De todas las estupideces que un hombre puede cometer, engañarse a sí mismo es la peor.
Alicia Giménez Bartlett
No creo que muchos de los seguidores del candidato presidencial hayan creído sus promesas. Una de ellas, que más que promesa fue juramento y que está bien documentada, fue esta: “Desde el primer día de mi gobierno, no al mes, desde el primer día, los narcos cambiarán las armas por tractores y se convertirán en gente de bien, se los juro”. Con todo honor a la verdad, considero que, nadie con sano juicio y en sus cabales haya valorado como cierto y posible tal juramento.
Pero si existe alguna persona que indica que sí aceptó como verdadera dicha sentencia, lo más seguro es que se estaba autoengañando, como cuando nos mentimos a nosotros mismos, e incurrimos en las grandes trampas de las mentes, en las que nos convencemos nosotros mismos que algo falso es una realidad y, aunque se verifique de manera inconsciente, existe la mentira y el autoengaño, diferenciándose que, en la mentira, la persona está consciente de que no está diciendo la verdad, mientras que en el autoengaño se acepta como verdad una realidad que es falsa sin ser consciente de ello.
El engaño ha acompañado al hombre desde sus inicios, y nuestra vida se encuentra plagada de engaños continuos. El vendedor exagera los beneficios de lo que vende, y al exagerar ya está engañando y así lo toleramos. La carta de presentación del político en campaña es el engaño y, estoy de acuerdo en que, lo toleremos por ser sus partidarios, pero el creerles puede dañar nuestra personalidad y, si al llegar al poder continúa con sus promesas imposibles y sus seguidores siguen creyéndole, puede ser bastante grave no tan solo para la sociedad sino para la persona misma.
Los que conocen del tema hablan del autoengaño funcional, como en el caso de los achichincles que por secundar a su líder se unen a la falsedad, por conveniencia, por admiración a su líder, por ignorantes o por orgullosos de no dar su brazo a torcer.
Pero como psicológicamente los seres humanos no podemos mantener por mucho tiempo una contradicción entre nuestras creencias, pensamientos e ideas, aparece el autoengaño “valorar para creer” como una forma de resolver la contradicción, lo que no puede encajar con su sistema de principios y valores. Es un autoengaño que tiene fecha de caducidad, lo que produciría una decepción a la persona.
Mientras más incongruente sea el autoengaño, más grave puede ser la decepción o el daño. ¿Quién puede creer que el avión se haya vendido o rifado? ¿Que nuestros servicios de salud sean como los de Dinamarca?
Convierten en filosofías de su grupo las tonterías que diga su mesías, tales como, a los pobres hay que darles como a las mascotas, porque no podemos decirle a una mascota: – “A ver, ve a buscar tu comida”.
El día 19 de agosto de 2018, indicó el presiente: – “No es más de lo mismo, no es simulación o gatopardismo. Transformar no es ejecutar o “dar el violín, instrumento que se toma con la izquierda y se toca con la derecha”. Hace apenas dos días, el jueves pasado indicando: Jóvenes deben aprender a mantener congruencia ideológica: “Se pensaba que ser político era cuidar la imagen y se decía que la política era como el violín: se agarra con la izquierda, pero se toca con la derecha”. Pobres charlatanes que elaboran su propia filosofía con autoengaños, pues cualquiera que sepa de música, sabe que el violín se toma para ejecutarse con el brazo izquierdo y los dedos de la mano izquierda que viaja por todo el diapasón del instrumento, son las que dan las notas que disfrutamos y que si el dedo llega a fallar por un milímetro ya está sonando otra nota, mientras la mano derecha con el arco fricciona las cuerdas que previamente ya han sido pisadas por los dedos de la mano izquierda.
Bien por Cuauhtémoc Cárdenas, quien dejó el autoengaño, y a preguntas del tercer año de gobierno de AMLO, indicó que las políticas públicas han fallado y el crecimiento económico era bajo y hay rezagos de pobreza; enfatizó sobre el crecimiento de inseguridad y violencia en todo el país, la existencia del desempleo, el nulo sistema de salud y de educación.
Existen personas que han estado midiendo las miles de mentiras diarias que dice el presidente. Lo más dañino para la sociedad y la persona es seguir en el autoengaño.