Llegó el comentario, que la hija de un buen amigo, que ha destacado en el estudio, pueda continuar su instrucción superior en una prestigiada universidad de la Ciudad de México, pero el mayor impedimento de momento, es la inseguridad con la que se vive en la capital del país.
Conversación que motivó llevar recuerdos de aquella década de los sesenta, en donde el antes Distrito Federal que regenteara Ernesto P. Uruchurtu, apodado e Regente de Hierro, quien por 14 años consecutivos desempeñó decorosamente dicho cargo, iniciando con Adolfo Ruiz Cortines, posteriormente con Adolfo López Mateos y en el sexenio de Díaz Ordaz renunció, quien originalmente no aceptó su renuncia. Según se supone fue motivada, al existir un violento desalojo de más de 3 mil colonos del Pedregal de Santa Úrsula, frente al Estadio Azteca, por lo que sobrevino su dimisión.
El orden y la disciplina que se tenía en una inmensa ciudad que siempre estuvo embrollada y descuidada, surgió con el mando del mencionado regente, percibiéndose una verdadera delicia al pasear por la alameda central a altas horas de la noche, por el Paseo de la Reforma, etc., sin los sobresaltos de maleantes y asaltantes que hoy pululan a manos llenas en la capital.
Elemental para un gobernante, el no tener la inquietud política de quedar bien con grupos, partidos o asociaciones, de no tener la obsesión de buscar un nuevo cargo a costa de ganarse adeptos a base de favores realizados, sino el propósito de gobernar para que exista orden, disciplina y el correcto modo de vivir de los ciudadanos, y no estar esperanzado a que, por las concesiones y apoyos que por el poder que se ostenta, tenga mayores adeptos, compromisos por cobrar y de esta manera lograr postulaciones y mayores oportunidades en su carrera política.
El problema al parecer actualmente es algo más peligroso, pues los favores ya no son tan solo a sindicatos corruptos, grupos pedigüeños que asolan las administraciones con amenazas, sino al mismo crimen organizado que le lee la cartilla al que encabeza determinada administración y en algunos casos terminan concediendo “abrazos y no balazos”.
Este lunes pasado, el INEGI divulgó la encuesta trimestral revelando que la percepción de inseguridad de los mexicanos aumentó de 66.4% en marzo, al 66.6% en junio.
También trascendió la noticia que, este lunes 18 por la noche un autobús en que transportaba 36 duranguenses con destino a Moroleón, a adquirir prendas de vestir para luego venderlas en esta ciudad, en el tramo de Sombrerete a Fresnillo, fueron asaltados por un grupo de maleantes, despojándolos de su dinero y prendas de valor.
Este suceso es muy común desde hace más de 10 años, en donde, en ese tramo de Sombrerete – Fresnillo, todo tipo de viajantes son presa de esos atracos, lo que cabe preguntarnos: – ¿Serán tan incompetentes las autoridades, que en tantos años no hayan podido liberar de maleantes esa zona, o están en contubernio con ellos?
Mientras no se ponga disciplina, iniciándose desde los vecinos que hacen sus arbitrariedades, de pintar calles y poner letreros de inhabilitados para que no se estacionen, aunque no exista ningún minusválido en dicho lugar, como en Calle Mascareñas 212 en que, en un Despacho y por su calzones, el propietario puso un letrero de discapacitado, pero nunca se ha visto alguien con esa imposibilidad por ahí, pero si se llega uno a estacionar, de regreso encuentra su coche con las llantas ponchadas, que si se cumpliera con lo establecido en el Bando de Policía y Gobierno, otra cosa sería, que solo sirve para manifestar que existe, pero no se aplica y quizás no se conozca, así como el presidente acusa (por ignorante) a la UNAM, de no enseñar Derecho Constitucional, pero él y su gavilla de antipatriotas son los principales violadores de la Carta Magna.