* Gómez Cazarín atropella el derecho de las diputadas morenistas * Luis Barragán, su protegido, cobrador de piso en juzgados * AMLO ya berrea * Gómez Pelegrín al bote; Duarte, a punto de salir * El cochinero que dejó la diputada * Gabriel Rivera, de la mano de Marco Salas * Empresario restaurantero, a punto de ser encarcelado
MUSSIO CARDENAS ARELLANO
Publicada en mussiocardenas.com
21 de octubre de 2021
Sacado de la basura, Juan Javier Gómez Cazarín lo mismo delinque fuera que dentro del poder, en sus negocios o en el Congreso de Veracruz, o mayoritea con leyes ilegales que rebotan en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, o simplemente se roba una diputación. Es el truhán favorito del gobernador.
Su última gesta es un atraco tan descarado como vil. Inelegible por cuestión de género, “El Carón”, como se le conoce en el bajo mundo, urde un plan, acelera el paso, arrolla a las candidatas de Morena en la lista plurinomimal, se vale un sedicente “no binario”, el diputadete Gonzalo Iván Durán Chincoya, y se agandalla una curul que no le pertenece en la Legislatura de Veracruz.
Gómez Cazarín es, pese a todo, un dechado de congruencia: transa en la venta de autos, transa en el negocio de la construcción, transa acaparando tierras, transa haciendo leyes, transa esquilmando jueces, transa con los cárteles, transa en la presidencia de la Junta de Coordinación Política del Congreso estatal, transa para aferrarse al poder.
Escoria entre la escoria de Morena, “El Carón” fraguó la trastada desde antes de la asignación de candidaturas. Jugó esta vez por la vía plurinominal sabiendo que su operación como líder de la fracción morenista ha rayado en lo delictivo, un día aplicando el mayoriteo a la oposición para imponer leyes que una vez impugnadas en la Suprema Corte se vienen abajo; otro día persiguiendo y cazando alcaldes incómodos hasta lograr su desafuero para incrustar títeres a modo con los cuales ver florecer sus negocios personales; un día más estableciendo una red de rufianes que atraquen, que despojen, que roben por él.
Siempre supo que la reelección con el voto directo era imposible. En las urnas sería destrozado. Demasiado lodo como oferta política. En consecuencia tomó la ruta más pestilente: montarse en una lista plurinominal viciada de origen, profundamente tramposa, lastimosamente ilegal.
Gómez Cazarín y su cómplice encubridor, Cuitláhuac García, el gobernador, armaron una trastada semejante a las que distinguían al PRI, al PAN, al PRD y a los demás partidos que han dominado la escena nacional. La lista de Morena contravenía la legislación actual, y les valió. No se postuló a mujeres en la primera posición. Se desdeñó a los afrodescendientes. Se ignoró a mujeres jóvenes, a personas con discapacidad, a migrantes, a indígenas. Así debió cubrirse los primeros cinco primeros sitios de la lista.
Sólo uno entró en la maniobra: Gonzalo Iván Durán Chincoya, el que se declaró “no binario” para ser la pieza a modo con la que Gómez Cazarín se robó la diputación local.
El Órgano Público Local Electoral asignó sólo cuatro diputaciones locales a Morena, el partido que arrasó en la elección del 6 de junio. Una sería para varones y tres para mujeres. La de varón la ocuparía Durán Chincoya pero al declararse “no binario” y aceptarlo así el OPLE, automáticamente le creó el espacio a Gómez Cazarín como primer varón de la lista en agravio de una de sus candidatas mujeres.
Aún así, el procedimiento está viciado. Por estatutos y por normas internas en Morena, la primera posición de la lista plurinominal debió ser para una mujer joven, no para el diputadete “no binario”.
Por eso, Siboney Morales García, quien ocupaba la posición número 11, alertaba desde el 14 de septiembre sobre maniobras ejecutadas por el OPLE para favorecer a Gómez Cazarín.
“Yo respeto la preferencia y la identidad del compañero Chincoya. Sin embargo, al ser las mujeres un sector al que la historia nos debe mejores condiciones, a Iván se le debió ubicar en una curul nueva, abrir una curul extraordinaria o en su defecto ubicarlo en una curul de los hombres. Así entonces habría paridad de género en la lista de Morena”.
Según la reseña de Agencia de Noticias RTV, la televisora oficial del gobierno de Veracruz, “no se trató de un error, ya que desde el principio los responsables ante el OPLE lo ubicaron así para que hubiese un espacio asegurado para el diputado Juan Javier Gómez Cazarín. Ahora él declara que va a regular pero hasta el momento no hay una renuncia de la candidatura firmada por él”.
Siboney Morales ha vivido un calvario. El OPLE ni la ve ni la escucha. Le aplican la aburridora. Sus alegatos, sus impugnaciones, sus quejas no hallan respuesta. Y cuando la atienden, la dejan tácitamente al filo de los tiempos jurídicos para reaccionar.
