“El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros los que las jugamos.” – Arthur Schopenhauer.
Recientemente volví a ver en Netflix la serie documental titulada “1994” que aborda el asesinato del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Luis Donaldo Colosio, como punto de partida para narrar los sucesos de ese aciago año.
De la autoría del ganador del Premio Nacional de Periodismo y director de la serie Diego Enrique Osorno, pude nuevamente adentrarme en el recuerdo de ese convulso año de mediados de la década de los 90’s del siglo pasado.
Así mientras se va desarrollando el documental, podemos ver las declaraciones de sus actores, los testimonios de decenas de personajes que fueron protagonistas de los acontecimientos de ese año, nos hacen remontarnos de inmediato a cientos de momentos y episodios de la misma vida cotidiana.
Las voces y las imágenes de Carlos Salinas de Gortari, Raúl Salinas de Gortari, Luis Donaldo Colosio Riojas, Alfonso Durazo, Marcelo Ebrard, Othón Cortez, así como varios de los fiscales que investigaron el asesinato de Colosio, y por supuesto con la declaración de uno de los actores primarios de ese año, el famoso Rafael Sebastián Guillén Vicente, el entonces subcomandante “Marcos”.
Aquel encapuchado que hizo su aparición en la escena nacional en los primeros minutos de ese 1994, con su inseparable pipa, cuando durante la madrugada del primer día del año, los milicianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) tomaban por asalto diversos municipios de Chiapas.
Mientras observaba con sumo cuidado los detalles, las entrevistas, las imágenes recordaba que mientras esos hechos se desarrollaban, este reportero estudiaba la carrera de Economía en la Universidad Cristóbal Colón de Veracruz, atento siempre a los eventos políticos, económicos y sociales del país.
Recordaba a muchos de mis compañeros que años después llegaron a ser legisladores, y funcionarios estatales de primer nivel en los siguientes gobiernos emanados de la revolución en la entidad.
Un dato me llamó fuertemente la atención.
Fue ver como desde uno de los ventanales del Frontón México, el documental daba cuenta de las respuestas a las interrogantes que se le planteaban a un sonorense, hoy electo gobernador de su entidad.
Alfonso Durazo Montano, quien fuera secretario particular de Luis Donaldo Colosio Murrieta, en aquel momento tan trágico para la historia de nuestro México.
Junto con él recordé una anécdota que me hiciera favor de compartir un tuxpeño distinguido, hombre de palabra y amplió análisis político, quien se formará a la sombra de dos grandes personajes políticos veracruzanos ya finados; el primero Demetrio Ruiz Malerva, el otro el siempre bien recordado Pericles Namorado Urrutia.
Así una buena tarde, durante su participación en el arranque del proyecto Ventana Informativa que conduce este reportero, Ezequiel Castañeda Nevarez, compartió una de sus múltiples historias.
A la sazón el tema habría sido abordado como resultado de la toma de Culiacán aquel 17 de octubre de 2019 por el mismo hijo del narcotraficante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán, el famoso Ovidio Guzmán López, su hijo.
Así me vino a la memoria, el pasaje de aquella charla.
Castañeda Nevarez, nos contó que, al inicio del gobierno de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas nombró a Demetrio Ruiz Malerva, director de Comunicación Social de la entonces Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP) y allí conocí –me dijo- al propio Alfonso Durazo.
Días más tarde, nombró Salinas a Heriberto Galindo como Director del Consejo Nacional de Recursos para la Atención de la Juventud (CREA) y este le habló a Demetrio pidiéndole a alguien de su equipo para Comunicación Social del CREA.
Así fue como el entonces gurú y consejero político de cabecera de Carlos Salinas llamó a Durazo y le comentó la petición.
Como la instrucción venía del que para entonces ya identificaba Ruiz Malerva como el futuro sucesor de la Madrid, la recomendación se acató de inmediato.
Enterado de la situación Durazo Montaño rogó por qué no lo mandara.
Sabio como era Demetrio Ruiz le explicó al sonorense que en esa área habría de crecer y de tener un prometedor futuro, lo que a la postre así fue, logrando convencerle.
Con el paso del tiempo, Heriberto Galindo presentaría a Alfonso Durazo con Luis Donaldo Colosio y de allí para el real como se diría la historia ya es de todos conocida.
Pero sin la intervención de aquel veracruzano, hoy Sonora no tendría a su actual gobernador electo.
Al tiempo.
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