Ese gran periodista veracruzano que fue Froylán Flores Cancela me lo platicó una noche, en el último año del gobierno (1974) de don Rafael Murillo Vidal, ambos todavía en el Diario de Xalapa, él Subdirector yo reportero casi recién llegado al Vocero de la Provincia.
Nos preparábamos para empezar a cerrar la edición. Llegaba del palacio de gobierno donde había estado con el gobernador y algunos de sus colaboradores. Froy, como le decían sus amigos, era un periodista influyente como pocos los ha habido en el estado, especializado en el tema político. Todas las puertas del gobierno estaban abiertas para él.
Me comentó que al día siguiente habría una marcha de protesta en el centro de Xalapa de “estudiantes” (en realidad eran porros) contra el gobierno, pero que había sido testigo casual de que los “líderes” de los manifestantes habían ido al despacho del gobernador para ponerse de acuerdo qué iban a gritar. Ensayaron varios gritos, algunos se los aprobaron, otros no, y a lo más que podían llegar a corear era “¡Muera el mal gobierno!” En efecto, la protesta se realizó con gran alboroto y la gente siempre tuvo la idea de que había sido auténtica.
En 1992 iban a calificar en la Legislatura local (entonces era la calificadora), que funcionaba adentro del Palacio de Gobierno, la elección para gobernador que había ganado el candidato del PRI Patricio Chirinos Calero. Prácticamente la única oposición que había, aunque entonces casi no contaba, era la del PAN. El presidente de la Mesa Directiva de aquella LV Legislatura, Felipe Amadeo Flores Espinosa, invitó a “dialogar” al dirigente estatal panista (de cuyo nombre y apellidos no quiero acordarme). Le pidió que su partido aceptara sin ningún problema que habían perdido y que validara el triunfo de Chirinos. Quería legitimar el triunfo. Le puso entonces sobre su escritorio un sobre grueso y le dijo que esa era la mitad, si aceptaba, y que la otra mitad se la daría cuando cumpliera. Hubo trato y no hubo bronca.
En el gobierno de Patricio Chirinos, un medio día visité como reportero en su oficina al entonces secretario general de Gobierno, Miguel Ángel Yunes Linares, con quien llevaba amistad (que todavía conservo). Un día antes se había celebrado una ruidosa protesta de “izquierdistas” y cañeros (cuando el PRD estaba en su apogeo como partido de oposición) en el centro de la capital del estado. Me pidió que me sentara, que lo esperara mientras hablaba por teléfono (entonces no existían los celulares). Me sorprendió cuando advertí que su interlocutor era ¡el líder de la protesta! Arturo Herviz Reyes. ¡A carcajadas estaban celebrando los incidentes de la marcha! Era más que obvio que todo había estado preparado y que se entendían muy bien (hasta donde sé se siguen entendiendo muy bien). La gente y los medios de entonces creyeron que la protesta había sido en serio.
Pero en ningún caso de los que narro los gobernadores o funcionarios de entonces pidieron a los “opositores” que se convirtieran y se pasaran al PRI. Al contrario, los alentaban a que continuaran en la “oposición” y a que siguieran protestando públicamente, porque legitimaban al gobierno y dejaban la idea de que vivíamos en una auténtica democracia. Ayudaban a mantener la creencia y la imagen de que en Veracruz había pluralidad, que se respetaba en forma irrestricta la libertad de expresión y de manifestación, que el gobierno era respetuoso y tolerante con quien pensaba diferente. En fin. Que recuerde, nunca se legitimó la represión con una “ley garrote”, porque todo lo resolvían con diálogo, con convencimiento, con acuerdo, con pacto de caballeros.
Ahora que Morena está en el poder, un supuesto gobierno de izquierda, me ha sorprendido cuando me he reunido con quienes se consideran auténticos morenos, auténticos y fieles obradoristas, que mantienen respeto por e incluso exaltan la figura de don Fernando Gutiérrez Barrios, un político mexicano del PRI al que muchos calificaban de represor. Don Fernando no solo contribuyó al éxito de la Revolución cubana, sino que como gobernador tuvo mucho respeto por los opositores de izquierda, combativos, algunos todavía sobrevivientes y que incluso están ahora en alto cargos de la 4T. Pero don Fernando tampoco trató, ni siquiera por la fuerza (y cuidado que la tenía y sabía como usarla), de convertirlos al PRI. Los respetó como oposición y como oposición han llegado al poder.
