En las redes sociales, Esteban Ramírez Zepeta, dirigente en funciones de Morena en el estado, y Juan Javier Gómez Cazarín, coordinador de la bancada de ese partido en el Congreso local, presentaron a las diputadas Lidia Irma Mezhua Campos y Perla Eufemia Romero Rodríguez como verdaderas piezas de caza porque lograron que defeccionaran, esto es, que se separaran del PRD con deslealtad para adherirse a su partido.
Pese al ego personal de ambos personajes, que la noche del lunes lucieron las piezas que colgarán como trofeos de sus oficinas, el chapulineo de las dos no tiene mayor valor de fondo para la 4T.
Las piezas de caza sirven para proporcionar carne de consumo o bien para que los cazadores luzcan sus cabezas colgadas de un gancho en la pared o los cuerpos disecados en algún rincón. A las experredistas les van a sacar el mayor provecho para consumo político legislativo a favor del cuitlahuismo y luego las van a dejar para lucirlas y exhibirlas como representación de lo que es la conveniencia, la falta de principios y valores y el mercantilismo político. Muy de su gusto.
¿Qué, pues, pueden aportar al partido en el poder? Nada de valor, nada edificante. Las mujeres se prestaron a que se piense que tienen un precio y que muy rápidamente les llegaron a él. Son, finalmente, parte de un material político del que se está nutriendo cada vez más el partido de los que dicen que son diferentes pero que cada vez más se parecen al viejo PRI, que tanto criticaban y critican.
El trapecismo político de estas mujeres no es nada nuevo. Nada que sorprenda, pero que actualiza el cuestionamiento de si cuando se sientan a la mesa de sus casas, con sus hijos, los pueden mirar de frente a los ojos, con la frente en alto, con toda dignidad, y no tienen temor de que cuando vayan a la escuela, salgan con sus amigos, visiten familias amigas o escuchen la voz pública, escuchen que se habla de ellas sobre algo que los haga avergonzarse.
Zepeta y Juan Javier están en lo suyo, con la ventaja de operar desde el poder, con todo el poder que da tener el poder. Salieron de cacería y lograron no dos sino cuatro piezas de caza, si bien es cierto que dos ya las tenían con la soga al cuello amarradas a su corral: los diputados Luis Arturo Santiago Martínez y Rafael Gustavo Fararoni Magaña (protegido de Gómez Cazarín), que ganaron en alianza postulados por el PVEM, que como vientre de alquiler les prestó su espacio para que ahí parieran como nuevos diputados porque en el partido guinda no aseguraban ninguna posición, pero que ellos ya sabían que tenían dueño. Así, en realidad el Verde, solo tiene dos diputadas: Citlalli Medellín Careaga y Tanía María Cruz Mejía, mientras que el PRD se quedó sin ninguna.
En el fondo, en el cuitlahuismo andan desesperados porque necesitan asegurar 34 votos para tener mayoría calificada, ya que de entrada quieren dar un albazo para reformar la Constitución Política a fin de eliminar el candado que le impide a la secretaría de Energía y candidata de ellos a la gubernatura, Rocío Nahle, ser gobernadora, si resultara la candidata y luego ganara la elección. Ahora, que se sepa, tienen ya 31 votos contando los de las chapulinas que eran del PRD y los camaleones del verde-guinda. Seguramente en los días por venir desde el cuitlahuismo van a disparar cañonazos a diestra y siniestra para ver si juntan los que les faltan. Lograron, pues, más votos, pero comprados, no por méritos en campaña.
Y Sergio Cadena les desea suerte
Quien me sorprendió por la frialdad, el oficio político y la experiencia con los que reaccionó ante la deserción que sufrió su partido fue el dirigente estatal del PRD, Sergio Cadena Martínez.
El hombre, como aconsejan los cánones de la política, emitió un manifiesto a la opinión pública en el que fijó su postura respecto de lo sucedido, pero se notó que antes se puso un bloque de hielo en la cabeza para no reaccionar caliente, para no balbucir ni titubear ni decir barbaridades, para mostrar el mejor rostro que tiene, con sonrisa incluso, y para ser preciso. No le ganaron las tripas, el hígado, ni salió con que no las conozco. Incluso trató a sus excompañeras con todo respeto y comedimiento, con elegancia, si cabe, como se merece toda dama aunque no lo merezcan mujeres que denigran el quehacer político con su actitud personal, y, claro, hubo por ahí un pequeño raspón porque quién, a quien traicionan, puede destilar pura miel.
Le dejo la palabra:
“De manera inesperada, nos enteramos la noche de ayer de la decisión de las diputadas locales, Perla Eufemia Romero Rodríguez y Lidia Irma Mezhua Campos, de incorporarse al grupo legislativo del gobierno, tras haber tomado protesta como legisladoras del Partido de la Revolución Democrática.
Este hecho lo realizan por decisión propia, en el libre designio de sus voluntades y como consumación de sus intereses estrictamente particulares.
Sabemos muy bien lo que ha motivado su decisión y aunque les deseamos suerte en el futuro, en los hechos queda la huella de la deslealtad al PRD, no a la dirigencia, sino a la militancia del partido, a los electores que externaron orgullosamente su voto y a la sociedad veracruzana que no quiere un gobierno tirano y represor.
El Partido de la Revolución Democrática se refrenda como una fuerza política comprometida con las causas sociales, un partido combatiente de la desigualdad y el abuso del poder, que reclama justicia y bienestar para Veracruz. En su historia ha sido el partido impulsor de la equidad de género y en el presente es garante de los derechos políticos de sus militantes.
La acción de las legisladoras es lo que comúnmente sucede en los tiempos difíciles; es la respuesta práctica ante el llamado tentador del poder.
El PRD sigue de pie y orgullosamente se muestra a la sociedad como una fuerza política opositora que lucha por la recuperación de un Veracruz paralizado, demandante de empleo, de educación, salud y de calidad de vida.
Es un partido que enfrenta la arremetida del gobierno como una verdadera oposición política que sigue y seguirá de pie, luchando por Veracruz”.
No le falta ni le sobra nada a su texto. ¡Caray! Hasta pareciera que las justifica cuando señala que la acción de las mujeres “es la respuesta práctica ante el llamado tentador del poder”. Transluce en ello un conocimiento real y profundo del sistema político y sabe que cuando no existen convicción, firmeza ideológica, principios, valores, congruencia, compromiso, lealtad, ética y moral es fácil escuchar y rendirse al canto de las sirenas.
Creo que en el fondo hasta se debió haber alegrado que la casa se limpiara sola, que se hubiera caído el cascajo político que lastraba su partido, por lo que bien puede aplicar aquello de que más vale solo que mal acompañado. Defecciones políticas han ocurrido siempre y seguirán ocurriendo. Qué triste que en un momento en que las mujeres juegan un papel cada vez más relevante en la vida pública nacional, en Veracruz haya quienes las dejen muy mal paradas.