“La violencia es el último recurso del incompetente.” – Isaac Asimov.
México enfrenta a pesar de la negativa discursiva una verdadera guerra civil, que a diferencia de la Colombia de principios de los 80’s y 90’s del siglo pasado se pretende camuflar como la del Combate al Crimen Organizado.
En los hechos, la cifra de muertos es tanto o más superior a una posible guerra convencional, el papel del Estado en medio de esta crisis es lo que verdaderamente abruma y desmoraliza.
Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador ofreció el retorno inmediato de las Fuerza Armadas a los cuarteles, la sociedad habida de buscar una aparente solución se decantó por su propuesta.
Su discurso reiterado a lo largo de casi 18 años de acabar con la “corrupción” como el cáncer que todo lo pudre, fue el catalizador de la hoy conocida hazaña electoral que lo llevó a la presidencia.
Solo que lo que nadie esperaba, fue la respuesta que el mismo mandatario ofreció a sus promesas, al desconocerse y convertir las funciones del Ejército y Marina en asuntos sustanciales de la Seguridad Nacional, al grado de empoderar como nadie a estos cuerpos castrenses en su afán de asirse del poder de manera casi absoluta.
El país sufre así la peor de las crisis existenciales desde su conformación como Estado soberano, hoy más que nunca la violencia, asociada a la impunidad que dicho sea de paso es el verdadero cáncer que enfrenta la nación, han gestado el caldo de cultivo de un retroceso histórico en cuanto a su condición de garantizar seguridad plena para la sociedad.
México y sus cifras de terror son la evidencia de ese volver al siglo pasado en lo vivido por Colombia, como resultado de la guerra desatada por el narcotráfico y sus famosos Cárteles de la Droga. https://www.animalpolitico.com/2021/05/violencia-asesinatos-cuatro-meses-2021/
La evolución de la violencia ha sido la siguiente: en el primer cuatrimestre de 2015 se registraron 5 mil 695 asesinatos; para el mismo periodo de 2016 la cifra subió a 6 mil 705; en 2017 siguió subiendo a 8 mil 844; en 2018 se disparó a 10 mil 869; y en 2019, ya en el actual sexenio, volvieron a crecer hasta los 11 mil 599 asesinatos.
El primer cuatrimestre de 2020 cerró con otro récord al alcanzar los 12 mil 66 asesinatos; mientras que este año, como ya se dijo, la cifra se mantuvo en mil 595 homicidios y feminicidios.
Cabe señalar que, del total de personas asesinadas de enero a abril de 2021, un total de 386 eran menores de edad.
Aunado a ello, comienzan las amenazas directas contra periodistas y medios de comunicación.
La violenta y criminal advertencia del Cartel Jalisco Nueva Generaración (CJNG) a la periodista Azucena Urestí, nos recuerda las enviadas por el Cártel de Medellín que encabezaba Pablo Emilio Escobar Gaviria.
La más recordada fue la que asestó contra Don Guillermo Cano Isaza, director y propietario del Espectador.
Fue así como el miércoles 17 de diciembre de 1986 sicarios a órdenes de “Los Priscos”, un grupo de criminales al servicio del cártel de Medellín, asesinaron frente a la sede del diario a su director Guillermo Cano.
Los asesinos esperaron a que él hiciera un giro en U en la Avenida del Espectador, poco después de las 19:00. Uno de los maleantes, Jorge Elí Pabón alias “El Negro”, se acercó a la camioneta familiar un Subaru Leone Wagon vino-tinto de placa AG 5000 que conducía Cano y le disparó en ocho ocasiones al pecho con una ametralladora.
Así se consumó aquel horrible crimen, del que la misma autoridad tenía conocimiento, por las amenazas directas en contra del periodista.
Ahora nos queda solo preguntarnos, ¿El presidente López Obrador asumirá la responsabilidad si Dios no quiera, le ocurre algo a la periodista Urestí o a su medio Milenio?
La política de acabar con la violencia basada en “abrazos, no balazos” ha resultado un verdadero fiasco, que por el contrario ha costado miles de muertos, sin que nada, ni nadie pareciera detener.
Al tiempo.
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