, comprando votos, gastando de nuestros impuestos  3 mil 800 millones de pesos, en una consulta estúpida que nadie le ha solicitado, en lugar de, pagar el tratamiento de todos los niños con cáncer en el país, y lo único que podrá resultar como siempre,  será haber tirado a la basura y continuar derrumbando a nuestro país.

Esta persona no tiene capacidad de debatir, considera que insultando y culpando sin probar tiene la razón y que, con dos horas de hablar con lagunas y faltas de ortoepía, está trabajando y que eso es gobernar.

Quienes participan en el poder con él, se están beneficiando a manos llenas, acusan al INE de manejar muchos recursos, pero es incomparable con lo que ganan y gastan los legisladores y también sus resultados, y se arriesgan a quedar en ridículo y ser parte del “Efecto Dunning-Kruger”, denunciando en forma inocente penalmente a consejeros del INE, o acusando que existen personas que mueven las ballenas del metro para provocar el accidente de la línea 12.

Y qué decir de los pobres chairos, que sin argumentos desconocen la ineptitud de su mesías y alaban todos sus errores.

 

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