Un regreso anunciado

Ha llegado el momento de volver, la nueva normalidad se ha anunciado de manera constante y aún así parece no llegar, porque en cuanto las empresas e instituciones buscan regularizar horarios y labores surgen de nueva cuenta los rebrotes.

Lo mismo pasa con las escuelas. Se ha hecho el anuncio de que el retorno a las aulas es inminente, sin embargo, gran parte de padres de familia no están conformes con esa decisión, señalan que es una irresponsabilidad regresar con un repunte de contagios y aún peor arriesgarse a que niños y jóvenes que no cuentan con vacuna puedan ser el nuevo sector vulnerable ante las nuevas cepas.

Respecto a la tercera ola el presidente ha asegurado que el pico es menor a los anteriores, quizás por ello de manera general a la sociedad le ha dado por aparentar que le preocupan los contagios, aunque en lo personal sean del común que organiza reuniones y que exige prevalezca el trabajo desde casa para poder estar viajando y realizando otras labores que nada tienen que ver con el trabajo.

En medio de la dicotomía de la pandemia hemos descubierto que nuestra educación es obsoleta, incluso el gobierno ha señalado que sólo México y Bangladesh han pospuesto el retorno a las aulas. Esto nos deja como lección que nuestro sistema está a la altura de un país tercermundista. Pero nos olvidamos de que no sólo se trata de retomar el aprendizaje. Aunque la labor de los docentes ha sido quizás más desgastante en algunos casos, también con la desigualdad es un hecho que el aprendizaje ha quedado rezagado, sobre todo si en los hogares no se puede tener un debido seguimiento y acompañamiento escolar.

Por un lado, aunque la escuela ha continuado bajo los canales en los que se ha podido adaptar, es un hecho que la mayoría de personas no tiene la capacidad de ser autodidacta, los padres de familia están luchando contra una crisis económica además de la de salud, por ende, el poco tiempo que les queda no pueden aprovecharlo en el acompañamiento escolar de sus hijos.

Aunado a lo anterior la pandemia ha dejado a los niños más desprotegidos que nunca, pues muchos han quedado huérfanos a cargo de familiares o el estado. ¿En qué momento la educación pasa a ser prioridad para ellos? En México el aprendizaje pide a gritos una reforma, pero escuchar esta palabra nos asusta como cualquier cambio, nos aterra pensar en que las cosas puedan ser diferentes y no saber cómo llevarlas.

Ese es nuestro mayor miedo ante el retorno a clases, no son los contagios, porque si realmente nos angustiaran los rebrotes no veríamos los centros comerciales o puntos vacacionales atiborrados de gente.

Las maneras de cuidarnos las conocemos a la perfección, pero también la inconciencia y sabemos que regresar implica una mayor responsabilidad que nadie quiere asumir. Asegurar un retorno seguro no sólo es tarea del gobierno, requiere de colaboración conjunta como toda la estabilidad en nuestro país. La crisis que estamos padeciendo es el resultado de aislarnos y no entender que en todo momento estamos conectados.

Regresar no es tarea sencilla, pero es necesario y urgente. Mientras no entendamos que fuera de las aulas nuestros niños y jóvenes no pueden aprender seguiremos considerando que sólo el gobierno es responsable de nuestra situación actual y por el contrario hemos de entender que somos nosotros los únicos que en este momento podemos rescatar a nuestra población. Tenemos la obligación de sacudirnos la pereza y la espera constante de que alguien tome el rumbo de nuestro destino.

Durante mucho tiempo la educación ha estado en pausa y por eso es urgente retomarla, pero hacerlo con conciencia, desde los hogares y con la certeza de que ahora los conceptos también tienen que prever resolución de problemas y retos de la vida real. Volver es necesario, pero primero hemos de aprender a detalle por qué.

 

 

 

Related posts

Una mirada urgente al sur

Artistas y empresarios, aliados del voto en Estados Unidos

La indiferencia de lo normal y la agonía en nuevas generaciones