¿Cuándo es correcto insultar a una persona? Bajo un principio humano, en ningún momento, sin embargo, todos hemos emitido en algún punto o en múltiples ocasiones, juicios nocivos sobre los demás. De acuerdo a nuestra formación o nuestras perspectivas creemos que podemos tachar a otros con diversos adjetivos calificativos, los cuales en más de una ocasión terminan en insulto. Cuando los emitimos rara vez los consideramos erróneos, pero ¿qué pasa si los recibimos?
Esta semana Beatriz Gutiérrez Müller se volvió tendencia, dividiendo a la población digital entre quienes la llenaban de insultos y quienes pedían se detuviera el discurso de odio hacia las mujeres. Este último argumento es sumamente válido y necesario, pero no sólo cuando se trata de la esposa del principal mandatario del país, porque si quienes piden el cese a los ataques son también atacantes de otras mujeres, el discurso parece falso e incluso hipócrita.
El punto medio y más acertado podría ser el del Presidente la Suprema Corte de Justicia, a quien conviene seguir de cerca pues últimamente sus declaraciones han sido más neutrales y humanas, invitando a la sociedad a la reflexión profunda y el respecto constante por el derecho de los demás. Él a través de un tuit, externó lo siguiente:
“El discurso de odio, sobre todo el machista, homofóbico, racista y clasista genera violencia y discriminación. El respeto a nuestras diferencias es fundamento de una convivencia armónica en el que todas las personas puedan gozar de todos sus derechos. #DDHH #SCJN”
Desgraciadamente un problema común en nuestro país y quizás con la humanidad, es que no sabemos respetar las diferencias, queremos imponer ideologías y nos enfrascamos en discusiones constantes queriendo descalificar a otros.
Sin considerar los colores de partidos, el género o la ideología, es necesario hacer un alto en cuanto a discursos públicos y analizar si desde los principales cargos se está predicando con el ejemplo, hemos de considerar que se cosecha lo que se siembra y si queremos erradicar los discursos de odio y segregación tenemos que comenzar por fomentar el diálogo, la escucha atenta y dejar de lado las etiquetas despectivas a los adversarios. De lo contrario cuando los papeles se invierten terminaremos recibiendo el mismo escrutinio que aplicamos a otros por sus errores, los insultos que vociferamos a quien piensa diferente y nos veremos igual de incoherentes pidiendo un respeto que no damos.
México aún es joven respecto a su formación, la educación y la ética no han sido nuestro fuerte en muchas generaciones, pero tengo que reconocer que sí estamos trabajando en pequeños espacios por aprender a lo grande sobre cómo ser más empáticos.
Recientemente la influencer: Marisol de la Fuente, publicó un video donde ella misma se sorprendía de los términos que utilizaba en otro video que creó en 2017, ella mencionaba la palabra “feminazi” y ahora pedía una disculpa a todas las feministas, explicando que está aprendiendo, que nadie nos enseña a entender movimientos como este y que esa no es excusa para no aprender de nueva cuenta y deconstruirse. Ese video es un ejemplo para todas y todos, para que comprendamos que nuestra visión no es la única, que podemos encontrar puntos medios que respeten las posturas de todos y principalmente que nos enfoquemos en el respeto íntegro de los demás.
Todos los puntos de vista son válidos, pero hemos de cuestionar seriamente nuestras creencias cuando buscamos imponerlas a otros y también retomar las libertades desde el concepto más básico de que mi libertad termina donde inicia la del otro.
Ahora con el uso constante de la tecnología difícilmente cuidamos nuestras palabras, el actuar público está en un mayor escrutinio y aún así rara vez nos permitimos analizar el impacto de lo que hacemos y decimos. Cuando el error es ajeno es sencillo detectarlo, pero ¿cuántas veces pensamos en las fallas propias?
Comencemos con un profundo análisis de conciencia, buscando puntos en común y poniendo sobre la mesa todas nuestras metas, al final vamos a descubrir que nuestras diferencias no pesan tanto cuando descubrimos que todos queremos un mejor país, con igualdad y justicia, con un trato digno y respeto constante a nuestros derechos.