La Conferencia de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021, mejor conocida como “COP 26” se desarrolla del 31 de octubre hasta el 12 de noviembre, en la ciudad de Glasgow, Escocia, con la intención de atender de manera colectiva entre las Naciones, todo lo referente al cambio climático y el cuidado del medio ambiente, temas de suma urgencia e importancia, pero que en la mayor parte del mundo se siguen tratando como algo que aún puede esperar, cuya resolución mágica llegará a medida que se desarrolla el mundo.
Contrario a esta creencia, los análisis de emisiones de gases de efecto invernadero, el desgaste de nuestros ecosistemas y otros parámetros ambientales, han demostrado que a medida que nuestra población se desarrolla y se expande, también se incrementan los niveles de contaminación, por ende, la posibilidad de que nosotros mismos como especie seamos los creadores de nuestra propia extinción.
Escenarios de películas como “El día después del mañana” no son del todo ficción si pensamos en las consecuencias drásticas que enfrentamos actualmente derivadas de un desequilibrio ambiental, para tratar de aminorar estos efectos es indispensable que las regulaciones de los gobiernos obliguen a la sociedad y sobre todo a la industria a disminuir emisiones de quema de carbón, petróleo y gas.
Lo anterior evidencia que México tiene un gran deterioro en este punto, pues mientras uno de los objetivos de esta conferencia es reducir el uso de combustibles fósiles, en nuestro país uno de los grandes proyectos productivos va encaminado a incrementar la producción de este tipo de combustibles. Lo que a ciencia cierta demuestra nuestro atraso, justificándolo bajo la necesidad de generar empleos y fortalecer la economía.
Este punto también se pone en eterno debate al frente de la COP 26, pues los países más pobres o vulnerables, incluido México, esperan que los países de primer mundo les brinden los recursos necesarios para poder invertir en cuidado ambiental. Lo cierto es que justo como en todo lo demás, son los sectores más vulnerables los que terminan siendo afectados por actividades y comportamientos de quienes tienen un mayor desarrollo.
Respecto a todo lo anterior se manifestó Greta Thunberg, la joven activista que clasificó a la COP 26 de “bla bla bla”, una reunión donde todos participan pero realmente no se acuerda nada que reduzca de manera real al cambio climático, hizo un llamado a la sociedad en general pero principalmente a los jóvenes a ser partícipes del cambio que se necesita para preservar nuestro mundo, y dijo muy atinadamente: “sabemos que nuestros emperadores están desnudos”, haciendo alusión al cuento del traje del rey en el cual todo mundo fingía vislumbrar un traje inexistente, en este caso ya no se puede fingir que creemos que esto se solucionará con avances repentinos y estamos viviendo de manera directa las consecuencias de tanta omisión.
Podríamos creernos infinidad de teorías de conspiración de cómo el poder se ha encargado de destruir nuestro mundo, pero la realidad es que todos somos igualmente responsables de la inconciencia que nos ha hecho llegar hasta este punto, si no comenzamos a tomar acciones inmediatas como sociedad desde nuestros hábitos de consumo, tendremos que enfrentar un incremento en olas de calor, la escasez del agua y grandes sequías, que a su vez originan desabastos, los cuales como siempre terminan afectando a quienes menos tienen.
Aunado a los temas anteriores están los pueblos indígenas, pues por lo general son sus tierras y reservas las que se explotan en un supuesto beneficio de la economía, pero olvidando el impacto ambiental. El tema en sí debería ser portada internacional, pero poco se aborda, poco le damos atención y mucho afecta nuestro presente y futuro. Urge que nuestros gobiernos tomen medidas reales al respecto, pero más importante es que en lo individual seamos conscientes de nuestro impacto y actuemos con responsabilidad, pensando en alcanzar un futuro.