Por Redacción
30-jul-2021
Resulta que AMLO en su empecinamiento porque los menores regresen a las aulas, provocó una inevitable colisión con los padres de familia que se oponen, porque el país atraviesa por una intensa y escalofriante tercera ola de contagios de Covid-19.
En su mañanera de este jueves sostuvo que dará la pelea para que tanto niños, adolescentes y jóvenes regresen a clases presenciales.
Pero su temperamento le ganó, y soltó una frase digna de un dictador “No me importa que la mayoría esté pensando en no regresar, yo voy a sostener que es indispensable que se regrese a clases por el bien de todos y por el bien de la educación del país”.
¡Pero no con la tercera ola del Covid causando tanto contagio y muerte!
Miente Andrés Manuel cuando asegura que los niños, adolescentes y jóvenes son más resistentes al virus.
A partir de junio el 68% de los pacientes con coronavirus son jóvenes de entre 7 y 28 años.
Y ahí están las frías estadísticas por si les quiere echar usted un vistazo.
Es criminal exigir que vuelvan los niños adolescentes y jóvenes a las aulas cuando seguimos siendo el tercer país del mundo con más contagios y muertos.
Y cuando la cifra de contagios supera con mucho a la más alta registrada en todos los meses anteriores.
Andrés Manuel sigue terqueando con el regreso, mientras los padres de familia que están conscientes del riesgo que eso implica, y en su inmensa mayoría dicen que no; recibieron un descontón despiadado: “No me importa lo que piensen” les reviró.
Independientemente del nuevo frente que abrió ahora contra el pueblo al que decía honrar y defender, es bueno preguntar: ¿Qué le han hecho los niños, adolescentes y jóvenes al presidente que los odia tanto?
Primero los dejó sin estancias infantiles, luego sin medicamentos, y ahora los quiere enviar a las escuelas sin vacunar cuando la pandemia está más rabiosa que nunca, y la nueva variante viral ha tomado como blanco a los niños, adolescentes y jóvenes precisamente.
Algo tiene en su psiqué López Obrador digno del diván de un psiquiatra, algo que le produce odio hacia los menores.
Ese odio envió a 1,600 pequeños con cáncer a la muerte y enviará a cientos más por ese camino, si sigue empecinado en que regresen a las aulas “por el bien de la educación del país”.
Como si la educación del país le importara mucho a un fósil que tardó 14 años en graduarse de su carrera profesional.