Ya no tenemos miedo

Cualquier internauta medi@ que gusta de pasear por los videos de YouTube ha podido ver una gran cantidad de muestras acerca de cómo se vive en Cuba. Son videos hechos hace mucho tiempo, realizados lógicamente por turistas. Algunos destacan los atractivos turísticos naturales o los de diversión, pero la mayoría se dedican a dar a conocer las enormes carencias que tienen los cubanos.

Patrocinados o no, los videos exhiben una realidad inocultable: la miseria del pueblo cubano. La enorme brecha entre un salario medio y la posibilidad de adquirir los productos más elementales para sobrevivir. Porque incluso los artículos de escasa calidad que se producen en la isla pueden estar por encima de la capacidad adquisitiva de la población. No hablo de la imitación del refresco de cola que fue necesario producir para saciar la preferencia o dependencia —como se le prefiera llamar— que ya había causado el refresco estadounidense, eso es ya una exquisitez. Me refiero a la carne, jabones, verduras, implementos de limpieza básicos, dentífricos, desodorantes, medicamentos y varias cosas más. Podemos ver largas filas, anaqueles casi vacíos y precios altísimos en relación con el salario promedio. De la gran mayoría de productos, obviamente, sólo hay una marca o presentación.

El incremento de isleños que se arriesgan a cruzar el mar para salvar los 144 kilómetros y poder llegar a Florida no lo hacen como en la década de los 60 por razones políticas e ideológicas, lo están haciendo para huir de la pobreza y de la falta de libertades. Sobre esto último sólo hay que ver cuál fue la reacción del gobierno cubano ante las protestas multitudinarias que se produjeron hace pocos días para pedir libertad y una forma digna de vivir, en lugar de reconocer la legitimidad de las exigencias del pueblo, optó por reprimir las protestas.

No hay mejor ideologizador que la necesidad. Las militancias en los movimientos sociales se nutren de personas que comparten con otras una exigencia: así es como vemos los grupos de padres y madres de desaparecid@s, los familiares de mujeres asesinadas, las madres y los padres de niñ@s violad©s o las mujeres que sufren violencia. El movimiento feminista ya pasó al nivel de la politización, pero en los otros grupos es difícil todavía ver personas que no viven esos problemas. Por eso fracasó la protesta de FRENA en México, porque no era un movimiento espontáneo y los recursos de quienes lo alentaban no fue suficiente para encontrar quienes aceptaran pasar incomodidades en las casas de campaña.

En cambio vemos, sean patrocinadas políticamente o no, las protestas de padres de niños con cáncer que no reciben tratamiento. Ese sólo hecho hace salir a la calle a cualquiera y a arriesgarse a ser detenido si se incurre en un acto considerado ilegal.

Volviendo al caso de Cuba, además de las carencias está la falta de libertades. Las protestas causaron asombro porque no están permitidas y eso colocó en un dilema al gobierno cubano. El pueblo cubano ya no es el mismo que defendió Bahía de Cochinos para proteger la revolución socialista que auguraba igualdad. Es más, jóvenes y adultos menores de 40 años ni siquiera saben cómo era Cuba antes de la revolución: nacieron con el racionamiento y la falta de libertad de expresión. El patriotismo revolucionario está definitivamente debilitado por el hambre.

También es cierto que el empobrecimiento de Cuba ha sido acumulativo, el bloqueo estadounidense que se impuso a partir de 1960 impidió saber si un gobierno socialista latinoamericano era posible, pues desde entonces la lucha por suplir las importaciones que antes provenían de Estados Unidos ha sido la constante económica. El fin de la Guerra Fría quizá representó un alivio para el mundo que sólo era espectador del equilibrio de terror que suponía la carrera armamentista; no para Cuba que vio mermada la ayuda soviética con la desintegración de la URSS.

La administración de Trump endureció el bloqueo, pero no fue el único. Antes, ya Estados Unidos había utilizado la diplomacia de la coerción como mecanismo de política exterior para forzar conductas favorables a sus intereses, sancionando a empresas filiales a las estadounidenses para extender el bloqueo económico a Cuba. La pandemia que inició en 2020 derrumbó uno de los ingresos más importantes para Cuba que provenían del turismo y agravó la pobreza que ya vivía el pueblo cubano.

Es cierto que el origen de la pobreza viene del bloqueo, pero la respuesta de confrontación del gobierno de la isla contra Estados Unidos cuando ya no cuenta con todo el apoyo que alguna vez tuvo la revolución es anacrónica y temeraria. Los cubanos quieren trabajar y a cambio poder vivir y comer decentemente, no en casas derruidas porque si no tienen para sobrevivir, menos para adquirir materiales de reparación de sus viviendas. Los cubanos exigen libertad, un derecho elemental del que han sido despojados. Necesitan sobre todo, un gobierno que busque mecanismos viables para aliviar la situación de una población que dice “ya basta”, “ya no tenemos miedo”. Y las personas pierden el miedo cuando ya no tienen nada más que perder.

Mi solidaridad con el pueblo cubano.

@pramirezmorales

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