“El valor, al igual que el amor, necesita alimentarse de esperanza.” – Napoleón Bonaparte.
Cuando en el trienio 2004-2007 el entonces alcalde de Veracruz, Julen Rementería del Puerto otorgó la concesión para imponer parquímetros en el primer cuadro de la ciudad, el destino del centro histórico se consumó.
Hoy tras más de 18 años de operación, los costos de dicha política –traducida en un negocio para él y su familia- han dejado una profunda marca en el escenario y en la vista del puerto.
La intencionalidad con que fueron otorgados, buscaba que parte del recurso recaudado fuera empleado para embellecer y rescatar el primer cuadro de la ciudad, nada más alejada de la realidad, pues la condición de abandonó y olvido que muestra nos dice todo lo contrario.
El anuncio de la alcaldesa Patricia Lobeira de no renovar la concesión al Grupo Zeus operador de los parquímetros aparentaba una especie de esperanza para el posible restablecimiento de la actividad comercial, la reactivación y rescate del centro histórico.
Desgraciadamente, el anuncio que a través de la cuenta oficial del Ayuntamiento llegará a un usuario en Twitter tendría su reparo y vuelta en una declaración de la propia alcaldesa, ha conocido espacio noticioso del puerto de Veracruz (XEU), en donde señalaría que será el Ayuntamiento a su cargo quien tome el control y operación de los parquímetros.
Triste en verdad es ver, como los actuales políticos porteños, observan todo con la intención de hacer negocios al amparo del encargo público, pues, la medida anunciada en nada garantiza que el destino del centro porteño vaya a mejorar con ello.
La misma alcaldesa ha reconocido que de la recaudación anual obtenida –cercana a los 16 millones de pesos- solo el 30% se destinaban al municipio, sin que se sepa en que se emplearon, pues al menos, decir que se embelleció el centro en el cuatrienio anterior simplemente resulta una gran mentira.
Calles como 5 de mayo desde su inicio en Montesinos hasta su unión con Rayón exhiben el deterioro y abandonó, que, aunado a la indiferencia de los propietarios de los edificios, representa un binomio de complicidad e irresponsabilidad.
El daño que pudiera provocar la caída de una fachada, mampostería, balconería, cornisa ha quedado incluso demostrado y documentado en la prensa, pero peor aún el daño que causa a la imagen turística, es incalculable.
Mientras el manejo del recurso producto de los parquímetros no se transparente a toda prueba, entregándolo para su manejo, a la misma Cámara Nacional de Comercio (CANACO) vía algún fideicomiso, los porteños no tendrán la certeza de el buen destino y empleo del recurso.
Ojalá tuvieran las autoridades municipales de Veracruz un poquitito de la honradez y principios que las autoridades del municipio de Orizaba han empleado para destinar el recurso de sus parquímetros en su centro histórico.
18 años de abandono y olvido han sido el costo de la simulación, pero sobre todo de un negocio que sacó de la pobreza a quienes hoy lo detentan a costa de millones de veracruzanos, que ven con inmensa tristeza como se derrumban todos sus recuerdos en muros mohosos y abandonados.
Aún se está a tiempo.
Al tiempo.
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