Por eso considero que es una equivocación de Esteban Ramírez Zepeta y de Juan Javier Gómez Cazarín, o de quienes están atrás de todo, estar “convenciendo” por la fuerza, con presiones, amenazas veladas o abiertas, a diputados locales y a presidentes municipales que ganaron bajo las siglas y colores de los partidos de oposición, a que se pasen a Morena. He hablado con algunos que han cedido, quienes con pesar me han dicho que se avergüenzan ante sus ahora exdirigentes, sus familias, sus vecinos y conocidos y quienes votaron por ellos, pero que, por ejemplo, en los cursos de capacitación que recibieron les dijeron (ellos lo tomaron como amenazas) que si no se pasaban a Morena iban a sufrir las consecuencias, unas de ellas que los ahogarían económicamente o que les regatearían los apoyos, “y qué querías que hiciera, que más me quedaba”.
En el gobierno se engañan si piensan o creen que quienes se brincaron a sus filas lo hicieron por convicción. Sumaron súbditos, no aliados. Los súbditos un día se cansan y se rebelan y llevan al rey a la horca o a la guillotina. Los aliados están para ayudarse cuando se necesitan, cuando algo los amenaza.
La imagen que empiezan a crear los gobernantes de Morena es la de estar buscando la uniformidad, la sumisión, la obediencia ciega, el silencio, como en las dictaduras, la de estar buscando la desaparición de la oposición y de los opositores, la de estar acabando con la libertad y con la autonomía municipal, la de estar destruyendo la pluralidad política, la de estar dañando gravemente la democracia en Veracruz.
Da la impresión de que se vanaglorian cuando anuncian que tales o cuales diputados o alcaldes se les sumaron, como si fuera un mérito conquistado en las urnas, por la voluntad del pueblo, cuando todo Veracruz sabe, porque los mismos oprimidos políticos lo platican, que se sumaron porque prácticamente les pusieron el cañón de una pistola política en la sien y porque no quieren terminar en la cárcel como otros opositores que han tratado de mantener su independencia y su autonomía.
Antes, sí, había arreglos, algunas veces se fingían actos de protesta, hacia adentro se sabía que algunos opositores eran de mentiritas, pero no se ahogaban en forma abierta, burda, los intentos de practicar y vivir en una democracia.
Sé que no es fácil luchar contra el poder, ni desde adentro del sistema ni desde afuera. Por eso respeto y admiro las voces que se han resistido y algunas viven y sufren las consecuencias. El pueblo veracruzano, a lo largo de su historia, ha demostrado que así tenga que pagar con sus vidas el precio de la libertad, de su libertad, de sus libertades, nunca se doblega. Estoy seguro que en este tiempo no será la excepción. En 2018 y en 2021 no se votó por lo que está pasando. Veracruz no puede vivir subordinado a una sola directriz, a una sola voz. Nunca.
Este viernes recortan las prerrogativas a los partidos
En la sesión de este viernes en la Legislatura local se aprobará el recorte en 50 por ciento de las prerrogativas a los partidos políticos. Con la mayoría de la diputación de Morena y de sus aliados no se ve que se vaya a evitar. Los diputados se irán entonces de vacaciones, que interrumpirán en la última semana del año para aprobar el Presupuesto para 2022, así como el de los municipios.
Como colofón, el diputado Sergio Gutiérrez regresa este fin de semana al estado para repartir juguetes, mientras que el delegado federal Manuel Huerta continúa con sus convivios con la prensa de todo el estado. Ya se reunió con periodistas de Coatzacoalcos, del puerto de Veracruz y anoche jueves con los de Xalapa, este viernes sigue con los de Córdoba y luego irá a convivir con los de Poza Rica. No hace ruido, pero también se mueve mediáticamente.