La noche del martes 19, Siboney Morales impugnó la asignación de diputaciones plurinominales a Morena. Entonces describió el mar de podredumbre:
“Hicieron a un lado mis derechos políticos y humanos. Por años se ha luchado por la paridad género, pero esta vez votaron consejeros hombres que en su mayor eligieron a hombres candidatos, diciendo que defendían la paridad. Sabemos al recibir este documento de impugnación que lo primero que harán es escanearlo y enviarlo a personajes que nada tienen que ver en lo electoral, pero que tienen el poder. Sin embargo, dejamos en sus manos la oportunidad de pasar con la cara en alto o en la ignominia a la historia reciente”.
Otra candidata a diputada pluri de Morena, Josefina Barroso, exhibió las maniobras del “Carón” Gómez Cazarín. El pillo evidenciado desde las entrañas de Morena. El rufián atrapado en el fango.
El OPLE es un organismo pelele del gobernador, de Gómez Cazarín y de la mafia que secuestró a Morena. Siboney describe la treta: su oficio de impugnación fue enviado el 19 de julio, le dieron entrada el 26 de julio para ingresar el amparo al área de transparencia a fin de conocer las fichas de registro de los aspirantes a diputados pluris de Morena. La solicitud le fue negada.
La última contestación emitida por el OPLE Veracruz fue el viernes 15 de octubre, un día antes de la sesión en que asignaron las diputaciones. Misión cumplida. Gómez Cazarín se había robado la diputación y el OPLE le ayudó.
Gómez Cazarín es el retrato de la banda de pillos que gobiernan Veracruz, los sin ética, los sin respeto a la ley, los que burlan la equidad de género, los misóginos y acosadores sexuales, los que dispensan contratos de obra o servicios por adjudicación directa, sin licitación.
O peor. El “Carón” ya es un Duarte en potencia. Gusta de las tierras y los predios sin dueño o con dueño, pero armando, inventando juicios, falsificando firmas para agandallarse espacios.
En Coatzacoalcos, en el Juzgado Segundo de Primera Instancia, el juez Cristóbal Hernández Cruz, el falso sobrino de la presidenta magistrada del Poder Judicial de Veracruz, Isabel Romero Cruz, se presta a los juegos ilegales de un testaferro de Gómez Cazarín, Julio César Tirado.
Todo un depredador, Gómez Cazarín llegó a controlar al Poder Judicial hasta que tuvo un encontronazo con el vesánico secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, alias Bola Ocho. Su alfil fue Luis Rubén Barragán Ríos, al que trepó hasta el cargo de secretario adjunto de Acuerdos del Consejo de la Judicatura.
Su historia es para Netflix. De intendente en una escuela de Hueyapan de Ocampo, coterráneo de Gómez Cazarín, Barragán brincó a ser el poder tras el trono en el Poder Judicial.
Solía despertar miedos. Acuerpado por escoltas de la Secretaría de Seguridad, viajaba de pueblo en pueblo recogiendo la cuota que tenían que pagar jueces y personal administrativo de alto nivel, según testimonios en el área judicial. Literalmente, era cobrador de piso del “Carón”. Un vil sicario.
Tras la aprehensión de un delincuente llamado Carlos “N”, apodado Z35, una insólita revelación corre en las redes: Luis Barragán y su hermano Marco Tulio operan para el Cártel de Los Zetas.
Hay más. Sobra podredumbre. Ni un instante en la vida de Gómez Cazarín transita por la honestidad. Lo arropan las anécdotas infames, los trastupijes en la Volkswagen de Coatzacoalcos, los autos no entregados, los documentos de propiedad retenidos, las demandas que enfrenta en juzgados civiles —un pagaré que se niega a saldar— de las que el juez Cristóbal Hernández ha tratado de librarlo violando la ley, y las denuncias penales que caminan sin hacer ruido.
Pero “El Carón” no se inmuta. Se sabe impune. Se sabe encubierto por el gobernador.
Ya sólo le faltaba robarse la diputación. Y se la robó.
