El desfile del 16 de septiembre ocurre en el marco de un gobierno de transformación que deja dudas y preocupaciones para los mexicanos. Es decir, si bien la administración pública camina, no existe certidumbre en la población que ve en esta expresión de su historia una afirmación de nacionalismo, pero también una manera de hacer diferencias en el tiempo.
La gente fue la protagonista del desfile del 16 de septiembre que conmemoró los 200 años de la consumación de nuestra Independencia. En la Independencia se unen la fe religiosa y la libertad política y social, es por ello por lo que se trata de un ritual que cada año es una convocatoria al pueblo que, a pesar de las advertencias de posibles contagios por las aglomeraciones, asistieron masivamente a ver a las instituciones de México pasar por el tiempo y la historia.
Asistir al desfile no es un acto de apoyo al gobierno en turno, la presencia de la gente en estas manifestaciones de patriotismo va más allá del presidente, del partido en el poder y de la política adoptada en ese momento. Es una conmemoración que muchos niños mexicanos esperan todo el año para verse reflejados en su historia, donde sus libros de texto cobran vida, donde la fantasía se convierte en una posibilidad de trascender.
La historia de México es reconocida en el presente, su lugar en el mundo es preponderante. La asistencia de militares de 13 países fue un regalo a la trayectoria de un país que en el tiempo renace y se transforma. El cumpleaños de un país es el aniversario de su libertad, y en ella se felicitan en el espacio mexicano y en momentos en que el mundo se abraza a la distancia para reconocerse y acercarse.
Desfilaron por las calles llenas de actos heroicos con los contingentes de México países que mostraron su marcialidad y disciplina con sus uniformados Francia, Argentina, Colombia, Honduras, Perú, Bangladesh, Italia, Belice, Marruecos, Reino Unido, Argelia, Venezuela y Costa de Marfil; quienes en un gesto de amistad y concordia celebraron también la Independencia de México en un momento de hermandad que exige el planeta.
Es el primer desfile de nuestra independencia en el que un trozo de historia de otras naciones fortalece su patriotismo caminando con mexicanas y mexicanos por el camino de la historia.
Las calles en el primer cuadro de la ciudad son parte de la historia, enmarcan las gestas, los discursos y hasta disparos pueden escucharse a cada paso. Es como ver la historia frente a nuestros ojos.
Los discursos políticos sirven de referencia para conocer el momento de la administración pública, pero no son importantes para las familias que son testigos de la majestuosidad de la historia. Una historia que pocos países tienen y que se expresa ante el pueblo en el desfile, en calles donde se hermanan los ciudadanos.
La política vive tiempos diferentes, acompañado de una historia que caminan por las calles; no es una realidad aparte, sino una consecuencia de la otra. Así, el desfile se desarrolla también como puente de unidad a una Latinoamérica castigada por golpes de Estado, traiciones e imposiciones del vecino del norte que no desaprovecha oportunidades para seguir considerando a esos países como su patio trasero.
Se prepara la Sexta Cumbre de la Comunidad de Estados Americanos y Caribeños, con una propuesta previa: la de sustituir o transformar de fondo a la Organización de Estados Americanos, por apegarse a los intereses de Estados Unidos. También el tema de los desastres naturales y la pandemia está en la agenda de conversaciones, y en ella está también de por medio el liderazgo de Latinoamérica que México perdió hace muchos años.
Nadie puede pasar por alto que este fue un desfile diferente, minutos antes de su inicio integrantes de la Marina repartieron gorras de marino con el nombre de esta corporación, principalmente a niños.
El año pasado el desfile militar se limitó al primer cuadro de la ciudad, ahora llegaron hasta Chapultepec, en el campo Marte que identifica a las Fuerzas Armadas y tiene el nombre del dios de la guerra en la mitología griega.
En el desfile militar, conmemorativo de la Independencia nacional, participaron más de 15 mil integrantes de las Fuerzas Armadas y el contingente estuvo comandado por el general de división Gabriel García Rincón, actual oficial mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional. Participaron, además, integrantes de la Fuerza Aérea, de la Guardia Nacional y de la Asociación Nacional de Charros.
También se integraron a este desfile 71 aeronaves de ala fija y 28 de rotativa que partieron de la Base Aérea Militar número 1 en Santa Lucía, en el Estado de México. En el recorrido se utilizaron 598 vehículos de carga, arrollados, entre otros, además 243 caballos. Todo esto sumado a un gran colorido, cautivó a propios y extraños que hicieron valla al paso de esta conmemoración.
El contexto del desfile es eminentemente político en tiempos en que todo se politiza, hasta la historia. Se politiza la pandemia mundial que tiene como consecuencia la muerte de miles de mexicanos y de millones de habitantes del planeta.
Se politiza todo menos la política porque en su ejercicio, a pesar de las referencias históricas, se improvisa mucho en esta administración desde el cuerpo diplomático en funciones hasta la manera en atacar un virus desconocido para la medicina, para la ciencia y para el sistema de salud.
El desfile no sólo se muestra como síntesis de la historia de la Independencia, sino que se utiliza como puente para el resto de Latinoamérica y, desde luego, para consolidar un liderazgo político que no siempre se beneficia de las expresiones patrióticas que rebasan el gobierno en turno y las ideas de sus protagonistas.
Tenemos mucha historia, pero esto no puede ser pretexto para utilizarla en favor de una bandera o de un régimen, porque antes que la politización de los asuntos públicos está la conciencia de los mexicanos que saben diferenciar entre su deber y su quehacer en una sociedad cada día más despierta, con una historia más viva. La conmemoración de la Independencia nos recuerda que la historia la hacen los pueblos, no la puede hacer un solo hombre. El cura Hidalgo debió contar con los mexicanos para transformar el país.
PEGA Y CORRE. – La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos señaló que México tiene la tasa de no escolarización más alta y afecta más a mujeres que a hombres de los países miembros; y añadió que el porcentaje de adultos es el más bajo. La tasa de no escolarización, definida como el porcentaje de niños en un rango de edad oficial para un nivel de educación dado que no están matriculados en la escuela, está alrededor de 7 por ciento promedio de los países de esta organización…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
angelalvarop@hotmail.com