Winston Leonard Spencer Churchill fue un estadista británico que se desempeñó como primer ministro del Reino Unido de 1940 a 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, y nuevamente de 1951 a 1955; fue duramente criticado por su lucha contra la invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial.
De inicio, Sir Winston Leonard Spencer Churchill, fue conservador, considerado el último de los grandes estadistas del mundo. Siempre recordado por su rara habilidad para predecir los acontecimientos futuros.
El político británico, a lo largo de su brillante carrera fue el hombre más popular y el más criticado de Inglaterra, y a veces ambas cosas al mismo tiempo.
Durante años, Churchill fue algo así como la voz de la conciencia de su país, una voz que sacudía los espíritus y les insuflaba grandes dosis de energía y valor. Su genio polifacético, además de llevarlo a conquistar la inmortalidad en el mundo de la política, lo hizo destacar como historiador, biógrafo, orador, corresponsal de guerra y bebedor de coñac; y en un plano más modesto como pintor, albañil, novelista, aviador, jugador de polo, soldado y propietario de caballerías.
En su momento, Churchill previó con extraordinaria exactitud los acontecimientos que desencadenaron la Primera Guerra Mundial y el curso que siguió la contienda en su primera etapa. Sus profecías, consideradas disparatadas por los militares, se convirtieron en realidad y sorprendieron a todos por la clarividencia con que habían sido formuladas.
La frase “Sangre, sudor y lágrimas”, que inmortalizara el hombre de la fulgurante carrera política en un discurso a los ingleses en plena guerra contra los nazis, en referencia a los costos sociales de su pueblo.
Esa frase, que bautizara a un grupo musical de los sesentas, también se puede aplicar en México con algunas leves modificaciones: Mucha sangre, mucho sudor y ríos de lágrimas; con un final aún lejano.
Qué oportuno sería formularle la siguiente pregunta al visionario político inglés, gran estadista y también famoso por sus predicciones políticas y sociales: ¿En una lucha interna el que va perdiendo al final puede ganar, o es al revés?