Archivo muerto
Andrés Manuel berrea en plena mañanera como aquel al que el poder le quemó el chip. Y Lozoya, el vival que admitió haber recibido los sobornos de Odebrecht, el que asegura que trasladó una parte a Enrique Peña Nieto, a Videgaray, a Anaya y legisladores panistas, a senadores priistas, prestándose a simular que combate la corrupción, es sorprendido degustando el Peking Duck en el exclusivo restaurant Hunan, en Las Lomas de Chapultepec, con todo y su grillete al tobillo cuando se suponía que estaba bajo arraigo domiciliario. López Obrador, ya tocado, berrea y condena a los que usan a la masa seguidora como “borregos” sin iniciativa ni voluntad, como si él no lo hiciera con la yijad chaira. Los desplantes de Andrés Manuel con para llevarlo de emergencia al psiquiatra, no sólo para tratarse esta última afección sino para controlarle el ego, el delirio de persecución, la mitomanía, las iras y la sed de venganza, todas aquellas taras que lo mantienen ajeno a la realidad mientras México se hunde en un mar de sangre, entrega gobiernos, diputaciones y alcaldías al crimen organizado, la economía no crece —si acaso se observa una recuperación a medias gracias a la inversión privada—, el manejo de la pandemia es un desastre y el combate a la corrupción una simulación, léase Pío, Martinazo, Felipa, los Trivagos, León Bartlett, el secretario Alejandro Esquer, Argenis, Scherer y Guadiana de Pandora Papers. Y a López Obrador sólo se le ocurre berrear… Gómez Pelegrín, quiérase o no, paga las raterías de Duarte. Enrejado, procesado, Antonio Gómez Pelegrín pasa por las manos de la justicia, pese a su edad y a su orfandad política. Último secretario de Finanzas de Javier Duarte, el que al dar la cara ante alcaldes que tomaron palacio de Gobierno, en Xalapa, formuló una revelación que selló su destino: tomaba partidas federales de los municipios y los aplicaba, supuestamente, a pagos que le ordenaba el entonces gobernador; o sea, incurrió en desvío de recursos. Ahí marcó su suerte. Hoy está en la cárcel. Gómez Pelegrín ve, seguro que con rabia, al duartismo en pleno gozando de la impunidad que le dispensa el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, mientras él pasará el restos de sus días intentando librarse de la persecución judicial. Javier Duarte pronto habrá de dejar la prisión, también por el pacto con Cuitláhuac. A Gómez Pelegrín se le procesa por abuso de autoridad, incumplimiento del deber legal y desvío de recursos, y en la primera audiencia se le estableció prisión preventiva oficiosa de un año… Tal como es, Eusebia Cortés deja un cochinero en Coatzacoalcos. Un reporte interno del ayuntamiento exhibe que la entrega-recepción adolece de decenas de omisiones, datos incorrectos, cifras alarmantes, personal no reportado, salarios que no se apegan al presupuesto autorizado. Hay por lo menos 4.7 millones de pesos sin justificar. Hay un mundo de documentos que no se apegaron a la normatividad. Ese es el producto Nahle, lo que circunda a la secretaria de Energía, Norma Rocío Nahle García. Envalentonada, soberbia y echadora, Eusebia Cortés Pérez hizo de la regiduría segunda del ayuntamiento de Coatzacoalcos un caos. El renglón panteones, comisión que le fue conferida, pasa por la mano del crimen organizado y el cobro de piso, por el olvido y el abandono, por tumbas cuarteadas y destruidas sin autoridad que metiera orden en los camposantos donde los ladrones de sepulcros se llevan de tú con los negociantes de espacios para sepultar difuntos. Ese producto Nahle es el que va ahora al Congreso de Veracruz, convertida en flamante diputada local por Coatzacoalcos. Aquello, con Eusebia Cortés en tribuna, será para matar de risa a cualquiera… Gabriel Rivera no para. Arma, conforma, la delegación de la Asociación Mexicana de la Industria de la Construcción (AMIC) y a la vez es el líder de la Sociedad Mexicana de Industriales y Transformadores de la Construcción (SMITC), ambas en el sur de Veracruz. Fue el artífice de la reunión de empresarios de la construcción con los diputados morenistas en Tuxpan, hará una semana, a la que acudió el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara Baja, Sergio Gutiérrez Luna. Y por lo que hace a la SMITC, Gabriel Ángel Rivera Cerdán es el brazo derecho del líder nacional, el ex diputado federal Marcos Salas Contreras, con quien tiene un amplio entendimiento. Fue delegado de la Coparmex —Consejo Patronal de la República Mexicana— en el sur de Veracruz, también creada luego de un arduo trabajo y salvar mil escollos, y en el pasado proceso electoral fue candidato del PRI a diputado local por el distrito XXX, el Coatzacoalcos Rural. De regreso a lo suyo, Gabriel Rivera no pierde lo que siempre lo hizo diferente a otros líderes empresariales, su espíritu combativo, pelear obras para el gremio, identificar desvíos y corruptelas, saber poner el dedo en la llaga, llamarle a las cosas por su nombre. Por eso la coincidencia con Marcos Salas… ¿Quién es ese empresario restaurantero al que dejó de brillarle la estrella, que enfrenta una pesquisa judicial y no tardan en vincularlo a proceso penal? Pista 1: la bronca fiscal se la debe a su obeso contador. Pista 2: por los precios, a su negocio lo equiparan con un auténtico atracadero…
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